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martes, 23 de julio de 2013

Y Antonio Gala cogió su fusil (la Izquierda Ultra, nuevo capítulo)

    


   Para hacer esta muralla tráiganme todas las manos, sí. ¡No pasarán! Así, Almudena Grandes, un día, que si nostalgia del molotov, otro, que si cada mañana se fusilaría ella misma a unos cuantos. Y así la Ceja Nostra de cada día, que vamos aquí agavillando –con nulo éxito, la verdad- sus extremos exabruptos. Espera, espera, que nos faltaba don Antonio Gala en la gala. Ganadores siempre todos ellos, o finalistas del Premio Planeta, doloridas conciencias todos ellos de la Humanidad, ahítos epítomes de depuradísima sensibilidad ellos todos.
      
   Despáchase nada menos don Antonio Gala, esa alhaja del escribir, en EL MUNDO (17-7-2013) con aquesta perla: “Que en estos momentos el primer ministro, o lo que sea Rajoy, diga que España es una democracia seria, es para pegarle un tiro o para mandarle a un circo a hacer de payaso en un trapecio”. Como lo lees, lector, sin matizar después ni un celemín su aserto.
   
   Lo de payaso en el circo tiene un pase, por más que esté la imagen más sobada que las jóvenes extasiadas de los sanfermines, que hasta a un escolar de la logse se le ocurriría. Pero, señor Gala, lo de literalmente… ¡”pegarle un tiro”! al presidente del gobierno, cómo se come esa no se sabe si más infame que idiota apelación a la violencia. Si semejante pasote no lo suscribiría ya ni el mismo De Juana Chaos.
    
   Desde luego esa cosa la escribe un bloguero anónimo y lo empuran. Se transparenta en ella la nítida fascinación por la violencia que en no pocos preclaros cráneos de la “intelligentsia” dizque progresista aletea. Esa galana estupidez merece mármol, que no la olvidemos así como así. Recordemos que otro presidente afín a éste en un tris estuvo precisamente de ser partido en dos tras un atentado.
     
   Más abajo remataba su artículo don Gala con otra genial machada: “… en general estamos de unos y otros hasta los mismos huevos”. Hombre, don Gala, que así se abra de capa un camionero gañán y testicular, pues, en fin, pero que lo haga su cursilonga latiniparla lo que produce es sobre todo pena. No, yo creo que los camioneros se pronuncian con mucha más templanza y ecuanimidad que la estelar estrella de la literatura y del articulismo hispanos.
    
   Qué les ocurre a estos santones progres, los amos de la Palabra, para que justamente se produzcan peor que los más chocarreros carreteros. Qué les pasa en la cabeza para ir, en medio del indignado clima social que todos conocemos, pidiendo “pegar tiros”. ¿A qué hooliganización social incitan estos intelectuales con sus extremistas regüeldos? Qué más premios de esta podrida sociedad capitalista quieren. Cuánto le pagan por escribir cosas como esa. ¿Es justo?

    
   Desde luego al joven que le guste escribir y lea hoy cosas tales en gentes tan principales, a buen seguro que le asaltará la tentación de simbólicamente volarse la tapa de los sesos. Vaya Gala, o sea.



LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS
(Resumen de la obra en post del 27-1-2013 y 1-2-2013)
154 pgs, formato de 210x150 mm, cubiertas a color brillo, con solapas. Precio del libro: 15 Euros. Gastos de envío por correo certificado incluidos en España. Los interesados en adquirirlo escribidme por favor a josemp1961@yahoo.es
“No soy nada, no quiero ser nada, pero conmigo van todas las ilusiones del mundo” (Pessoa)

jueves, 22 de diciembre de 2011

La Lotería y los Indignados

    
     Deberían las huestes hibernantes de la Santa Indignación anticapitalista, con Hessel-Sampedro-Santiago Segura-Peces Barba-Punset, -más Antonio Gala calentando en la banda- esa mítica delantera, al frente, si la estricta coherencia y el hondo sentido moral guiara sus actos, ocupar y alborotar de lo lindo esta mañana los salones en que se celebra el Sorteo hasta paralizarlo y detener así uno de los más preclaros símbolos y rituales de la glorificación del Poderoso Caballero. Incluso desde el punto de vista mediático, tan caro a estas idealistas gentes, darían ellos una muy revolucionaria Campanada que por todo el universo aún más extendería el trending topic de la Spanish Revolution. ¡Pocas ocasiones como esta, que mejor unan de una tacada teoría y praxis revolucionarias! ¡Gritarles delante de todas las cámaras a los bombos y a los niños de San Ildefonso su eurovisiva cantata del que-no-que-no-que-no-nos representan-que-no!
    
