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jueves, 24 de febrero de 2011

23-F: Rimas y leyendas

    

    
     Leí hace años un relato de Richard Ford en el que presentaba a un matrimonio de tantos, de mediana edad, de compras por un atestado centro comercial. De repente  irrumpe en la tienda en la que ellos curiosean un desequilibrado blandiendo una pistola amenazadora y lanzando gritos. Se desata el pánico, un auténtico cafarnaúm de alaridos de horror, carreras y empujones a su alrededor. Entonces, de forma del todo inconsciente, durante esos críticos instantes el marido alcanza a guarecerse tras el cuerpo de su mujer. Alguien desarma y reduce pronto al zumbado. Ha sido todo visto y no visto, ha durado escasos segundos el episodio entero. Se restablece, pues, la grata normalidad allí, también en apariencia la del matrimonio protagonista.
    
     Pero de vuelta a casa la mujer reflexiona y le anuncia a su marido el fin de su matrimonio: ha entendido que la situación límite vivida antes ha revelado de manera indiscutible la verdadera personalidad de él y la verdad esencial de la relación que les une. En vez de protegerme, ¡me utilizaste de escudo!, viene a decirle. Y frente a los hechos no valen nada las palabras con que quieras ahora adornar tu cobardía. No puedes ahora decirme que me quieres.
    
     ¿Cuándo somos más de verdad nosotros mismos? ¿Es en las situaciones extremas, ésas en las que desaparecen los roles acomodaticios de lo social y en las que se disuelve el conjunto de caretas con el que transitamos por la vida cuando aflora nuestra moneda más íntima y pura?  ¿O son las cruciales reacciones en esos momentos extraordinarios producto sólo del ciego instinto y de automáticos mecanismos internos nuestros que ni siquiera del todo conocemos, y que por lo tanto, ningún valor de verdad sobre nosotros pueden mostrar? ¿Son acaso los instintos –es decir, lo animal, lo atávico, lo pulsional- la almendra última de nuestra concreta humanidad? ¿No decimos cosas como “se me fue la olla, me dio el punto, se me cruzaron los cables” para que no se nos tenga en cuenta según que extemporánea reacción que una vez tuvimos? ¿Dice más de una persona lo que ésta haga en un muy determinado momento, fuera por completo de lo ordinario y sometida a tan tremenda presión de ambiente que apenas puede sino “saltar”, que el conjunto de pequeñas acciones y reflexiones con las que ha construido con paciencia y con consciencia su personalidad y su mundo a lo largo de la vida? ¿Podía la concreta reacción de ese marido ante el atroz caos desatado por un pistolero tronado ser puramente anecdótica y azarosa y fortuita, y constituir por contra la suma de todos los hechos cotidianos y reflexivos en relación con su mujer la auténtica prueba del nueve?
       
      De forma tal vez parecida, cuando irrumpió en el hemiciclo Tejero pistola en mano, es decir, cuando a partir de su temerario estrambote cuartelero empezaron los puros actos a dictar su lenguaje incontestable y la autopropaganda más obscena de las palabras a enmudecer, el espectacular planchazo que bajo el escaño se pegaron los más heroicos sedicentes defensores de la Democracia… ¿fue un mero azar o reveló algo inolvidable sobre ellos?
   
    ¡Qué vergonzosa paradoja hubiera debido ser para los que en público acusaban entonces a Adolfo Suárez de tahúr del Missisippi, de chaleco floreado de las cloacas del fascismo, de que sería Suárez el primero en subirse al caballo golpista si éste entrara en el Parlamento, el que fuera precisamente Adolfo Suárez, y su vicepresidente Gutiérrez Mellado, quienes con heroísmo incalculable hicieran frente y a cuerpo limpio a los golpistas, que fueran precisamente ellos quienes con sus actos, no con la perpetua leyenda de benéficas presencias de la Humanidad con que otros siempre se aliñan, defendieron de verdad la democracia, mientras esos otros escondíanse bajo las alfombras!  
     No recuerdo cómo acaba el relato de Ford, ni tengo dónde mirarlo ahora. Si  sé cómo terminó este otro relato: a los dieciocho meses le dimos los españoles el completo SÍ, es decir,  la mayoría absoluta al marido del cuento, sin acritud, sin la más mínima acritud.
      

12 comentarios:

Winnie dijo...

BRAVO José Antonio Qué post refiriéndote a algo que hizo historia tan bien contado....
Bravo por los que defienden lo que ellos creen que es justo, de los que luchan por otros....
Gracias por este post.
Besos

Javir dijo...

Declaración de principios para fijar posiciones: Me descubro ante la gallardía del Presidente Suarez, del capitán general Gutiérrez Mellado y de Santiago Carrillo, Secretario General del Partido Comunista de España.
Añado el cargo y condición para completar a los personajes. Un hombre no es sólo un nombre, lo perfila sus aditamentos.
La presidencia del Gobierno, en aquellos lejano años de la transición, era un cargo de riesgo que protagonizaba la historia y te podía costar la vida, y Adolfo Suárez lo sabía; hoy no pasa de ser un trabajo ejecutivo a la orden de los que realmente forjan la historia, gente de fuera. Un militar, en aquellos convulsos años de la transición, era alguien nacido para matar y morir que había visto la muerte cara a cara durante una guerra civil; ahora son profesionales adiestrados para la paz. Ser el jefe de los comunistas pocos años después de morir Franco era llevar una diana en la frente, para algunos, una provocación, y carrillo lo sabía; hoy no es nada.
Es por ello, amigo del Pozo, que siempre he pensado que quienes se enfrentaron a la muerte no fueron los nombres, sino los cargos.

