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miércoles, 15 de diciembre de 2010

Marta Domínguez y su Cervantes (ahora sí)


    
     Ayer tarde le dábamos mi hijo y yo un repasito a la poesía de los juglares medievales, la misma sobre la que hoy debía él examinarse en su cuarto curso de…eso, de la ESO. Reparé en un verso que en el texto como ilustración venía y mucho llamé la atención de mi hijo por que él reparara en la extraordinaria belleza del mismo:
     “Me duele el frío que se os clava, hechicera”.
Se me puso -y perdónenme si entre mis millones de seguidores alguien se siente ahora concernido, que no hay en mí afán de burla sino de penoso notario-  hasta el habla como tomado de argentina caricatura sólo por el puro estremecimiento: ¿Tú viste, nene, pero viste qué lindo, pero andá, repítelo vos, repítetelo muy dentro de la chola por tres veces, y es hermoso el verso, ¿no es cierto? Ocurrió que mi hijo tenía mucho temario pendiente por estudiar –para variar- como para detenerse en los delirios climatéricos del quilombo de su padre. Así es que con los hombros y con un bufido al alimón díjome él algo parecido a “pero,viejo, sos un boludo pelotudo del carajo, dejáme ya en paz”, o traducido al español macárrónico que mi joven prenda gasta, algo como “me estás rayando que te pasas, tío, o sea, ábrete de aquí pero ya mismo”.
    
     Así es que siguió él a lo suyo y quedéme yo con ese “me duele el frío que se os clava, hechicera”, que parecía habérsele clavado al muá como una estaca en el corazón draculesco. Pensé: dolor, frío, invierno, clavar, hechicera. Claro: Marta Domínguez, el oro de su sonrisa franca ahora mismo mellado, arrastrado por embarrados páramos de muy angustiosas hondonadas, su diadema furcia en vez de fucsia en la galopada hechicera de la final recta, como si de golpe hubiéramos descubierto que fuera el raudal de su rubia alegría también de bote, es decir, de pega, y no natural. Cuánto deseé entonces que resultaran a la postre infundadas las torvas acusaciones policiales, y que saliera de su cenagoso embarazo de verdad radiante una niña del todo rubia e inocente como una simple barra de pan nueva.
    
     Y luego, pasado el efluvio delicuescente, que parecía yo un Presidente/poetastro en horas bajas, me ganó de nuevo el pobre sarcasmo que a veces también me distingue: esperemos que al menos no comparezca Marta Domínguez en La Noria, como en su día hizo Contador para contarnos la fantástica historia de Un solomillo en mal estado. Casi con eso uno se conforma. Y también con que alguno de los muy renombrados periodistas, en vez de montar numeritos circenses, reclame, en nombre de la opinión pública y del derecho a la información, el definitivo esclarecimiento de los hechos, la ruptura de la mafiosa ley del silencio y la puesta en escena de una serena reflexión sobre el alcance y la naturaleza del doping en el espectacular deporte moderno.
   
     ¿Es preciso recordar que el affaire Contador era hace más de un mes –según repicaban todos los medios- de inmediata e inaplazable resolución, y que un negro telón parece haber caído sobre el mismo, tras el cual diríase que algo -¿y quién?-  estuviérase “negociando”? ¿Dónde está el  sano empuje de una Opinión Pública ciudadana que reclame verdad y no simple divertimento?
    
     Sorprende el constatar a cada paso y en las más distintas esferas una común predisposición psíquica, el verdadero espíritu en todos los órdenes de estos tiempos aciagos: el  ganar como sea. Nunca como ahora tuvo peor prensa y se hizo mayor burla del prestigio del perdedor, nunca nadie estuvo tan en vilo, que incluso literalmente roba el sueño a sus más preclaras mentes, y tan dispuestos a jugárselo todo y a todo lo bueno que en ellos creció arrojarlo por la borda para y por encima de todo… conseguir hacer realidad virtual la letanía esa de Luis Aragonés, sabio de Hortaleza, que no voy a reproducir de nuevo aquí.
    
