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miércoles, 29 de febrero de 2012

Tercera Proposición para salvar la Monarquía de Juan Carlos I



   Confieso sin embargo que nada complacería mejor las ansias estetizantes de este discreto escribano si, entre los murmullos de expectación de la muchedumbre allegada, sobre la rampa de los Tribunales Baleares de improviso se abriera paso un misterioso personaje, en oscuros ropajes embozado y oculto el rostro además tras una negra máscara.
    Que con andares rencos, los propios de una salud en extremo quebrantada, con lentitud enervante descendiera las inclinadas losas de ese estrecho corredor que parece el mismo de la Muerte. Que así ataviado posara también por un rato frente a los flashes fusiladores de la boquiabierta canallesca.
    
 Que penetrara luego en la ancha sala donde el juicio estáse ventilando. Que todos aquellos rictus de pasmo en los letrados, incrédulos y temblorosos por igual ante su irrupción, paladeara él tras la máscara. ¿Anonymous, los Indignados, la propia Muerte, qué carnavalada es esta, eso podría hasta en el aire allí leerse. Que lanzara entonces contra todos allí mismo una fenomenal risa sarcástica, como el trueno de una venganza imaginaria. Que dejara caer desde una negra escarcela sobre el estrado del Juez tantas relucientes monedas de oro como las necesarias para de su escote sufragar las sisadas palmarenas del Duque y los intereses por las mismas devengados.
   Que buscara luego tras la careta los azules ojos agradecidos y llorosos del Duque palmareno, como un perrillo a quien acababa él de salvarle la vida. Que  escupiera entonces a sus pies, en señal de claro menoscabo. Que con desdén dijérale entonces… ¡vaya, con el Duque guapo! Que se quitara entonces la máscara… para descubrirle al mundo entero, entre vocales  de general admiración en todas las bocas, el rostro torturado por la amargura, triunfante en este lapso sólo, del grande Duque de Lugo, don Jaime de Marichalar por propio nombre a cuestas.
   
    Que embozado en su capa legendaria, por completo paralizados, entre el horror y las fascinación, los presentes, con sus demediados andares abandonara entonces la Sala, que lentamente subiera luego la rampa y dejara atrás aquel infausto cul-de-sac, y en medio del silencio también de la muchedumbre, al cabo ya por los gacelliteros la misma de cuanto adentro había ocurrido, se perdiera él algo solemne hacia el fondo del cuadro, buscando con las narices muy altas el olor salvaje del Mediterráneo.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy mal veo a la monarquía y con ella a toda España. Mucho, bien y muy rápido habrán de hilvanar y hacer si quieren que esto llegue a buen puerto.

Ana Esther Méndez dijo...

Tenía ya abandonado el pasar a visitarte, no por no querer, sino porque algún error de blogger me ha tenido sin poder comentar los blogs de nadie durante ya varios meses.
Cuál es mi sorpresa al entrar y descubrir este relato. Me recuerda a las películas de caballeros, con la diferencia de que a mí ninguno de los dos me parece ser tal. De todos modos, don Jaime al menos supo irse a tiempo.
La monarquía muere, sálvese quien pueda.

A partir de ahora, me pasaré como antaño, con asiduidad.
Un besazo!

Anónimo dijo...

la alternativa a la Monarquia seria bastante peor Imaginemos a politicos presidiendo España Esteticamente me quedo como estamos Gran metàfora D Josè Antonio

Roger Rivero dijo...

Pienso que los tiempos han cambiado, y que las monarquías van pasando ala historia, es parte de la naturaleza que anda sea permanente, e inclusive la propia economía en crisis puede motivar el desmantelamiento de esta formas antiguas, pero yo no soy pitonizo, quien sabe si las monarquias se adaptan a estos tiempos y sobreviven, un cordial saludo y un gusto leerte. Hasta pronto.

Monica dijo...

Un placer leer tus proposiciones (A,ante bajo,cabe.Ja,ja,ja..)para salvar la Monarquía. Dificil lo tendrá Leonor, vamos diría que imposible. Esto no tiene arreglo. Saludos