Verás tú, lector: Eduardo Madina,
el flamante aspirante a la Secretaría General del PSOE es seguidor del múa en
el Twitter, toma ya. Para este fracasati
que lees, resulta todo un Honor –que diría Pablo Iglesias en la Herriko Taberna-
el que persona tan relevante le siga a uno la pista. Más teniendo en cuenta que
Madina sólo le concede esa merced a 591 tuiteros de entre todo el
universo mundo, frente a los más de 92.700
bípedos implumes que su rastro tuitero observamos. ¿Me seguirá, después de
lo que ahora viene, mañana? Veremos, que acaso diría también Iglesias.
Es el caso que Madina compareció
al lado del busto de Ramón Rubial,
buscando icónicamente asociarse a la tradición del Partido en la hora de la
proclamación. Acaso posar al lado de la efigie del sumo Pablo Iglesias, el fundador del PSOE, hubiera atiborrado de
chascarrillescas concomitancias la ocasión que la hubieran ya de entrada
malogrado. (De entre todos los nombres posibles tiene
rosas-con-espinas-irónicas la cosa el que precisamente un Pablo Iglesias haya
de ser quien, con su amenaza de fagocitarles, por la calle de la amargura
traiga la existencia de los prohombres del socialismo español.)
Allí blandió Madina su
eslogan fundamental: “España necesita un
auténtico shock de modernidad”. Y ya en letra pequeña precisó: “el mayor
proceso de transformación política que ha vivido nunca este país”. “Un shock de
modernidad que coloque a este país y a sus ciudadanos en el lugar en el mundo
que merecen”. Nos merecemos como nunca, al parecer, ese shock de modernidad. Obsérvese que, como el vocablo “modernidad” y
su derivado, la modernización, están ya más que gastados en los usos
discursivos habituales –en Andalucía oficialmente transitan ya, con los brillantes resultados conocidos, creo
que por el Quinto Plan de Modernización-,
la fuerza expresiva y mediática de la formula
madina recae en el anglicismo: el shock,
es decir, la convulsión, la sacudida, que España ahora necesitaría.
Podría a bote pronto pensarse:
hombre, un Político que nos promete, con toda la riqueza que abriga el idioma
de Cervantes, un “shock”, sólo puede resultar… un “bluff”, salvo que el palabro parece
cuidadosamente elegido para mediática e internacionalmente hallar un mayor eco.
La propia idea de “un auténtico shock”
–“no pequeñas reformas, no pequeños pasitos adelante que luego con los
gobiernos del PP vuelven a ser pasos atrás”- envuelve en sí misma connotaciones
de vehemencia y de brusquedad próximas a la dura coacción desde el Poder.
Si los autoritarismos varios secularmente hablaban de un “cirujano de
hierro” como remedio mágico para los males del país, la fórmula empleada remite a un tratamiento de choque, de electroshock, que el Doctor Madina desde su gabinete nos aplicaría. Parece recoger y
reflejar asimismo la fórmula madina
del “necesario shock”, el eco del éxito que las feroces
apelaciones anti-Casta y filochavistas a Pablo
Iglesias el Joven le han reportado –indudablemente
el Coronel Chávez sí que habría ejecutado descargas de electroshock sobre la
sociedad venezolana-, que de esta manera se pretendería así neutralizar. Cree Madina encontrar en la radicalización
del discurso el mejor antídoto contra el fantasma acechante de los Podemos, aunque esa deriva,
presente desde la hégira zetapeica, sólo haya conducido hasta ahora a
estrepitosas derrotas. Puede que, a pesar de tantas palabras, el “Pueblo” siga
“viendo” en Pablo Iglesias el Joven a
uno de los suyos, y en el atildado y pulcro Madina, sólo un
zetapeico yogurín de la odiada Casta.
Y, de otra parte, qué entiende Madina
por modernidad, noción, por supuesto, como acabamos de ver, incompatible del todo en su mirar con la
Derecha española. Sabemos por el
extraordinario blog de Santiago González el acongojante contraste que en la
reacción de Madina se produjo ante
la simple vista de una imagen de Angel
Acebes (“fíjense en esa postura de curita franquista cargado de odio y
rencor… un afluente contaminado del río Le Pen, el grito de guerra de los
guerrilleros de Cristo Rey”) y ante la visión de la foto de la etarra culpable
del atentado que a él mismo le costara su mutilación (“su cara no me sugiere
nada”). ¿Conoce alguien en algún lugar un caso comparable? ¿Consiste en eso la
modernidad, estimado Señor Madina? Menudo shock,
desde luego, al leerle según qué cosas.
LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS
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“No soy nada, no quiero ser nada, pero conmigo van todas las ilusiones
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2 comentarios:
¡Que Dios nos coja confesados, con este "shock"!
Pienso que este señor tiene una especie de síndrome de Estocolmo con ETA y que, de estar algún día en el poder, el shock lo ibamos a sufrir los demás (más todavía, digo).
Besos
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