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lunes, 25 de junio de 2012

Consuelo Ordóñez y la selección española


   
    Ganó la selección de España a la de Francia en la Eurocopa. Siempre antes perdíamos contra los galos, creo. Ese intensísimo voltaje emocional de participación vicaria –virtual- , de amplificadora fusión y de distancia también, que en las sociedades del espectáculo las victorias proporcionan a las masas. Del despectivo “son unos baldaos” de hace dos días ante Croacia, al jubiloso “hemos ganado a los franceses” de ayer, esas montañas pasionales a ritmo de infarto bursátil, claro. 
   Al compás mismo con que se suceden las victorias, se multiplican las terrazas engalanadas con la bandera de España. Quién convence ahora a esos paisanos de que su gesto en nada influyó para que Xavi Alonso cabeceara con tino la bola. Descártese, eso sí, cualquier ilusión de trascendencia: de todo ese tremolar de insignias y de todos esos cantares algo achispados de afirmación patriótica, dust in the wind, en plena lógica con la naturaleza de la sociedad del espectáculo, incesante generadora de imágenes efímeras, nada queda. Nada.
   
    El mismo día, casi a la misma vez, Consuelo Ordóñez se plantó delante del etarra que asesinó a su hermano Gregorio –inolvidable Gregorio Ordóñez- mientras comía. A Gregorio lo mataron por defender esa bandera y por defender allí con la palabra ese cántico del yo-soy-español-español-español. También lo mataron en plena comida porque le sobraba a él ese intangible –tan decisivo en las sociedades postmodernas, en el futbol, en la política, en todos sus compartimentos- llamado carisma, que hacía prender su persona entre las personas, y que le había hecho ya ¡ganar! en su ciudad alguna elección popular.
   Alguien ha pensado ahora en que se entrevisten víctimas –sus deudos- y verdugos, a ver qué tal. Consuelo debió buscarle los ojos a Lasarte: “Ni olvido, ni perdono. ¿Cómo podría hacerlo? Quién podría perdonarte no puede hacerlo. Tú le mataste”. Esas palabras, el coraje cívico que las pronuncia, el aliento noble que las arropa, son mucho más esenciales que el gol de Xavi Alonso. ¿Por qué y a quién deberían arropar tantas banderas españolas, tantos cánticos de reivindicación de una Nación en fase de  liquidación?
     Publicaban ayer los sondeos de las próximas elecciones autonómicas vascas. Hipermayoría nacionalista. Artur Mas, honorable él, incitaba otra vez a cuanto antes separar a Cataluña de España.  Vale, vamos a ganar la Eurocopa. Y las terrazas engalanadas, preciosas.



Post/post: muchas gracias a NVBallesteros y a Eleonora The Nihgt por compartir conmigo, por bloggear ayer a mi lado, GRACIAS.

5 comentarios:

Unknown dijo...

Dust in the wind!.

Díce el Eclesiastés 4:

"Me puse a considerar todas las violencias perpetradas bajo el sol:

Vi llorar a los oprimidos, sin nadie que los consolase;
la violencia de sus verdugos, sin nadie quelos vengase.

Felicité a los muertos que ya perecieron, más que a los vivos que aún viven.
Y más feliz que ambos el que aún no ha existido, pues no ha visto las barbaridades que se cometen bajo el sol..."

Como diría un clásico: "Pan y circo".., O polvo en el viento, Dust in the wind... O atrapar vientos.

Abrazos.

Todo el día de compras... dijo...

Buena reflexión, totalmente de acuerdo
Besos
http://todoeldiadecompras.blogspot.com

Fernando dijo...

No se puede perdonar a los que ocultan a los autores de más trescientos asesinatos no aclarados. El ejemplo de Consuelo Ordóñez seguramente avergonzará a los políticos, sobre todo a los del Partido Popular, porque lo demás no tienen ya vergüenza por la manipulación de nuestras conciencias. Me siento personalmente herido por la actitud del Gobierno que he defendido siempre desde mi uso de razón. Claro que , a mi edad, a lo mejor ya he perdido parte de mi razón. ¿Quién lo sabe?

Asociación cultural Poetas de Bailén dijo...

El deporte y España como país son sólo enemigos íntimos. Demasiada hipocresía en muchos al pronunciar en los éxitos deportivos la palabra España. Y demasiado acojonamiento en los políticos ante ésta fractura que paso a paso se avecina.
Consuelo, un ejemplo de dignidad y coraje.
Saludos

Unknown dijo...

El perdón debe de merecerse y, sinceramente, éstos anormales nos e han arrepentido aún para merecer un ápice de perdón por parte de una sociedad a la que han maltratado durante más de cuarenta años. Otra cosa son nuestros politicastros, que siempre van con el paso cambiado y a su avío, el de llenarse la boca con palabras vacías y los bolsillos vacíos con el dinero del contribuyente.

La bandera debe respetarse, el pueblo español también, por encima de todo y las víctimas ponerlas en una latar, sin ello, no hay factibilidad en una derrota de la eta que más parece la del Estado Español.

Un saludazo.