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jueves, 7 de octubre de 2010

Ken Follet, Kafka, yo mismo


      Desde hace días una universal fanfarria atrona a la misma vez en los telediarios, en los talk-shows, en los prime-time de mañana, tarde y noche y en la ubicua publicidad –indistinguibles ya todos estos negociados bajo el Reinado de la Mugre- por todos los confines del Planeta: anunciábase urbi et orbe la nueva novela de Ken Follet. No sé cuantísimos millones de ejemplares se ponían a la venta ese mismo día en siete mil ciudades distintas del mundo, para unas masas ávidas de derribar los muros de las grandes superficies para comprarlo y poseerlo. Sólo era el primero de una trilogía  que abarcará todo el siglo XX, se añadía. Al lado autor mismo en persona, sonriente y como barnizado todo él en el Éxito mismo, soberbias montañas de libros relucientes, como bólidos cegadores recién salidos de una trepidante cadena de montaje, ilustraban la noticia. Ken Follet, casado con una parlamentaria laborista, -se nos informaba-, lleva vendidos ya más de cien millones de libros. En Vitoria hay levantada también una muy realista estatua suya, que incluso ya en vida perpetúa su memoria.
    
     Qué más natural entonces, ante tan desaforado estruendo, que uno, un don nadie abetunado  de fracaso, se acordara luego, para resistir un poco tanto fulgor kenfolletiano, de la impecable anotación leída este verano en los diarios de Kafka, a propósito de uno de los escasos libros que logró él publicar en vida: “Se han vendido once ejemplares. Diez los he comprado yo mismo. Me gustaría saber quien tiene el úndécimo”.
    
    Es tentador y al tiempo muy consolador para el anónimo escribano de blogs –hablo por mí-, que lleva siempre un fracasado resentido rugiéndole en las venas, equipararse así con el genial checo a través de los comunes vasos comunicantes del ostracismo público y el desánimo en vida, que crean además la fantasía –tan necesitado cómo se halla aquél de ilusiones, sean éstas vanas o de las otras- de que una misma genial prosa une también a  en el fondo a ambos.
    
     Así es que, de forma imaginaria, le dije también yo a Ken Follet lo mismito que elucubré que le dijeron al Príncipe de España en Onda Cero –véase, por favor, la entrada aludida-, lo de Diógenes al Magno, “apartáos, Majestad, me quitáis el sol”, y  me refugié en la cita de Kafka. Me dije:
     
     “Si tuviera al menos un lector, mejor lectora, ¿no, Neo?, sí, al menos una lectora, que se imprimiera los textos de mi blog, -que es uno, como alguien apuntaba por aquí, raro bicho de otra época-, y le gusta la cosa táctil y acariciadora que tiene el libro, el simple papel en su defecto, que lo puedes doblar, agitar, manosear, acercártelo al corazón,  -cómo hacer todo eso con una fría pantalla- , que llevara pues entre sus manos lo que yo escribo, el fruto vivo de mi desconsuelo, y que al salir de trabajar, tarde en la noche de la ciudad huraña, tomara el último metro vacío del día o el primero, igualmente desierto, de la mañana en un día festivo, o en la soledad de una oficina enorme abandonada ya por todos los demás, o en el cuarto de descanso de la planta de un hospital en plena madrugada tranquila, yo que sé,  y por unos minutos, mordisqueando acaso a la vez una manzana, se olvidara de todo sólo para leerme, y que lograra yo con mis pobres medios, contra la lógica absurda de vértigo del internet, detener el tiempo, arañarle un poco el corazón y ocupar para ella la totalidad del mundo en esos instantes, si consiguiera que en ella las palabras fueran más que palabras, y se las llevara a la boca primero, para gustarlas muy despacio, y al cerebro entero después, para prolongarlas y dejarlas allí, en los confines anaranjados de su memoria, si eso consiguiera, si doblara entonces ella esas hojas y se las introdujera con cuidado entre la camisa para darles calor y alojarlas junto a su pecho unas horas, como hacen los ciclistas para bajar el Tourmalet, aunque fuera solo una lectora, entonces, en nada me turbaría a mí lo de Follet y mucho más cercano, con motivo o sin él, me sentiría de Kafka, y todo esto tendría entonces algún sentido”.   
  

13 comentarios:

César dijo...

Séquese usted el lagrimal derecho, hombre de Dios, porque yo lo he leído. Pero por todos los fieles difuntos, permanezca llorando del lagrimal izquierdo porque, ni por usted ni por el mismísimo Homero meto en mis partes la hoja que he extraido de la impresora!

No faltará, joven, Kientefollet diciéndote lo que has de leer y lo que no. Es parecido caso al de los programas de tv que arrastran masas ingentes de indigentes gentes. Y que Dios me perdone si hay de qué.

Un hijo mío dice que nadie debería votar sin un examen previo.....y joder, va a tener razón...

Aitor Mento dijo...

Follett, Kafka de la vafka.

Neo... dijo...

Algún día, querido José Antonio tendrá usted que firmarme una dedicatoria en una hoja de papel A4 Navigator 80 g.m imprimida con su primera entrada en este blog.

Para mí tendrá mucho más valor que una firma en su primer best seller.

No lo olvide.

Javir dijo...

Que digo yo, que si no le importaría compartir su lectora, caso de encontrarla, con un servidor. Ya no sé dónde buscar.

José Alfonso Romero P.Seguín dijo...

