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martes, 19 de junio de 2012

Buscando amapolas en el mar


   
    Así es que, lector, héteme aquí, como Massiel, como Aute, buscando  también yo rosas en el mar, las Flores del Bien, sólo que aquellas rosas de entonces son  mis amapolas de hoy. La amapola es a la rosa, lo que el románico al gótico, todo lo que va de una flor elemental a una flor sofisticada. Por supuesto la Rosa es… la Rosa, tiene bien ganado su prestigio y conviene no tocarla más, nos  lo dejaron bien claro  Rilke y Juan Ramón. Ningún afán más consecuente además para un bloguero sin nombre que perseguirle el vuelo a las fragilísimas amapolas. ¿Qué es un blog cualquiera sino una rutilante amapola que de forma espontánea le ha brotado al descampado de la Ciberesfera? ¡Cuántos de ellos se tronchan y malogran cómo éstas a las primeras de cambio! Y si crecen las amapolas sobre todo en las cunetas de las carreteras, así los anónimos blogs, que pululan por los márgenes de los olímpicos senderos de la literatura editorial.
   
    Las rosas en el mar de Aute&Massiel venían a ser el símbolo de la Utopía (personal y social al tiempo, es decir total, … y totalitaria, claro), de su peliaguda búsqueda en la España de entonces. También yo buscaba, entre un millón de almas, esas rosas por entonces: inmensa explanada de la Universitaria en el 82, George Moustaki, Paco Ibáñez, Miguel Ríos, Serrat, Aute, Leguina, Tierno Galván, todos a una recolectándole las rosas a Felipe y al Cambio. ¡Cuánta ignorancia buenrrollista me adornaba –hablo sólo de mí, que conste en el acta de acusación- entonces!
  
    Hoy sólo busco ya amapolas. Me pateo, cuando puedo, las umbrías de los jardines y parques municipales en su pesquisa. También las piruletas, que sólo las jóvenes con sus labios tiñen de un rojo rabioso y lanzan luego debajo de cualquier banco, hacen revivir en mí el vuelo de aquella utopía, que hoy pour muá sólo puede ser personal y adquirir una forma libresca. Pues sabrás, lector,  que como Luther King tuve esta noche un sueño: voy a escribir un libro. Un libro cuyas hojas, cuyo alma, claro, tengan la suavidad misma de las amapolas.
  
Post/post: gracias a Mónica por amapolear conmigo ayer, por bloggear a mi lado, gracias también a Garatxa y a RamOn VP, seguidores nuevos del blog, oxígeno puro los tres para espolearme a seguir escribiendo, GRACIAS.

3 comentarios:

Monica dijo...

Las amapolas, querido amigo bloguero, no se encuentran en los parques o jardines municipales, buscalas en el más allá del horizonte, en esos campos verdes y virgenes. Ahí encontraras a tus verdaderas amapolas. Tu sueño no es una utopía, puede ser realidad si tú lo deseas y no dudo que sus hojas, su alma, será tan suaves como tus amapolas y su olor, será como el de la rosa. Saludos

Jorge Godoy dijo...

Es muy de interes tu entrada, e interesante tu blogs, me gusta

NVBallesteros dijo...

Creo que buscarlas es una utopia, un busqueda inutil, cierra tus ojos y sueña con ellas al canto de Serrat.... Besos