     Pero el triunfo más verdadero y arrasador del espíritu de estos tiempos escóndese para mí en que hasta traspasa los propios sentires de los naturalmente fracasados, haciéndoles creerse muy divinos encima y muy dispuestos ellos también a ganarlo todo, poniéndose así en el mismo bando, igualándose a ellos de paso aunque sea sólo psicológicamente, es decir, de forma figurada, de los más maquiavélicos –pobre Nicolás de-  Hipertriunfadores, de los más Insaciables Acaparadores de Éxitos. Con lo saludable y humana que bien llevada es la desordenada orden de los fracasati.
     Y en éstas llegó la carne de mi carne, o sea, mío hijo, y me arreó una colleja tras la nuca, “toma, como Mouriño a Guardiola, so Bocaccio”, y escapó a la carrera por el pasillo el muy tunante, como Messi que llevara el diábolo.
     

                                                 
       

5 comentarios:

Terly (Juan José Romero Montesino-Espartero) dijo...

Hola José Antonio:
Me ha gustado y me ha divertido leerte, sobre todo los párrafos que le dedicas a tu hijo, me han encantado.
Sin embargo me entristece el resto de tu post, no por lo que en él dices, sino por lo que de realidad hay en ello.
Te agradezco tu visita y afectuoso comentario al tiempo que te deseo una muy feliz Navidad en compañía de ese chaval que ya me cae simpático sin conocerle.
Un abrazo.

Ángeles Hernández dijo...

No me gusta, no me gusta nada , el dopaje por supuesto, a quien le va resultar agradable saber que donde dije digo digo Diego y que
Al que no le pillan no es no se haya sopado es que levdio tiempo de usar antídoto.

No me gusta y me da una pena terrible que el afán descuerar récords sea siempre conseguido . Ciertas marcas deberían ser imbatibles al menos en un par de décadas hasta que un nuevo dechado de la naturaleza con tesón , esfuerzo y entrenamiento , pudiera llegar a lo excepcional.
Pero no , hay que seguir subiendo alturas y bajando tiempos , de manera irritas , cada campeonato , cada olimpiada y para acelerar el tiempo que cuesta que se haga el atleta mejor del mundo , y para que no haya uno sino muchos , forzamos nuestra perfectamente estructurada maquina llamada cuerpo humano , con sustancias que le son ajenas a fin de conseguir resultados que también deberían dermis ajenos , o al menos excepcionales .

Mientras el deporte de alta competición siga jugando al juego perverso de altota, cirios , fortius, los atletas que quieran tener algo que rascar tienen que competir con las miasmas armad que sus competidores: su cuerpo y las ayudas que múltiplican sus capacidades.

Que no es eso , que no es eso , que gane el mejor aquí y ahora que no tiene por que ser mejor que otro de hace una década.

A este paso y cuando las técnicas de ingeniería genética estén mas evolucioadas en vez de EPO para tener mas hematíes se inyectaran genes que alarguen las piernas y brazos , disminuyan el consumo de oxigeno en los esfuerzos o anulen la necesidad de descanso.

Entonces , en aras de las marcad que no del deporte ? Serán seres humanos o humanoides subespecie recordman/wooman.

Marta ha triunfado como casi todos . Son las leyes del mercado del deporte como generador de grandes capitales con psidomaquinas humanas que se someten porque son la letra pequeña que nos queremos ocultar .

El problema esta mucho mas arriba

supersalvajuan dijo...

No me hables de la ESO, que la sufro a diario!!!

José Antonio del Pozo dijo...

-Terly: gracias, si he sido capaz de que lo que escribí te encantara y te divirtiera algo, y por dejármelo dicho aquí. Feliz navidad, claro
-Angeles:sí, la ingeniería genética y los avances nos ponen en brete el concepto de humanidad clásico,y abre interrogantes enormes, pero lo peor es la ley del silencio en el deporte en torno al tema. Gracias por compartir tus reflexiones conmigo, y con mis millones de seguidores.
-supersalvajuan: ¿eres profe? ¿qué han llegado a hacerte esos redomados cabroncetes? Un saludo, amigo

Ángeles Hernández dijo...

Lamento las erratas de mi comentario, escribir con móvil es lo que tiene: agiliza pero confunde.

Un abrazo y por si acaso no llego: felices fiestas al autor y a sus millones de seguidores. A.