Se les vio hace años correteando
juntos por las calles de Seúl, con
motivo de una reunión de los países más ricos del mundo. Si aquella vez el
gobernador inglés, rebosante de ínfulas (de las malas, atento lector, sabes que
yo defiendo las buenas ínfulas), dejó en la carrera tirado al manda leonés, de
resultas de la cual al poco tiempo hubo de retirarse éste a contar nubes
–fenómenos inglés el de las nubes donde los haya-, puede que sea ahora el british quien se vea impelido a
escardar y numerar cebollinos, por cuenta de su atolondrada carrera escocesa
hacia la nada. Jóvenes, briosos, dinámicos, inventores de la pólvora ambos dos,
similares en un mismo adanismo político.
Si Zp quiso, con sus bobas
promesas a Mas y a Maragall, arreglar el problema
catalán, consiguiendo sólo más y más envenenarlo –debió saber lo que
decía Ortega, que el mismo todo lo
más se puede conllevar-, el premier conservador, con el anuncio del
referéndum independentista escocés está en un tris de liarla pero parda. Aun
siendo realidades históricas y sociales muy distintas, la fanfarrona apuesta de
Cameron, gane o pierda, que igual da
ya, convierte su figura en la de un Artur
Mas viviente, que quedará para el arrastre entre los garrafones de la Historia.
Es desde luego una irresponsabilidad temeraria el abrir, por su cuenta y
riesgo, sin apenas presión encima, esa disipada espita hacia la disgregación y
el particularismo medievalizante, esa invitación al telúrico Regreso
a la Tribu que en todo nacionalismo extremo late, no sólo para la Gran
Bretaña sino para la Unión Europea en su conjunto. Es el funesto precedente que crea –cómo
negarle ya el mismo derecho a Gales,
a Irlanda del Norte… pero también,
bomba de relojería, a las numerosísimas minorías que por toda Europa, con su
trágica historia a cuestas, pululan- y es también la paralizante inestabilidad
económica e institucional que para el entramado europeo supone, en el contexto
encima de la delicada situación económica presente, lo que hacen de la ocurrencia
cameroniana un grosero dislate, impensable desde luego en Thatcher.
Añádesele encima el otro referéndum cameroniano prometido, acerca de la
pertenencia o no de Gran Bretaña a
la Union Europea, y tendremos todas las trazas de un
advenedizo de mentalidad adolescente, tan peligrosa en política. Aquel día en Seul, el lechoncito de la piel
sonrosada dejó muy atrás al giocondo de
las mallas negras. Es de ver la imagen aquella del par de líderes: el uno,
con los colores de la Nación que él mismo consideraba discutida y discutible;
el otro, con la leyenda encima de una England
United The World United para
luego hacer posible la separación escocesa, como si eso no dividiera a los
mismos ingleses, como si no desuniera eso el mundo. El uno loco por pillar la
hamaca de contar nubes. El otro, loco por estamparse contra el muro de su nada.
Si les pones a los dos una faldita escocesa, ellos mismos correrían a soplar la
gaita. Qué adanes soplagaitas los dos.
LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS
(Resumen y análisis de la obra en estos enlaces)
154 pgs, formato de 210x150 mm,
cubiertas a color brillo, con solapas. Precio del libro: 15 Euros. Gastos de envío por correo certificado incluidos en
España. Los interesados en adquirirlo escribidme por favor a josemp1961@yahoo.es
“No soy nada, no quiero ser nada, pero conmigo van todas las ilusiones
del mundo” (Pessoa)
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