Adiós, tristeza, adiós

   (Viene del texto mío de ayer) 

   ... El travolta pierde muy poco el tiempo, la verdad, como si intuyera a la perfección que ahora, con la telebasurización social, en el folletón del flirteo trámites sobran. Le acerca mucho la cara riente, le cuenta un chiste preparado, y como ella sonría, zasca, la abraza y ya no la suelta: ese es todo el tejo de su cortejo. ¿Que –raramente- le rechazan? Ni se inmuta: le escupe de soslayo un improperio a la interfecta, y a otra cosa, Mari Rosa, es decir, a por la siguiente presa. Un espectáculo, eso es. Aventurábase entonces, con tales antecedentes, que nuestra madurita heroína, adusta como andaba, repudiaría sus encantos. Malaventurábase. En only minuto y medio -adiós tristeza, adiós- era la sonrisa la que festoneaba ya por todo lo alto su rostro. Travolta reía mucho también, la rodeaba ya con sus brazos, la estrechaba entre sus magras carnes, sin duda haciéndole notar su hombría. Sin rebozo la boca le buscaba ya una y otra vez con la suya de escualo, a lo que ella, que también un poco por la espalda los brazos le pasaba,  con hábiles giros del cuello por el momento se resistía. No por eso, por supuesto, se echaba travolta “patrás”. Se veía que a ella, de momento, además del abrazarse un poco, le gustaría bailar juntos la pringosa salsa que en ese momento por altavoces ponían, y a ello le incitaba. Sólo que el Ligón Mayor del Reino es otra salsa la que sobre todo mojar quería. Quería a toda costa comerle allí la boca a la sesentona, acaso más amancebado con esa Triunfante Imagen de sí mismo, que con las mieles de la otra. El caso es que, al cabo de otro minuto y medio, pareció acordarse allí entrambos una transaccional, en virtud de la cual ella acabó por echarle los brazos al cuello y el Gran Ligón accedió por su parte a marcarse unos pasos, y así le entregó enseguida Escarlata la boca.

   

    Termina la salsa y, quiere, claro, morreador tan vocacional como profesional, volver el Gran Ligón a las boqueadas, a la vera de la barra del Antro ahora. Qué tío. ¿No se cansa? Para un momento –parada biológica, se le habrá acabado la saliva- y se pide una copa. Héteme aquí, Catherine Hakim, que en estas aparece otro conocido Ligón del Antro -una versión en degradée de James Dean, hazte una idea de las trazas-  más aniñado que el travolta, -podría sin duda pasar por hijo de nuestra Escarlata O´Hara ya contenta-, que a la misma con besos en mejillas saluda. Entonces... entonces CONTINUARÁ MAÑANA (espero).

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