Qué precioso este villancico de siempre y para siempre, qué acompasamiento tan feliz de ritmo, letra y melodía, cómo le da la vuelta al misterio turbulento que siempre agita la oscuridad tenebrosa de la noche, pues algo ha ocurrido, una epifanía, el fruto del amor, que nos vale también para cuando en la noche estamos muy muy a gusto con alguien, suspendidos en su encanto, y paladeamos el regusto inefable del después, esa epifanía, sí, y entonces, mágicamente, en efecto, sucede, y qué bien y qué dulce suena además en la lengua de Shakespeare, y en la Noche sin igual asimismo de San Juan de la Cruz, ese cántico y este, escucha bien esta canción, suspéndete en ella, "oh, Noche silenciosa, oh, Noche sagrada, todo está en calma y todo brilla, todo brilla alrededor del niño sagrado y bondadoso, que duerme en una paz celestial, los pastores tiemblan al mirar...", y bueno, qué decir, se nos esponja y se nos inunda de paz y de calma el mismo alma, todo en silencio, todo brilla, sin rastro de ansiedad, oh, noche silenciosa, oh noche sagrada y del todo sosegada.
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