Dice Withman - muy bien dicho- a quien lo lee... "lector, esto no es un libro, el que lo toca, toca a un hombre... Salto desde las páginas a tus brazos". ¡Como el personaje de La rosa púrpura de El Cairo! Siguiendo esa divina senda, algo parecido de mis 111 Rosas te digo yo: algo muy íntimo y propio, más, mucho más que una libra de carne yo te ofrezco, mi sentido y mi sensibilidad, mi corazón al desnudo. Pues, un libro intimista, no tanto porque nos revele interioridades escabrosas, sino porque sobre todo consiga con desnudez hablarnos al oído de los paisajes esenciales del alma atormentada de quien lo escribió, es también uno de los más acabados símbolos por el que alguien ofrece al Otro –a quien físicamente no tiene delante, al que de otra forma difícilmente podría hacerlo- la propia mano. ESTO SOY. En estas historias –no en forma de un discurso, sino con destreza encarnadas en personajes vivos a los que les ocurren cosas, a quienes sorprenden los avatares amargos o alegres de la vida- late la urdimbre sentimental que hasta aquí me trajo. Quiero ponerlas en común contigo. Quiero revivirlas A TU LADO. Te vas a reconocer en ellas. Aquí tienes mi mano.
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