Perdóname, Otoño, estación favorita
mía, si no he sido capaz de darte la bienvenida que mereces. Ya sé que no te
gusta tampoco a ti plantarte y trompetearle a la gente tu incursión, que sólo
le hablas tú despacio y al oído a quien quiera y sepa escuchar tu murmullo, a
quien quiera y sepa admirar tu insinuación. Eres, Otoño, muy poco post-moderno
tú. No permitas, por favor, que el áspero General Invierno de un empujón te
aparte de en medio tan rápido, no te dejes, anda. Verás, pude esta mañana
caminar un rato a mis anchas por el parque de mi barrio y de nuevo te encontré,
dulce Otoño. Reinabas sobre un viento tibio que traía consigo la promesa de la
lluvia contra el rostro y que movía a las mujeres a abrazarse a sí mismas, a
estrecharte en realidad junto a su seno. Qué hermoso estaba todo bajo la sombra
de tu compás inicial, como la alegoría de una decadencia detenida en el crítico
punto de su belleza. Qué alegría el descubrir de nuevo que permanece en ti
intacta, como nueva, la melodía de la serena seducción que para mí te envuelve.
Una belleza frágil, sí, que cada año retorna, que con el Tiempo no caduca, por
más que se construya sobre la estela misma de la caducidad del verano. Aleteas,
Otoño, en las ramas peladas y altas de los árboles, en sus cortezas cuarteadas,
vives en los bosques y en los parques, desciendes a ellos desde el cielo azul
vertiginoso para investirlos de tus ropajes ocres, para alfombrarlos de las
anchas hojas que son tu divisa y quizás tus mismas manos amarillentas. Susurran
las hojas al descender suavemente desde los árboles, como balanceándose al
compás de una música sinfónica que te fuera propia y solo tuya, Otoño, como si
fuera el susurro el dialecto que tú hablas y al que a todos nos invitas, tras
el vocinglero verano. Invitas al paseo en paz, invitas a la contemplación y al
sosiego, nos convocas como cada año al espectáculo callado de la mano del oro
viejo que le das a todo. Haces de la Naturaleza, Otoño, un libro amarilleado
por los ecos del verano y por los dedos del Tiempo en sus bordes que es una
delicia contemplar. A tus pies, Otoño mío. Vas siempre conmigo.
SOY ESCRITOR. VALORA MI TRABAJO.
111 ROSAS o EL LIBRO DE LAS
AGRIDULZURAS. 301 pgs. 12 euros, envío incluido.
La historia de un hombre, más sensible
que patético, en busca de sí mismo y de los otros, a la búsqueda de los afectos
perdidos, por cielos, mares y Antros, entre mujeres fatales y mujeres magistrales.
TE REIRÁS. TE DARÁ QUE PENSAR. TE EMOCIONARÁ. Pídemelo aquí o en josemp1961@yahoo.es 301
pgs 12 E envío por correo certificado
incluido. 15 E, si es contra-reembolso. Va.
HUMOR, AVENTURAS COTIDIANAS,
SENTIMIENTOS A RAUDALES.
No hay comentarios:
Publicar un comentario