Como un ángel olímpicamente humano
Como un niño humilde con superpoderes
y un par de guantes que le vienen algo grandes
Como un héroe del común ante el gran Napoleón
Ante el mago Messi y sus diabluras inconcebibles.
Nobilísima contienda de infantiles colosos
Casi dos chavales frente a frente
Durante el recreo montaraz del instituto
Que boquiabiertos pasman a los mil y un Universos
Que ante ellos detienen su estrépito
Que los astros mismos se les reclinan en silencio.
Como un resorte de felina inverosimilitud
Como el gato cimarrón de un barrio en construcción
Que le obligara siempre a andarse con cuidado
Y a recortarse un poco las mangas
Cerrándole así el paso al miedo.
Cruzando a ras de hierba, un palmo por encima de ella
Fundiendo en su estirarse el hierro mismo
Y la severa gravedad… de la ley que lleva ese nombre
Que nunca vióse levitación tan rauda
Ni el vértigo fulminante de ese vuelo.
Benéficos ciclones que tras sus espirales se levantan
Dulces brisas que con su prisa él impulsa.
Salvaguardando de norte a sur
Los dominios de su arco inmaculado
Las diagonales sagradas de su puerta
Que Iker en su alarde ampara y pone brillo de dintel.
No, no se estiran sólo unos dedos,
Un trabajado muelle de articulaciones y tendones.
Lo que se despliega, lo que vuela,
Lo que porfía y lo que nos salva
Es el prodigio inacabable de una ilusión,
El raudal inagotable de un niño enfebrecido
El corazón bárbaro de un niño valiente
Que soñó un día detenerlo todo
Que soñó un día besar a la Diosa
Que por mucho que sea ella de piedra
Divinamente humana ahora
Ante Iker también tiembla
Y ya le ofrece al Arquero –míralo-
Húmedos labios de gloria eterna .