Hubiera pagado por verla de nuevo nada más salir del cine, sólo que era
la última sesión de un día que esta peli hizo también maravilloso. Ha pasado
casi desapercibida en la movida de los Oscar y en la información sobre cine de
los media,
es decir, han arrojado paletadas de silencio sobre esta película
extraordinaria. ¿Por qué? Un absorbente drama, atiborrado de referencias
cinematográficas implícitas pero a la vez actualizadas de forma original y
vivísima, ambientado en la América profunda, sobre dos hermanos, blancos, que
van atracando sucursales para evitar que el Banco se quede con el rancho familiar
tras la muerte de su madre, y dos policías que a distancia les siguen.
Excelente la estudiada composición de los cuatro personajes centrales,
la riqueza de ese juego de oposiciones y complicidades, de soledades y de
compañías que entre ellos se dan, su profunda humanidad, sus poliédricas razones,
sus dolientes sentires. Logradísimos los
diálogos, tan afilados como inteligentes, al servicio siempre de la historia.
Asombrosa la brillantez del guión y de la dirección para a la vez mostrar y
expresar tantísimas facetas del presente: drama íntimo y social a la vez, el
elemento humano y sus dilemas, las absorbentes minorías étnicas y sus mutuos
prejuicios, su comedia y su tragedia, y la inmensidad del paisaje, esas
inabarcables llanuras en toda su desolación y grandiosidad. Portentosa la medidísima
concatenación, trenzada con preciosas músicas, de los ritmos en la historia,
que alternan la pura acción con el remanso de la misma, y las transiciones
entre una y otra, para que más hondamente se pose así todo en el entendimiento
del espectador. Una muy fina y artística mano en la composición de los
encuadres, a menudo en hermosísimos tonos ocres sucios, que nos remiten a los
mejores pintores y fotógrafos norteamericanos de la Depresión y la Posguerra,
muy pertinentes con la historia y que sin guiño
de virguería auto-ombliguista se nos ofrecen uno tras otro. Imágenes de
una resonancia artística y sentimental poderosísima, sin pecar nunca de
enfáticas.
Reflejo crudo de la violencia actual, claro, pero no regodeándose en
ella, como Tarantino o los Coen, no
haciendo de la misma un espectáculo o un cebo viscoso y facilongo sobre el que afirmar una dudosa autoría; antes al contrario, adoptando ante ella no una actitud
sermoneadora pero sí ética: el
diálogo final inscribe de forma tan nítida como expresiva las consecuencias
fatales que inexorablemente comporta la violencia, la amenaza de
deshumanización que siempre encierra su desatarse, la apremiante necesidad en
quienes la ejercitaron –legal, arbitraria o necesariamente- de hallar paz en sus
conciencias, pues sin dudas ni remordimientos ante ella, no hay ya humanidad.
Muy grande, pues, esta “Comanchería”. ¿Por qué ha pasado
tan injustamente minusvalorada?
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2 comentarios:
Buenos días escritor.
Completamente de acuerdo contigo. Es una película extraordinaria en todos los aspectos. Excelente tu valoración. Leer tu texto sobre ella todavía la engrandece más.
Buen día
E
Muchas gracias, E. Celebro coincidir contigo. Buen día, E
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