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miércoles, 6 de junio de 2012

El Deseo según Almodóvar


    
    Perdidos andábamos, por entre los trágicos meandros del Deseo liberado, cuando en éstas llegó Almodóvar, presto a ponernos su dudosa luz sobre el asunto. No en vano llamó in the beguining a su productora El Deseo SA, y ya esa privadísima apropiación del Eros, en tan distinguido fan de la Spanish Revolution, resulta algo estrafalario. Por lo demás, es bien cierto que la filmología almodovariana usa y abusa (hasta el hartazgo) de la exposición temática sobre los libidinosos terrenos de un Eros, ya no desatado, huracanado. Pero también, claro, amachambrado a más no poder con el Tánatos.
   Si algo caracteriza la obra almodovariana es una recurrente reiteración en la banalización de la violencia contra las mujeres, prisioneras y objeto a la vez de las más  tenebrosas pasiones, que acaban por exigir el desbordamiento de la violencia contra ellas. La morbosa fijación en las más turbias obsesiones, propias de los registros del universo fílmico almodovariano, terminan por hacer del ridiculizado landismo, a su lado, un juego de niños. En el  destilado más o menos explícito de sus obras subyace un inconsciente atravesado de mórbida fascinación por la violencia, por las atmósferas enfermizas, pobladas sólo por la ciega pulsión del deseo, proclives en sí mismas al avasallamiento por la fuerza de unas personas sobre las otras.
     
   Habíamos comprobado, lector, la terrible experiencia de salvajismo que constituye la violación de una mujer. Si ambigua al principio, brutal sin ambages al cabo resulta en Perros de paja. Bestial, incluso sin llegar a producirse, en Thelma y Luise, donde el sentido del relato, sanciona positivamente –cara al espectador-  el mortal ajusticiamiento del agresor.  En muchas películas de Almodóvar, por el contrario, -y es pasmoso que, siéndolo así,  las huestes del Progreso tanto lo alaben-  es la violación motivo obsesivo, y si aparece a menudo frivolizada hasta el punto de parecer legitimada, la banalización que de ella llevó a cabo en Kika (1996) resulta de una miseria ética insoportable. Es difícil imaginar que a cualquier otro cineasta se le hubiese permitido una escena tan abyecta.
   
    ¿Te acuerdas, verdad? Un personaje, ex–actor porno, acaba de fugarse de la cárcel. Se esconde en casa de su hermana, amiga de Kika, que duerme plácidamente en una de las habitaciones. Él la ve y, como si no pudiera evitarlo, la viola. ¿Recuerdas lo que instantes antes, con un gajo de fruta, en lo más íntimo de Kika untado, Almodóvar le hace hacer? Debe ser ese el homenaje guarro del manchego a las míticas naranjas de El Padrino. Nos propone Almodóvar contemplar la prolongadísima violación –viaje a las carnes de Kika va, viaje a las carnes de Kika viene- como una suerte de festivo divertimento. En determinado momento llega incluso a poner en labios de la violada esto: "¡Que te corras ya, no puedo estar todo el santo día esperando a que te corras... que me estás poniendo perdida de babas, hombre."
   Es decir, coloca ese incalificable mensaje  en boca de la protagonista de la Historia, la heroína almodovariana, cargada connotativamente la obra de tácita admiración hacia ella, una especie de modelo prototípico de valores que propone su universo moral. Vamos, que viene tácitamente Almodóvar a decirles a Thelma y Louise: “ay, hija, desde luego, no es para tanto, mujer, relájate y goza… que mientras voy yo hablando con Madoff, a ver qué es de lo mío”.
   ¿Lo suyo, don Pedro? El Deseo S.A., ya le digo. Queda pues, lector, el Deseo también ya del todo privatizado.    

   
Post/post: gracias a Juante, a Juan Carlos, a Belkys Pulido, a Winnie0, a Charo y Roy -capito- por hacer mejor ayer mi blog, por bloggear a mi lado, GRACIAS.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

La verdad no puedo juzgar esto o mejor dicho opinar sobre esto. Con este me pasa como con Allen vi sus primeras películas que eran comedia y me gustaron, pero cuando empezaron a ponerse estupendos a mi me pareció que se ponían estúpidos y deje de ver nada de ellos. Este decía junto a Favio Magnamara en los setenta que "estamos hartas de tanta pana, de tanta barba y de tanto progre triste, queemos jarana queremos divertirnos", se lo oí yo mismo en el auditorio del San Juan Evangelista y me pareció a mas de bujarrón un gilipollas que solo quería mariconear cuando todos los demás nos la estábamos jugando.
Saluditos.

Belkys Pulido dijo...

Recuerdo con gusto Mujeres al borde de un ataque de nervios, de ahí para acá ya no entiendo si son universos paralelos o yo vivo en XT

NVBallesteros dijo...

Le dejo saludos, paso tarde porque aveces los deseos no son mas fuertes que las travesuras de internet...

Besos