   
     

     
     DETÉNGANSE AQUÍ QUIENES PRISAS LLEVEN, -aunque desespero, lector, porque a la noche vuelvas conmigo, y a que les digas a tus amigos los tesoros que encontraste en este blog- pues aviso ya que a continuación desgrano pesadísima Teoría mía sobre la Lotería, la CLAVE y la LLAVE de su misterio, que algunos ya conocen y que –oportunista que uno es- no pienso perder la ocasión de en el día de hoy desenrollar, incluso luciendo palmito… y hasta literario estilito, si de ello soy capaz. Valga para el muá como disculpa que el Internet a todos nos está pulverizando la memoria, con lo que es preciso repetir mil veces las cosas para que al menos una quede. Va sin más mi plastísima Teoría:



 
    
    
     Es bien sabido que a la postre resulta la Lotería de Navidad –emblema sumo de todas las loterías- un notable instrumento anti-igualitario, ya que viene a consistir el misterio y la ilusión desmedidos que la misma cada año concita en quitar un poco de dinero a todos para acumular un mucho del vil metal sobre la cabeza de sólo  unos pocos, sin que éstos, por otra parte, hayan hecho mayor cosa para merecerlo. Vendría la lotería a funcionar entonces como curioso mecanismo redistributivo de rentas, salvo que de carácter regresivo, claro, por el que al final del sorteo son los pobres (en su mayoría) un poco más pobres y los ricos (de origen o sobrevenidos de golpe por el soplo de la diosa Fortuna) un mucho más ricos.
     Los modernos Estados del Bienestar, que con tanto afán pregonan buscar la más equitativa y progresiva redistribución de ingresos para los ciudadanos –recordemos el famoso Discurso del Viento zetapeico, montado todo él sobre la aversión a los ricos y la pasión por los pobres… de Somosaguas- deberían, si fueran coherentes no sólo proscribir las loterías, sino perseguirlas, por ser tan contrarias a los fines que dicen buscar.
    
     El fortísimo arraigo emocional que la lotería, al socaire de tanta plática  socialdemócrata, consigo mantiene entre la gente radica a mi juicio en el sencillo paralelismo que guarda con la Vida misma, tan azarosa y contingente, tan expuesta a mil y una circunstancias o avatares, a veces también súbitos y fuera de todo cálculo racional, que complican o facilitan de forma extraordinaria, -y en la lotería el meollo intrínseco es que el mazazo ese puede ser sólo superbenéfico, en principio- la existencia de los hombres. Parecería así que los hombres hubiesen acordado establecer un artificio para imitar con el azar de un sorteo lo que los escritores de los folletones decimonónicos llamarían los vuelcos maravillosos de la existencia para unos pocos.
   
      Se me dirá: al fin y al cabo quien era pobre antes, no mucho más pobre seguirá después, si no atrajo hacia sí el Maná. Sólo que no sabemos exactamente a qué gastos más esenciales desplaza la cuantía destinada a tentar la suerte. Traigamos el asunto a terrenos propios de letraheridos: cuántas veces no decimos cómo tal libro nos cambió la vida (o tal cursillo, o tal pequeña inversión), justo el que ahora no compramos por adquirir el billete de marras… que sólo más billetes nos puede traer, a despecho además de cuanto decimos en principio aborrecer al poderoso caballero.  
     Bien se ve, no obstante, que la promesa que en sí encierra la lotería no es tanto la puramente material como la ilusión condensada al máximo de transformar radicalmente (con una suerte de varita mágica) y de un plumazo el orden pautado de nuestros días (una Revolución estrictamente individualista y hacia arriba) y lanzarnos a una vida que imaginamos más plena… que es justo la que nos proporcionan bien baratitos los mejores…. (iba a poner blogs, fíjate, lector)… los mejores libros, quiero decir. 
     Como toda pulsión extraordinariamente egoísta, (la de ser Uno y nada más que Uno inmensamente Ricos, para darse más tarde el festín inconcebible de ser también inmensamente generoso…con los nuestros, claro, que es impensable el reparto total) una vez formulada y puesta en sociedad necesita, para hacerse tolerable, el ser en alguna medida maquillada. Así, con voz piadosa y acento algo fariseo lanzamos al vuelo esas dulces psicofonías de que “ojalá caiga entre los más necesitados, entre quienes menos tienen, y yo me alegro por ellos y tal y tal”.
          Pero el magnetismo atávico que la Lotería año tras año atesora estriba sobre todo en recrear en nuestro interior la simple suposición, el paladear la dulcísima textura de una sencilla promesa, la de que por qué no habríamos de ser nosotros esta vez –a pesar de las infinitesimales probabilidades de que ello acontezca- los elegidos de los dioses. Es en el fondo un sueño, que está de una forma o de otra, inscrito en la propia naturaleza imaginativa de los hombres que les faculta para ir más allá de su ordinaria vivencia. Es como cuando en la oscuridad de la sala del cine –fábrica de los sueños, se la ha llamado- juraríamos que sólo y nada más que a nosotros la Actriz o el Actor de divina hermosura es a quien está mirando, y que si por casualidad a fondo nos conociera, irremisiblemente de nosotros  acabaría enamorado.