Vistas de página en total

domingo, 4 de octubre de 2020

DÉJAME EN EL SUELO Y SE LE PASARÁ

 


   En medio de la noche yo llevaba de la mano a un niño de cinco o seis años hacia una estación de autobuses. No había muchas farolas por allí. El suelo era de adoquines.  A su vez el chico, en el otro brazo y agregado contra su cuerpo, llevaba un bebé envuelto en mantillas. Era su hermanita. Me pareció que el bebé rompía a llorar, así es que paramos un momento y se lo cogí yo. Le tapé bien y me lo acerqué al oído, mientras volvíamos a caminar. Olía a tarta de manzana reciente. No lloraba ya. Cómo rebullía con pataditas contra mi pecho. Como un conejito preso en un hoyo, algo así. Unos metros de empedrado más allá, el que empezó a llorar fue el chico. Yo no sabía qué hacer. Entonces el bebé, no sé bien cómo, con uno de sus bracitos tiró de mí y me dijo déjame en el suelo, anda, y se le pasará. Así lo hice y eso pasó, aunque, justo después de dejarlo sobre los adoquines, el bebé se estiró y era ya una niña de ocho o nueve años. Tenían los dos rasgos orientales, de chinitos guapos. Con cada uno a un lado, agarrados a mis manos, reanudamos la marcha. No se veía la estación y llevábamos ya un buen rato andando. La chica me apuntó muy bajito por qué no nos cantas una canción, anda. Me puse con la de Goytisolo y Paco Ibáñez… érase una vez un lobito bueno, al que maltrataban todos los corderos, érase una vez un príncipe malo, una bruja hermosa y un pirata honrado… Se la sabían y la fuimos cantando los tres tan contentos bajo las estrellas. Al acabarla nos metimos a un bar y en la barra me di cuenta de que los hermanos eran ya dos adolescentes de facciones mediterráneas, españolitos como yo. Él era muy parecido a un primo carnal mío. Se pidió un café con churros. La joven, muy guapa, con unos poderosos ojos negros, se volvió entonces frente a mí y empezó a besarme con vehemencia, como a picotazos suaves, con ansia. Al lado nuestro un viejo con un palillo en la boca nos miraba con descaro. Ella le desafió con la mirada, hasta que aquel fulano la bajó y se largó. Ella envolvió mi mano bajo la suya. Me apetecía un buen bocata de calamares calentitos. Y eso fue lo que me pedí. Y amanecía tras los cristales.

SOY ESCRITOR

111 ROSAS o EL LIBRO DE LAS AGRIDULZURAS (Es bien fácil pedírmelo y recibirlo, va). Las historias -y mira que se ve envuelto en mil y una descacharrantes aventuras mi condenado protagonista- de un hombre, más sensible que patético, en busca de sí mismo y de los demás, a la búsqueda de los afectos perdidos, por cielos, mares y discotecas, entre mujeres fatales y mujeres magistrales. TE REIRÁS. TE DARÁ QUE PENSAR. TE EMOCIONARÁ. Pídemelo aquí o en josemp1961@yahoo.es  301 pgs CONSÚLTAME. 10 E envío incluido. 12 E por correo certificado. 15 E, si es contra-reembolso. Personalmente dedicado, va. HUMOR, AVENTURAS, SENTIMIENTOS A RAUDALES.


No hay comentarios: