MI TARDE EN LA FERIA DEL LIBRO (6)
... Como estoy bajo un roble centenario,
quienes sin corte sí se me acercan, de tabaco y plata ataviados en la tarde equinoccial,
son los jilgueros. Saltimbanquean a mi alrededor, picotean las pipas a mis
pies, le hacen casi el corro de la patata al escritor franciscano que je suis. De mí no huían los pájaros, ya
ves, puedo yo anotar, que me dan ganas, claro, de ponerme a hablar con ellos de
mi libro, de cantar con ellos, comeremos pipas saladas, las que comen los
escritores sin Nombre, achupé, achupé, en las redes me enredé, y que me cuenten ellos a su vez sus cosas, sus
vuelos a cambio de mis desvelos, sus acrobacias por mi audacia, quid pro quo, sus colores por mis
sinsabores. Los jilgueros de mí no se burlan, estoy seguro. Les enseño mi libro,
lo leen a saltitos, le pasan las hojas con el pico, trenzan allí tirabuzones de
júbilo ante mis historias, ponen ellos en la tarde asfixiante el hilo divino de
sus trinos, y su melodiosa tonada envuelve mi caseta, que tiene por techo los mismos
cielos de Madrid. Sólo ya ellos me salvan la tarde. Amables y delicados jilgueritos,
¡libres y cantantes por los siempres de los siempres seáis!
CRISTINA LÓPEZ SCHLICHTING SOBRE MI OBRA: "TE DEJA DESLUMBRADO...
UNA IMAGINACIÓN DESBORDANTE... NO OS LO PODÉIS PERDER".
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