Cura Ud. las turbias heridas de la frustración con el nada despreciable tacto de un poeta.
Se muestra valiente denunciando la debilidad de la insana envidia. Tampoco esconde el recurso, a la hora de mirarse en el turbado espejo del santón literario en sus horas bajas, amarrado al solitario pantalán de su talento. Para internarse desnudo en el desasosiego del silencio que lo cerca en el hora de la hora de levantar la pluma y describir palabra apalabra el paisaje de ese instante de su alma que se le antoja grandioso, tiempo habrá de denigrarlo y someterlo a exhaustivas correcciones. Para terminar clamando por consuelo, el de ser atendido más allá de lo que la amable lectura exige, con devoción, con la misma que puso Ud. en todas y cada una de sus palabras, soñando que alguien en algún lugar las iba a tratar con ese esencial cuidado que exige la poesía.
Los hombres que demandamos consuelo no merecemos la gloría.
Vivir sin gloría es mi consuelo mientras imagino como Ud. que algún día alguien me consuele aún sin yo saberlo.
Es un placer leerle.
Reciba un fraternal abrazo.

roy dijo...

Y que decir de todas las piruletas de tantas chicas enamoradas en aquellos parques.....
¿hay mayor sentido?.
Apartaos Majestad,me quitais el sol!.
Volveré,mi chica se muere de sueño.

José Antonio del Pozo dijo...

Cesar:"masas ingentes de indigentes gentes", eso tá mu bien. chico, me gusta
Aitor Mento: muy hábil, ok, qué dominio
Neo: muchas gracias. No lo olvidaré
Javir: sí, porque los lectores sí se pueden compartir
José Alfonso: muchas gracias por palabras tan bonitas, y creo que sentidas, que tanto me animan. Me asomé a su blog y veo que también usted está el gusto por la palabra en estos tiempos. Gracias
Roy: ¿eres quien yo creo? claro, sólo puedes ser tú, amigo, cómo estas, cómo diste con esto, ahora miro lo tuyo. Un Claro abrazo, claro.

Paula dijo...

Estimado Bloguero, claro que sí tienes esa lectora que andas buscando, eso sí, siento decirle que me gusta leer al Follet, a Corin Tellado y a Kafka y por su puesto,su blog.Me gusta acariciar el papel cuando leo, no me gusta la pantalla y me causa salpullido los ebooks y sobre todo, me gusta leer en la soledad que a veces produce la gran urbe. Me gusta mucho su blog y seguiré leyéndolo en papel. Enhorabuena ENCONTRÓ A SU LECTORA.

César dijo...

Umm..D. José Antonio, encuentro en usted al perfecto cristiano; Pedid y se os dará!

Al mismo tiempo comentarle que aunque le creo sincero en su comentario a mis palabras, quiero aclarar que a veces me permito esas boutades porque no tengo prestigio alguno que resguardar. (je)Ni lo tengo ni se le espera.
Masas ingentes de indigentes gentes. Son tonterías que se me ocurren y ni las pienso; las escribo!
Enhorabuena por su lectora. Ahora sólo tiene que pedir paridad literaria!
Su reino por un lector.

José Antonio del Pozo dijo...

Gracias, Paula, por sus palabras de ánimo tan confortadoras. Lo único, si me permite, para que las palabras designen algo de verdad y no mero azaroso envoltorio, le propongo que dentro de cinco años me haga idéntica frofesión de fé: yo, de bloggero globero y usted de lectora mía. Mejor: cinco años y un día exactos. Gracias de verdad.
Cesar: usted escribe muy bien, y lo sabe

Paula dijo...

Me gustaría hacerlo el resto de mi vida. Saludos

A dijo...

Sobre Ken Follet:
1. Es muy cansino. Demasiado “ folleteo" sin venir a cuento y con poca sustancia. Me atrevo a afirmar que, si te encargase a ti, como “ negro" la redacción de “ la obligada relación sexual cada diez páginas " vendería diez veces más.
2. Sobre la trilogía del siglo XX, me llamó la atención que, a partir del segundo volumen, siempre tenía la sensación de que no era su mano la que escribía. En el segundo veo dos estilos diferentes, y no son Follet. Uno de esos dos estilos es el que escribe el tercero. Esto, claro está, es pura especulación sobre una intuición.
3. Por el rigor, la dignidad y la altura intelectual prefiero a Edward Rutherfurd y, muy especialmente, a Peter Ackroyd. Aquí, en suelo patrio, Jesús Sánchez Adalid.

Sobre los posts de ayer y de hoy: dinamita pura, blitz, ( y , encima, sintaxis enrevesada al estilo de Tácito). Uhhhh!!

Sobre el párrafo en negrita: jejejé, tengo dos poemas tuyos impresos y pinchados en el tablero de notas. Y , como entretenimiento “ amateur" , otros dos traducidos al inglés.( ¡ Anda que ya me vale!)

Sobre la Sinfonía Inacabada: un curioso post en Historia de un ignorante, ma non troppo...sinfonía inacabada ( Blogger no me deja poner enlaces porque soy anónimo y no tengo blog ni perfil, ni nada de nada).
Buen día.
A

José Antonio del Pozo dijo...

Bueno, A, muchas gracias por sus aportaciones magníficas. Tengo toda la impresión de que soy yo quien está aprendiendo de Ud, de ti. Y mucho. ¿Has traducido dos poemas míos al inglés? Jejejé, ya te digo que ya te vale. ¡Gracias por ese tiempo y por ese trabajo! Muy buenas tardes, A