¿Por qué a menudo los mejores comentaristas de derechas no calibran bien
la trascendencia de las redes sociales para conformar las
difusas actitudes ante la Política de los ciudadanos, especialísimamente entre
quienes no la siguen más que de refilón? Ayer, Carlos Cuesta (47.000
followers) tuiteó:
-Ada Colau propone una “lluvia de sujetadores” contra el machismo… Sin
comentarios.
Se renuncia pues a explicitar la crítica, contentándose con un brumoso
sobreentendido… que a nadie no convencido convencerá. ¡Es al revés: hay que
sacarle punta y jugo del todo! Hay que, ante los no avisados, explicar las
razones del rechazo. Siendo yo nada, le respondí:
-¡No! Hay que hacerlos todos: es una patochada selectiva. Ni que el Tigre de la Riva fuera Jesulín.
Por supuesto Carlos Cuesta no me respondió, pero es que creo –otro dato
indicativo- que él nunca responde por TW. Ada
cuenta 180.000 followers. ¿Ven? El Mester de Progresía dominante –los
buenos resultados electorales de los Podemos
(332.000 followers) débense también en parte a una obsesiva e inteligente
utilización de las redes sociales, aunque esto es aplicable asimismo a PSOE,
IU, a sus respectivos orfeones mediáticos- jamás, nunca cesa en su raca-raca-raca-raca-raca-raca.
El escrache virtual de Ada fue
inmediatamente seguido por cientos, si no miles, de tuiteros, al que cada uno
añadía su guinda. Se crean así
duraderos lazos afectivos internos, sensación de comunidad propia, se proyecta
una imagen dinámica hacia el exterior. Saben que las redes sociales son una
maquinaria utilísima para crear opinión, actitudes, ideología… para
inapreciablemente “moldear” las almas… sobre todo entre los apolíticos, y
lograr así que los ciudadanos sigan saliendo instintiva, sana y espontáneamente progresistas.
Pongamos otro reciente ejemplo. El sábado pasado, Ramón Cotarelo, (11.700 followers) ahora una desquiciada sombra
neofilocomunista del brillante analista socialdemócrata proOtan que durante el
felipismo fué, tuiteó:
-“El que va a cambiar la ley electoral por decreto porque no le gusta
pide a los catalanes que se atengan a la ley, aunque no les guste”.
Es una gansada impresionante, impropia del fino intelectual que él fue, ¿no? Cualquier cambio en la ley electoral –ésta de ahora parece sólo una torpe
treta de Rajoy para meterle presión
a Pedro Sánchez- ha de ser aprobada
por el Parlamento, sede de la soberanía nacional. ¿Qué tendrá que ver con un
referéndum ilegal y separatista que precisamente busca privarnos al conjunto de
los españoles del derecho a decidir?
Resulta desde luego incomparable una tesitura y la otra, así como ese grotesco
maniqueísmo entre la decisión de Uno frente a la voluntad general de los
“catalanes”. Pues tan tosco tuit llevaba encima sólo un día después ¡883
Retuits! Ahora mismo este mediocre tuit va ya por más de 1.100 RTs.
Siendo uno menos que nada, me atreví a contradecirle:
-883 RTs a esta melonada? Esto es Hollywood.
Me respondió una amable tuitera,
seguidora de ambos dos, aunque, ay, más
de Cotarelo, me temo:
-claro, para ti es una melonada porque no te gusta el tuit
Y yo:
-bueno, sí, claro. Leo a Cotarelo… y no lo reconozco, me parece, con
todos los respetos, un fake.
Pues, fíjate, horas después, el propio Cotarelo –anota la deferencia y la
diferencia- me contestó bienhumorado:
-¡Caramba! Compleja situación: fake de uno mismo. A lo mejor ha dado
usted con el misterio del alma.
Cuando lo leí, esto yo le respondí:
-¿el misterio del alma? Eso sólo está al alcance de un pensador
progresista y materialista. Gracias por responderme.
Hasta hoy, at the moment. A menudo, lector, somos anónimos no
izquierdistas quienes, a solas y sin reconocimiento alguno, hemos de defender
los principios y valores propios liberales, mientras los principales cargos
orgánicos e intelectuales de la Derecha passan
ampliamente de las redes sociales, concediendo así al adversario esa
estratégica posición.
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2 comentarios:
En los tiempos actuales los políticos no deben ignorar las redes sociales sino todo lo contrario, han de tomar parte activa en ellas y combatir en el mundo de las ideas y actuaciones que afectan a las tendencias y comportamiento de los diferentes grupos de la sociedad, no hacerlo así supone dejar el campo libre al contrario. Luego tendrán que atenerse a las consecuencias y, lo más seguro, lamentarlo.
Un cordial saludo.
Si solo fuera las redes sociales.... La desidia es generalizada: no hay más q ver como su vagancia a la hora de preparar los debates ha encumbrado al telepredicador y ese especimen tan increíble como Monedero
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