En solidaridad con -sólo uno más entre ellos yo- todos los escritores sin Nombre del mundo que tanto trabajan y a los que nadie, ni quienes se dicen sus amigos, hacen puro caso, me declaro en HUELGA de dedos caídos… ante el teclado. No tenemos –no tengo- nada que perder. Sólo nuestra condena.
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