Chapoteamos en la Era de las redes
sociales, claro. El medio es el mensaje, decía Mac Luhan. En cierta medida las personas se “hacen” a imagen y
semejanza de la naturaleza de los medios de comunicación hegemónicos. El
medio es el masaje, añadía también Mac
Luhan, adornándose en el rumor de las propias palabras. Para mí que ahí
erró. Nada de acariciante masaje en las redes, es todo pellizco, sobresalto y
exabrupto, ruido y furia, esa onda corta continua que va de la suma excitación…
al sumo sopor en ciclos de unos siete minutos.
El vértigo, la instantaneidad, el capricho, la superficialidad, la
urgencia y la ocurrencia es lo que predomina hoy. Así los hombres
post-modernos: esa soportable e insoportable a la vez levedad del ser, con/contra
Kundera. Por eso, de buenas a
primeras, nada menos que ¡el premier
conservador británico! te monta un referéndum de independencia escocés que es
que se cisca la perra guarra. Esa velocidad supersónica que propician las redes
está cambiando la sociedad: a diario vemos como las opiniones públicas de lo
lindo fluctúan, a golpe de súbita excitación, cual pura piuma al vento.
Nada menos que la independencia
de una región que lleva 300 o más años conviviendo en el seno de un país, esa
trama continua de anónimas lealtades trenzadas por los usos y los afectos
compartidos entre millones de personas en el tiempo, ese simbólico plebiscito silencioso
que a diario se ratifica, todo lo que eso supone, puede sentenciarse… por un último error de la campaña electoral. En
el límite ese vértigo automático de las
redes sociales supone la disolución del sentido, ese que sólo otorga la comprensión de la perspectiva, en
medio de la batidora histérica de la postmodernidad. ¡QUEREMOS VOTAR, QUÉ HAY DE MALO EN VOTAR!, piafan incansables e
histriónicos los ¿ciudadanos? por las redes. ¡Badulaques! ¿No deberíais mejor
reclamar el DERECHO A PENSAR EN CALMA?
La pérdida de la perspectiva,
como en la pintura egipcia o pre-renacentista, acarrea una regresión cultural,
por supuesto, en la medida que impide la calmada observación de la trayectoria
y que todo lo hace plano y de una misma importancia. A menudo el ciudadano
contemporáneo, orgulloso de sus gracietas autoafirmativas, parece el anónimo
soldado de Stendhal en La cartuja de Parma, confuso al menos
éste, enfangado en una peripecia concreta de la batalla de Waterloo, incapaces ambos
por tanto de comprender nada en su globalidad.
La ruptura del sentido implica, claro, la aniquilación de la memoria, es
decir, del logos, de la razón, que
es memoria en ejercicio sobre el presente, en pro del exabrupto, la
interjección y el prurito inaplazable, irreprimible, incontrolable. Dentro de
esas coordenadas David Cameron parece
y todo un estadista carismático y bioenérgético. Acaso el divino Maquiavelo hubiera dicho hoy que Cameron es… un soplagaitas de
libro.
LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS
(Resumen y análisis de la obra en estos enlaces)
154 pgs, formato de 210x150 mm,
cubiertas a color brillo, con solapas. Precio del libro: 15 Euros. Gastos de envío por correo certificado incluidos en
España. Los interesados en adquirirlo escribidme por favor a josemp1961@yahoo.es
“No soy nada, no quiero ser nada, pero conmigo van todas las ilusiones
del mundo” (Pessoa)
2 comentarios:
Jose Antonio,
Totalmente de acuerdo con tu post.
Los que te seguimos, sabemos que tu todo esto ya lo habías vaticinado con tus estudios sobre el "homo gañanis", sin conexión con el "homo sapiens" pero se sospecha que es un eslabón continuativo del "homo stupidus".
Oye ! Espero post profundo sobre la llamadita de Peeeedroooo (que diría Pe) Sánchez al telezurull? de Jorge Javier.
Un cordial saludo. misael.
Ahora resulta que lo de independizarse es cuestión de derechas mas que de izquierdas. Pero se le da palos al mismo… como siempre.
Si quieren y pueden que se independicen es cosa de ellos y para mi se merece todo el mi respeto como todo lo que aparece en LOS DERECHOS HUMANOS.
Por cierto a ver si nos haces un escrito sobre el montaje de RTVE denunciado por los trabajadores de la misma para que no salga este partido en dicha cadena.
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