“A mí se me podrá acusar de muchas cosas, pero no de ir a un debate en
bragas, no de ir a una entrevista sin habérmela preparado”, el mismo Pablo Iglesias así se lo reconoce a Évole en el transcurso de su estelar participación en Salvados. Y es verdad,
en esa meticulosa preparación, aparte de en poseer una buena cabeza y una más
que notable facilidad retórica, reside en buena parte la clave del éxito del
Líder Sumo de Podemos, que al alimón con Évole,
de cuco a cuco, nos brindaron una ambivalente comparecencia televisiva, que a
algunos defraudaría pero que acaso a muchos más agradaría. Ambas Superestrellas
se amagaron sin darse hasta conseguir que no pareciera la cosa un tongo,
excepto dos chafarrinones –la joven y
Sabina, tan “casual” ambos-, de una abyección prosoviética. ¿Te animas, es
decir, me animas, lector, a desgranar la jugosa interviú?
Diríamos entonces para empezar, que, a despecho de mostrar Pablo Iglesias una insolvencia y una
ligereza en materias económicas y jurídicas pavorosas, desasosegantes para un
espectador avisado –los únicos datos allí los ponía Évole, que los llevaba apuntaditos-, preparó Iglesias la entrevista orientándola hacia lo que el target de la millonaria audiencia de Évole deseaba oír: amable colegueo de
jóvenes izquierdistas radicales ma non
troppo sobre un lecho de esporádicos e indignados latigazos anti-Casta.
Y de entrada también le puso y no le puso fácil la cama Évole (que, como muchos Grandes Comunicadores
del Progreso juega ya a dos barajas, por si Iglesias se rompe la crisma, una, por si Pablo va-y-gana, la otra) y le apretó con preguntas economicistas
que “desnudaron” los escasos fundamentos económicos del Líder, en el contexto
global de una entrevista amigable, (todo el rato Pablo…, pero Pablo… es que Pablo…) cálida, informal, cercana,
luminosa, callejera… sólo dos más ellos
entre el sufrido Pueblo, -encarnación del Pueblo ellos mismos, era ese el
metamensaje que sobre todo se proyectaba- es decir, la modestia escénica propia
de un fenomenal spot para el grato consumo de la enorme parroquia evoliana. “Pues
a lo mejor debería dejar de tener un iphone”.
Como anda Iglesias ampliando
su mercado electoral, con astucia entrevera su discurso genuino con la
obligada moderación tipo Felipe del 82
que ahora el guión le exige. Nada más empezar, una tremenda revelación –que es confirmación, ya en este blog
glosada- y que en ningún análisis he visto resaltada: “Para mí el Ejército es
fundamental… yo hablo con muchos militares, hay un Círculo Podemos de
Profesionales de las Fuerzas Armadas, y es una cosa que me interesa muchísimo,
cuando me explican cómo ha evolucionado el Ejército, y hacen falta militares
valientes”. ¿Hacia qué apunta Iglesias
con esas frecuentes conversaciones suyas con militares y con esa exigencia de militares valientes? ¿Qué significa eso?
¿Qué otro partido alardea repetidamente así de sus contactos con militares?
¡Él, que fue objetor de conciencia, sugiriendo el modelo Chávez ahora!
Y luego el paso atrás: “estamos aquí para intentar cambiar el país
y en esa tarea de cambio no sobra nadie”, terminología calcada a la de
Felipe González del 82, la mandanga del cambio,
con la salvedad, reflejo de la centrifugación autonómica, de a los fans de Évole mejor hablarles de “país” y no
decirles “España”. Y otro: “el equipo de campaña de las narices me
dijo, Pablo, te tienes que quitar el piercing… los compañeros me dicen modera
algunas cosas, porque hay gente que puede entender como una falta de respeto,
hay que ser cuidadoso…”, como si pudiera alguien creerse que, habiendo
sido él sobre todo estratega, asesor y analista de políticos, no fuera esa
decisión más que suya. Va otro paso atrás: “una visita ahora a Venezuela… sí, nos
hubieran dado hostias como panes”.
Faltaban aún los dos chafarrinones, divertidísimos, con los que Évole&Iglesias quedaron allí corridos más que Salvados, y que MAÑANA, lector, si vienes tú por aquí, juntos paladearemos, que no quiero ahora yo aburrirte más, ya tú sabes.
(Terminó octubre, ¿lector? ¿Te gustó el blog? ¿Lo valoras? Necesito vender algunos ejemplares más de mi libro, que es además muy bueno -creo-, para seguir escribiendo. ¿Me lo pedirás? Precio por correo normal: 10 euros)
1 comentario:
Pablo, no, que de su modelo bolivariano ya sabemos.
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