Haz tú mismo la prueba. Lee y pregunta a tus amigos qué te parecen estas
frases, diles que son de Pablo Iglesias tras
su triunfante 20-D:
“Es el triunfo de la gente real frente a las multinacionales, frente a
las élites políticas y ante la corrupción y las mentiras”.
Y diles luego la verdad, que no son de Pablo Iglesias, que son literales de Nigel Farage, el radical Líder derechista del triunfante Brexit, hasta tal punto son a menudo
intercambiables a menudo sus oportunistas proclamas.
Sería por eso un error, a mi juicio, el creer que, tras el hostiasso del 26-J, está ya del todo conjurada la propuesta cuasitotalitaria que Podemos sí que representa. Han visto
frenado su ansiado asalto a los cielos
del Poder, pero estamos sólo ante eso, ante el primer asalto. Repitieron
sus Líderes, dispuestos ya de por sí a cabalgar contradicciones, que han venido ellos para quedarse. Ahí está su tercer
puesto como Partido en nuestro país, sus millones de partidarios, intacto el hitchcockiano vértigo fascinatorio que
sobre los socialistas ejercen, los media y
los opinadores con los que cuentan, más su fabuloso ejército en las redes
sociales, la indudable plataforma que todo ello sumado supone para la plena
potencialidad de sus propuestas.
Puede también ocurrir, por supuesto, aunque parece menos probable, que
de la misma manera que en aluvión vinieron, como un tornado, tras su estrago
chavista, de golpe desaparezcan: las querellas internas, la lógica centrífuga
de las mareas separatistas, la
insoportable ambigüedad de su disfraz socialdemócrata-de-día-comunista-de-noche,
podrían desencadenar una no menos fulgurante desaparición.
Poseen un factor estructural
que juega a su favor: la globalización económica, aunque a medio y largo plazo,
como la Historia parece demostrar, resulta para la mayoría positiva, de momento
genera aquí y allá problemas y desequilibrios socio-laborales de peliaguda
resolución, y ese es el caldo de cultivo que ni pintado para el atractivo
popular que las soluciones mágicas y
expeditivas de los populistas ofrecen. En España la salida de la crisis
económica resulta aún incierta, y las tensiones políticas, sociales y
territoriales podrían a la vuelta de la esquina abocarnos de nuevo al desastre.
El mismo Iglesias en sus inicios
cibernéticos así palmariamente lo reconocía a los suyos: en condiciones normales los comunistas no tenemos nada que hacer, es la
crisis económica la que nos abre un vector de oportunidad. Y audacia leninista, en este Tiempo de
Oro para los oportunistas, precisamente no les falta.
12 E por correo ordinario a la
dirección de España que me digas, no tiene por qué ser tu domicilio, puede ser
la de cualquier local público que conozcas, el que sea. 15 E por correo certificado. Personalmente
dedicadas. Solicítamelas en josemp1961@yahoo.es
2 comentarios:
¡Excelente post!
Yo creo que no hay que confiarse; aún no tenemos gobierno y no pintan bien los “ mimbres" de la negociación. Sin miedo a exagerar, no puedo evitar la desconfianza y preveo un futuro cercano lleno de algaradas.
Al final de tu post recuerdas el espíritu leninista de estos ninis, y tienes razón, no perdamos nunca de vista la verdad sobre los que decían luchar por una sociedad sin clases. Ahí va la cita:
«Nuestro papel no consiste en predecir los brotes, sino más bien en comprenderlos y explicarlos (...), y en ser estímulo de radicalización. (...) Debemos tener la estrategia revolucionaria como hoja de ruta, y ser tan firmes como las condiciones lo hagan posible, yendo siempre al límite, pero sin romper el vínculo necesario con los deseos y rencores actuales de las masas: un paso por delante de las masas, pero sólo uno (Lenin )».
Saludos
Gracias, Mirambel, por tu aportación. Oportunísima la cita. Saludos
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