Se demuestra también la regresión cultural que como sociedad experimentamos en el desparpajo –próximo al alarde-, impensable no hace tanto, con el que mucha gente proclama “yo es que no leo libros”. El Sistema Dominante ha conseguido que la gente se muestre orgullosa de su molicie, jactanciosa con su burricie. ¿Qué podemos hacer los escritores sin Nombre, dime, aparte de inmolarnos?
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