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miércoles, 17 de octubre de 2012

Poderoso Caballero es Don... Don Artur Mas


   
    Poseen los tópicos una especie de  íntima pujanza bovina y mostrenca que les hace inasequibles, no ya solo al desaliento de su propia tosquedad argumental, sino incluso a la más que probada refutación intelectual e histórica de los mismos. Claro, esos sobeteados lugares comunes les aportan a quienes son poseídos por los mismos gratificaciones nada desdeñables en estos tiempos ultra-acelerados que vivimos: a la manera del corta-y-pega, evitan y solucionan el arduo problema de la interior deliberación -que exige la atenta procura de más información y el ejercicio del propio juicio- y además, como los auriculares que vemos por las calles entre los jóvenes, le envuelven inmediatamente a uno en la plácida burbuja de la melodía compartida por el grupo mayoritario.
   
   En dos palabras, lector, que también a veces me paso yo de enterao, los tópicos tranquilizan y reafirman mucho a quienes los propalan. Simplifican en su básica receta la intrincada complejidad de las sociedades abiertas y modernas, precisamente caracterizadas por la existencia de múltiples y variados centros de poder. Así en política, por ejemplo, cuántas veces no habremos oído el mantra de que el sistema democrático del que creemos disfrutar es una pura fachada, que son los políticos meros guiñoles de los verdaderos Amos del Poder y de la Historia: los Señores del Dinero. El Dinero manda, y punto pelota. Es el Capital y su interés (el criminal Capitalismo, vale) el que mundialmente desde algún secreto lugar decide el destino de todos, y son sólo los políticos sus más o menos meritorios lacayos. El Dinero no conoce de fronteras ni de contradicciones, se dice, y especialmente los políticos de derechas –esa clase de burgueses- son sus títeres, que aquellos, desde las sórdidas alturas, coordinan a placer. La Política es pues pura pamema, pues no tiene resquicio alguno de autonomía para dictar sus normas a los Sumos Propietarios Capitalistas.     
    
   Mira que tenemos delante la extensión de los fundamentalismos religiosos, que vuelcan con su propia ira los destinos de decenas de  países. O la  creciente marejada ahora de los nacionalismos, con su consiguiente llamada a la re-medievalización de las relaciones económicas y humanas. Sólo por citar los penúltimos ejemplos: la Presidenta Argentina decide de un plumazo manu militari nacionalizar la multinacional Repsol... No ha pasado nada. Es decir, es la poderosísima multinacional quien se ha visto desplumada. O en España: la amenaza independentista que, estando en el poder la Derecha española, enarbola ahora la Derecha catalana, que en virtud de la ley de hierro o presidencialismo extremo imperante en los partidos casi podemos atribuir a la exclusiva decisión de Artur Mas, ¿obedece a una implacable lógica económica de mercado?, ¿envuelve ese delirio sadomasoquista una astucia inclemente del Capital? ¿O más bien no ocurre precisamente al revés, y es el ámbito político –el reducido coro de sus líderes- el que pone contra las cuerdas y doblega la relativa autonomía del mundo económico?
   No es Mas quien dobla la mano. Es el acaudalado señor del Imperio Planeta, sr Lara, el que debe agachar la cabeza y con lo que pueda escapar del Oasis.   



Post/post: gracias a Juante, a CLAVE, a Mónica, a Juan Carlos, a Aspirante, a essostre, a Zorrete Robert, a mybuscador por sus soberbias reflexiones, de las que me enorgullezco, por hacer mejor este blog, por bloggear ayer a mi lado, GRACIAS.

martes, 1 de mayo de 2012

Yo tenía una empresa en la Argentina


   
    Todo lo humano tiene su haz y su envés, claro, -excepto las construcciones imaginarias de los totalitarios- y no van a ser las empresas multinacionales la excepción, pero en conjunto, la mejora increíble de las condiciones de la vida para la inmensa mayoría de la gente guarda relación con las enormes posibilidades que la economía privada ha abierto en su expansión y desarrollo. Habrá de todo, ya digo, y deben, para ser benéficas, convivir en competencia entre sí y con las medianas y pequeñas firmas, pero las empresas multinacionales son en conjunto el resultado de una acumulación de organización y saberes impresionantes que han proporcionado a las personas servicios y prosperidad en una forma insólita en la Historia de la Humanidad. 
   A veces las grandes multinacionales vienen a ser como esas gigantescas y deslumbrantes catedrales góticas, que, teniendo su antecedente en las escuetas naves románicas –a menudo, por simples, mucho más cautivadoras- sobrepasan la medida humana y no dejan de maravillar. En la variedad está, suele decir también el tópico, el gusto.
   Sigue también sosteniendo de forma paradójica la leyenda de las sociedades abiertas –cuyas cualidades intrínsecas arrojaron al basurero de la Historia a los experimentos totalitarios del siglo XX, aunque no dejan nunca de cautivar oscuramente desde allí la necesidad de absolutos de los humanos- el repetitivo mantra de que el Dinero lo puede todo. Gobierna... quien gobierna, viene a la pata la llana a decirse, como una de esos axiomas que no necesitan demostración. ¿Rajoy, Zapatero? Bah, el mismo excremento, simples mandados del Capital, se insiste machaconamente una y otra vez, pese a vivir en sociedades cada vez más imprevisibles y caracterizadas por una creciente y acelerada complejidad.
     Bueno, pues el odioso Capitalismo es a menudo en realidad... un simple tigre de papel, -como Mao, aquel bárbaro genocida revolucionario, dixit- de papel, digo, no como los felinos que cazaba en África la baronesa… Thyssen, iba a escribir. Los tiranos y los revolucionarios profesionales –tales para cuales- saben esto de sobra. Lo tenemos delante de la mirilla: cuántos años, esfuerzos, vidas, proyectos, ingenios, riesgos, inversiones, cálculos, inteligencias, previsiones no habrán costado el conseguir edificar y mantener una nave tan colosal como Repsol para que, en un abrir y cerrar de labios inflamados, la Kirchner, es decir, lo Político, ordene desalojarla y apropiársela, que es que se  pide ella un repsol para cenar esta noche.
     Coja, pues, Brufau la pluma, cojámosla todos en la medida en que éramos partícipes de las ventajas de contar para nuestro país con una firma de esa dimensión, y empecemos: “Yo tenía una empresa en Argentina…  y en éstas llegó la Kirchner”. 



Post/post: gracias a Cincinato, a Winnie0, a Kayla, a Ana Gregorio, a jescriban, por su extrema amabilidad de hacer el blog junto a mí, incluso cuando lo dejé hecho a medias, GRACIAS.