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sábado, 4 de enero de 2020

Por qué la Carta a los Magos debería ser obligatoria... para todos




   Es que la idea, ya la imagen sola de una persona, con más o menos ilusión, sentada –silla y mesa, recta la espalda y suelta la imaginación- a ESCRIBIR de su mano una carta es en sí cosa bien preciosa. Más aún en estos tiempos bárbaros, en los que sobre todo nos rodean tuits, chats, porno omninvasor, apabullantes juegos de ordenador y videos virales en los móviles. La CARTA presupone de entrada una DISTANCIA entre la realidad y el deseo, ese transcurso aún no saciado, esa espera alborozada que precisamente llena de sentido al REGALO, pues lo inmediato suena a gratuito, se agota enseguida e imposibilita la riqueza de su anticipada ideación fantástica y pierde así su valor. Una carta además no es un exabrupto o una simple ocurrencia, características propias de lo infantil que ahora –regresión cultural- se contagian a los mayores, al “homo gañanis” reinante hoy. Al contrario, una CARTA es un producto abstracto, hecho con PALABRAS, complejo, propio de adultos, y su elaboración es una aventura psíquica –el niño ha de demostrarse ser capaz de hacer algo valioso para alcanzar más tarde una meta que le ilusiona-, a través de la que proyecta y propicia su propia maduración personal. Es un texto razonado, con argumentos trabado, en el que la persona ha de PRESENTARSE primero –por tanto, auto-interrogarse-, de alguna manera JUSTIFICAR luego con su buen hacer de todo el año el título del merecimiento que en él recae, y por último EXPONER la esperanza y de los concretos regalos que a unos Magos implora. Y entonces sí, voilá, hágase la magia que lleva implícito el regalo, sea o no el mismo que se pidió. Una magia antes trabajada, pues. ¿Acaso no se “trabajan” los magos circenses sus números para que al final y de golpe su magia estalle y a todos deslumbre? Ojalá todos los niños/as, todas las personas, tuvieran necesariamente que ESCRIBIR una Carta para poder recibir luego sus regalos.


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2 comentarios:

Eva S. Stone dijo...

La inmediatez lleva consigo que la ilusión y el deseo mengüen. Sería bonito que todo el mundo escribiera la carta, sí... pero algunos profesores morirían al ver las faltas de ortografía, que son muchas más que nunca hoy.

Un beso por carta.

José Antonio del Pozo dijo...

Cierto. Gracias, Eva.