MI TARDE EN LA FERIA (2)
... Instalado ya, cual arpa
becqueriano, en el ángulo oscuro, dispuestos mis VEINTE RELATOS DE AMOR Y UNA
POESÍA INESPERADA sobre el banco y a la vista de quien pase, saco un
cuaderno y me pongo a garabatear bobadas, haciéndome eso sí el interesante,
como si ahí mismo escribiera unas nuevas Rimas, maldisimulando así el azoramiento que me acogota. Porque,
como soy un poco despistado, sólo entonces caigo: ostras, tío, mira que si por
casualidad le da por plantarse aquí a algún familiar o algún conocido, de los
del género idiota, que, ay, haberlos haylos, y, puesto que a las
editoriales alternativas el Sistema no les deja hueco y acá me ve, medio tirado
en la calle, de maletilla de los libros -antes las gentes impulsaban a los
maletillas, ¿ahora?-, a la sombra arrojado de las oficiales casetas, cómo
explicarles a esos zotes, qué decirles, se descojonarán entre líneas, como
pólvora correrá el reguero de la orden mendicante que profesan mis letras, seré
el hazmerreír entonces de todos, vaya tela, banco trágame. Así es que trato ya
mismo de fabricarme una coartada por si las moscas, algo como… “verás,
tío, estoy en la misma caseta de Aramburu,
a su lado firmando con él, pero de pronto, tío, se ha arremolinado tanta gente
en busca de su firma que el Señor Editor me ha “sugerido” que, para hacer
sitio, me saliera un rato al banquillo, jejejé, a este banco, ya sabes, a ver
quién es el guapo que no obedece a ese Tío, pero en un rato allí vuelvo, mano
a mano con Aramburu, y la verdad es que estoy contento, mi libro
está funcionando bien, des-pa-si-to, jejejé, pero bien, a quien llega, le gusta,
me escriben para decírmelo, y mira, me han llamado ya tres veces de la Radio, a
hablar de mi libro, claro, allí que estuve, y bueno, en las redes tengo miles
de seguidores, y personas que me aprecian mucho, y tal, o sea que bien, y
me repito y afino un par de veces mentalmente mi historia, no sé si va a colar,
es la verdad, que, en fin, si aparece alguno, que mucho por retambufa le vayan
dando, qué pasa, también J R Jiménez se vio a veces autoeditándose, burritos.
Ironía del destino de la tarde bochornosa, te lo juro compañero, ni uno de
estos vi, ufff, y sí, por el contrario,
rodeado del lógico cortejo, el mismísimo
Aramburu allí se me apareció, raudo
hacia su exitoso trono firmante, y me alegró mucho el verle, pues mucho yo, por
conocer su obra, le valoro, y en un tris y todo anduve, a lo adolescente
fanático, con grititos histéricos y convulsiones admirativas de llamarle,
aunque, Otoño en la Feria yo, no
acabé de atreverme a hacerlo. CONTINUARÁ MAÑANA
CRISTINA LÓPEZ SCHLICHTING SOBRE MI OBRA: "TE DEJA DESLUMBRADO...
UNA IMAGINACIÓN DESBORDANTE... NO OS LO PODÉIS PERDER".
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