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sábado, 28 de mayo de 2016

Lo esencial de la Final



   Pase lo que pase luego, lo esencial es que de nuevo, sólo dos años después, la extraordinaria Hazaña se repite: dos equipos madrileños disputándose la cima del Fútbol Universal. Si se repite la Historia, podemos entonces un poco repetirnos nosotros también en lo que dos años ha anotábamos:
  "Han querido el azar o la necesidad, la conjunción de los astros, lo que quiera que sea que mueva el Mundo, que, tras el chasco de las Olimpiadas, tras el relaxing cup of coffee que hubimos todos de tomarnos luego, de nuevo especialmente para los madrileños bien en lo alto relumbre el Sol, pues por vez primera en la Historia de la Copa de Europa dos equipos de fútbol de una misma ciudad,pongamos que hablo de Madrid, tras derrotar con apabullante brillantez a los mejores equipos del continente (fornidos teutones, briosos ingleses, enconados turcos, pícaros italianos…  mordieron todos la hierba ante la tempestad y el empuje de los equipos gatos) arriban pletóricos a la Gran Final, lo que proyectará durante todos esos días el nombre de Madrid por todos los rincones de la Tierra entonces. ¡Albricias entonces, madrileños!
   Es todo un hito histórico, como digo, y por eso merece ser resaltado, que explotará urbi et orbe hoy, en inmejorable colofón a las fiestas isidriles. Viene además la cita en pro de la conquista de la Gran Copa atiborrada de poderosas connotaciones emocionales y simbólicas para unos y para otros: sería la Primera para el Atlético de Madrid, justo cuarenta años después del duro fiasco ante el Bayern, pero sería también la Undécima para el Real Madrid, ese dorado sueño del doble dígito idéntico, once jugadores, once Copas. Ojalá el cada vez más torvo hooliganismo ambiental no nos impida celebrar lo esencial, la estelar presencia de los equipos madrileños en la Fecha por excelencia del Deporte rey en Europa. Ojalá esos castradores códigos fieramente binarios –si bochornosos en los hooligans, desoladores en los periodistas, a quienes debería concernir su responsabilidad profesional como mediadores sociales-  que el fanatismo a veces expande por doquier, no enturbien la Fiesta.
   ¡Con lo bonita que es la palabra “aficionado”!  Se encierra con ella la sana inclinación del sentimiento hacia unos colores, esa ficción también, compatible con la más noble cualidad que la práctica y la admiración del deporte –una competición sometida a normas- siempre ha procurado y debería seguir procurando:  la deportividad, el saber ganar, el saber perder. De nuevo dos equipos de una misma ciudad en la Final de la Champions, pongamos que hablo de Madrid, esa ilusión hecha realidad… ¡pues albricias una y mil!".

     

   (Y estoy convencido también de que, si te gusta escribir, aunque sea sin mayores pretensiones, mis HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS te servirán de inspiración y te aportarán ideas, modelos, motivos, recursos  y maneras concretas para que también tú –o a quien pudieras regalarle mi obra- te atrevas a emprender la aventura de escribir un libro.
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