...Y Suárez perdió las elecciones después de ganarle la mano al pasado...y Churchill perdió las elecciones tras vencer en la II gran guerra. ¿Quién dijo que la historia sea justa?

Un abrazo

Juan Carlos dijo...

Efectivamente, los únicos tres que no se tiraron al suelo y Gutiérrez Mellado el que de pie, aguantó las tarascadas del g.c. que quería tirarlo al suelo. Lo curioso es oír a algunos ahora llenarse la boca diciendo dónde y qué estaban haciendo ellos el 23F. Pues uno que vi el la tele ayer diciendo lo que hizo, donde estuvo y demás mentía como un bellaco. Porque, y lo se de su boquita y de la de su familia, estaba en la carretera de Burgos, en el coche de su padre, zumbando hacia Francia. En fin, así se escribe la historia.
Salu2

Sinretorno dijo...

A mí más que lo del 23 F, yo era militar ese día, soldado,y que lo tengo muy trabajado. Yo creo a Armada. Me ha gustado lo del matrimonio de Ford: el instinto de conservación, el miedo, la mujer escudo. En la vida todos tenemos 23fsss, y hay que estar preparado para que las obras sigan a las palabras.

Maribeluca dijo...

Mucha leyenda urbana es lo que hay aquí...pero hay suficiente para leer entre líneas si se quiere, hay gente comodísima con las vendas del 23-F y del 11-M...

Raimundo dijo...

Por favor a Santiago Carrillo lo podías haber metido en la dignidad, me ha gustado todo menos que te hayas olvidado de Carrillo, ¿o no te has olvidado? hay que ser objetivo. Maribeluca, lo del 11M, huele, paso que un sujeto pequeñito y con bigote, (no es Hitler) pues se quiso sacar una fotito y claro 192 muertos y 2500 heridos pagaron el revelado, y es muy pesado llevar esa carga, así que a la teoría de la conspiración, que difamando algo queda. Un abrazo

Sinretorno dijo...

Raimundo, la s fotos de Aznar fueron excesivas, pero eso no justifica nunca el atentado. Ahora estamos en Afganistán, en las mismas condiciones que en IRAK, pienso.

Ccasconm dijo...

Suárez, Gutiérrez Mellado y Carrilo fueron los que se quedaron defendiendo a pecho descubierto nuestra tan blandida democracia presentando el careto mientras los demás se escondían como conejos. Instinto de supervivencia, dirán algunos, defensa del estado y de la democracia debieron pensar el trío, ese trío tan denostado por sus propios compañeros y los que no lo eran, esos que estaban siendo despellejados vivos por la sociedad y la política defendieron lo que ahora somos.

Saludos

Neo... dijo...

Dio la casualidad que a Felipe y a "Arfonso" se les cayó el bolígrafo en aquellos momentos, sino hubieran permanecido de pie, como valientes que eran.

José Antonio del Pozo dijo...

-gracias Winnie0: gracias a tí
-javir: magnífica disertación, amigo, el cargo obliga, cierto, pero cargo tenían todos, en las crisis árabes de ahora vemos como los "cargos" reaccionan de forma distinta.La Historia, en efecto, enseña de todo
-Juan Carlos: ¿lo sabes de su boca? joder, es para ponerlo en el blog, qué elemento. Gracias
-Sin retorno: hay que estar preparado para que las obras sigan a las palabras... me gusta eso. Gracias
-Maribeluca: pues es verdad, leyendas urbanas muchas y vendas, más. Gracias
-Raimundo: bienvenido, gracias por el tono educado de tu comentario.No tengo empacho alguno en calificar de valiente el hecho de que Carrillo permaneciera sentado en su escaño allá arriba. Yo hablaba de enfrentar a cuerpo a los asaltantes mientras disparaban al aire. La relación que estableces entre la foto de Azores y los ciento noventa y dos asesinados y que el culpable de estos asesinatos sea quien se hizo la foto es... otro tema. Gracias
-Carmen Bejar: muchas gracias por dejar tu commentario tan atinado. No olvidemos que en 23-F no hubo víctima alguna y que en País Vasco y zonas de Cataluña hablar la extorsión a la democracia continúa y hace ya... tropecientos años. Un abrazo
-Neo:por supuesto, por supuesto. A nadie puede pedírsele que sea un héroe, pero entonces que al menos no presuman. El gran speech de Felipe G años después era: he perdido la libertad para que la ganen el resto de los españoles

BOIRA_A dijo...

Que poco sabeis del 23F, por que nada de lo contado es verdad, lo de Gutierrez Mellado es de opereta, Armaeda se ha llevado a la tumba muchos secretos de ese dia, aunque aun vive un personaje que puede algun dia soltar la espita, el otro no creo que ni borracho suelte prenda, aunque le benefició mucho el 23F

BOIRA_A dijo...

Espero que se haya recibido, he recalado aqui por casualidad