A lo lejos el zumbido en sordina de los abejorros más aún incita a ello.
Sí, el sopor propio de las horas caniculares, después de comer, cuando el calor
nos aplasta y reduce hasta dejarnos suspensos y exánimes, es toda una
incitación al dolce far niente, al
paulatino e inevitable abandono de la consciencia sobre cualquier tumbona… y a
dejarse caer en el marasmo amarillento de la
siesta, en sus arenas movedizas que como un membrillo dorado poco a poco
nos van atrapando en su concéntrica espesura… Vale, entremos en la siesta, como el que se deja muy
despacio conducir a un amodorramiento placentero del sentir, como si a cada
parpadeo nos invadiera el reino de un pacífico aletargamiento, como si nos
maniatara un bebedizo narcotizante vagamente risueño... entreguémonos y disfrutemos
así de la siesta, pero… contigo cerca,
por favor, a la vera mía, a mi mano, para que sea también la muda fiesta del
adormecimiento compartida y doble, para que mi mano, sonámbula y premiosa, como
al desgaire, casi sin quererlo, se abandone sin peso también por entre tu
cuerpo, sin buscar ni perseguir nada, sin que apenas tú la sientas, posarse
sólo como una gaviota desganada y rendida por entre la maraña de tu pelo y el
pomelo de tu cuello, por aquí y por allá, lentísimamente rodando por entre los
acantilados misteriosos de tu cuerpo sólo a medias desmayado, como una
suavísima y dorada esponja de mar decantándose morosa –la siesta tiene algo de
la lentísima vida submarina- y sin afán alguno aquí y allá sobre tus cofres
naturales … Hum, en las horas caniculares, sí,
il dolce far niente …
contigo.
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LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS
A Armando, un cuarentón de clase media, un buen día su mujer le señala la puerta de salida de casa. Ella ha encontrado a otro más alto, más fuerte y más guapo que él. “Aprende a quererte y los demás te querrán”, le sentencia. Descubre entonces Armando, de golpe, su minusvalía emocional: un paria en la tierra de los afectos. Ha de salir al mundo; a un mundo, que por temperamento, le es ancho y ajeno. Cómo superar su desconcierto, cómo sobrellevar esa zozobra, cómo suturar la herida… Cómo aprender a re-armarse como persona. En las asombrosas peripecias humorísticas, librescas y sentimentales que le suceden, en ese cúmulo de emocionantes encuentros y desencuentros… ¿hallará siquiera a medias Armando su lugar al sol?
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Pídelas en josemp1961@yahoo.es
3 comentarios:
Me ha encantado esta siesta...la siesta marina.
muchas gracias, Campu, buena amiga, un abrazo
Creo que ella no rechazará un ofrecimiento así, tan tierno y apasionado a la vez.
Un beso integral, como el pan.
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