Por inusual y persistente en el tiempo, por el caudal de muy puros y
apasionados sentimientos por fuerza en la misma volcados entre tan improbables
como temerarios enamorados, por lo que su extensa duración supone de llevarle
la contraria a estos tiempos plagados de engaños, caprichos y “calentones”, el amor entre Emmanuel Macron y Brigitte Trogneux, 24 años mayor ella que él, sin lugar a dudas lo
es. Quién, más o menos, no se ha platónicamente “enamorado” de alguna profesora
suya –o profesor- durante la feromónica adolescencia. Vemos en la luz clamorosa
que desprende esa/e profe, que toda la belleza y el misterio del mundo nos está
transmitiendo, una suerte de dios/a al que entregarnos. Así él de ella a los 15
abriles, que eran 39 en ella.
Lo que ya no es habitual es que la profe,
a la sazón casada y con tres hijos entonces, también ciega e irremisiblemente
se prende de él, que se llama Emmanuel. Vale, era menor de edad, y quién sabe
con qué incontenible fuerza pueden a la vez retumbar dos corazones enajenados,
quién puede juzgar con hierro candente el fuero tan íntimo de una persona. Cómo
no comprender el vendaval de contrapuestos y dramáticos pensares y sentires en
que debió verse zarandeada sobre todo Brigitte,
que era la responsable, la mujer que tantísimo tenía que exponer y perder en
aquella arrebatadora locura. Hablan de ello, y de ellos, mejor que nadie los hechos posteriores: cómo, a pesar
de la oposición paterna, que impuso la momentánea separación de ambos, a pesar
del escándalo social en la provinciana Amiens, a pesar de la zozobra y las
propias dudas que muy humanamente les aguijonearían, contra Todo y contra
todos mantuvieron y afianzaron ellos dos su romance. Cuando los padres
obligaron a Macron a irse a París,
le dejó el chaval, con 17, a Brigitte,
41, una frase que ni Dumas,
vamos: “Cualquier cosa que hagas, un día me casaré contigo”.
Y, a diferencia de tantas películas y realidades contemporáneas -que con
su ácido destilado nos hacen malévolos e incrédulos ante esta extraordinaria
historia de amor, por eso circulan ya venenosas leyendas sobre ellos- a esas
aladas palabras no se las llevó el viento: en 2007, con el reconocimiento ya de
ambas familias, se casaron Emmanuel y Brigitte,
y fueron antes y entonces felices, muy felices, y en 2017, cuando cuenta él 39
y ella 63, siguen siendo felices y a punto de comerse juntos las perdices de
los Campos Elíseos, a sus pies rendidos. Ojalá el Poder no liquide ese precioso
amor. En Francia tuvo que ser, oui.
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