Un buen libro es ese que querrías leerte deprisa (porque tienes muchos más por leer, otras mil cosas por hacer) …y es que... no puedes, no puedes evitar detenerte y empezar des pa ci to... ...El caso es que me ROZÓ las manos con las suyas y sus pechos contra los míos. La zona de su vestido turquesa con mi camisa fucsia a la altura de los respectivos pechos, quiero decir. No te creas, acusé el par de alfilerazos contra mi pálido esternón. Yo creo que se me puso piel de gallina, porque la rubia bien guapa volvió a reírse. Y bueno, me soltó allí –no daba crédito el muá- una parrafada impresionante. Que si lo que ella valoraba más de un hombre, más allá del físico y de un ratito, eran la lealtad y la sinceridad, y que se había acordado muchas veces de mí, del escritor tan serio y blablablá. Y se me arrimó más. Y Sabina, no sé por qué, pues habría pasado media hora, seguía por altavoces soltando sus picardías donjuanescas... ENTONCES... (pg 30 de mis SIETE RELATOS IMPAGABLES)
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