La torrentera de cosas bonitas y merecidas que de Mandela en Los funerales del
Madiba Grande se dijeron. Así, antes o después de tontear con la rubia
Danesa, no sé bien, Obama: “Aprendo
aún hoy de Mandela. Él me hace querer ser un mejor hombre, buscar lo mejor
dentro de cada uno… Sudáfrica demuestra que podemos cambiar, que podemos
elegir”. Así Raúl Castro, uno de los
mayores encarceladores de personas del Planeta: “Fue capaz de arrancar de su
alma todo el veneno que pudo crear tan injusto castigo, los 27 años que pasó
encarcelado”.
Parecía y parece, es verdad, tan enorme y venerable el influjo de
integridad moral de Mandela sobre la
Humanidad que casi cabría hablar en la Historia ya de un antes y un después de
Él, de un muy ejemplar Hito, al menos para su país, imposible en mucho tiempo
de soslayar. Lo malo fue cuando se conocieron de las hazañas de su sucesor
actual, Jacob Zuma, conmilitón de su
mismo partido, y sobre el que no parece extenderse aún la descomunal influencia
del alto ejemplo Mandela, por más
que al lado de los Grandes Líderes también mucho alabara a Nelson. Veamos:
Quizás sea lo de menos el que en Zuma
rebosen zumos suficientes para satisfacer a las tres carnales esposas que a la misma vez el amigo empalma. Ni que
el Estado sudafricano, tan necesitado de fondos, destine 1,5 millones de euros al mantenimiento
de reinonas tales, más sus veinte vástagos. Algo ya más turbio resulta el que
fuera llevado Zuma a juicio bajo la
formidable acusación de violar a la hija de un correligionario: “la falda que
llevaba me dejó claras sus intenciones”, sentenció ante el tribunal el nota.
Que alardea además de su homofobia,
no perdiendo oportunidad al parecer de contar los homosexuales que en su
juventud el mozo Zuma “tumbó”. No ha
sido obstáculo todo esto para que durante años dirigiera Zuma el Consejo Nacional del Sida y el Movimiento de la
Regeneración Moral.
Más polémico es el himno que Zuma
eligió para su campaña electoral “Kill the bóer” (Matar al bóer), que a
menudo in person canta. Que formado militarmente en la antigua URSS, resulta ya
del todo rocambolesco el que acumule sobre su prolífica persona más de 700 cargos por corrupción, principal
motivo por el que fue en parte abucheado en el funeral de Mandela. ¿Y es éste
entonces el más digno Sucesor de Madiba
que el Partido ha encontrado para presidir Sudáfrica? Porque muchas de esas
frases tan redondas que los mandelófilos yuppiguays del mundo han esparcido
trémulos orbi et orbe en estos días son directamente aplicables a la dura jeta
de don Jacob Zuma.
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