Los del PP se alegran en privado de la violencia, decía ayer Tomás G, el líder de la leal oposición
en Madrid. Nosotros somos más sinceros, en público y en privado, venía a
añadir. El onanismo propagandístico de Tomás
G me trajo al presente de nuevo, claro, el reciente caso del muy
progresista Fiscal de la Audiencia Nacional, Carlos Bautista, emboscado y travestido nada menos que como tuitero borroka en privado.
Es un tópico en la imaginería del Progresío
ése de suponerle una doble vida a los mandamases conservadores, tan
contenidamente educados en público como brutos depravados cuando nadie les ve, que
así nos los dibujan una y otra vez en su publicística. Los frutos de una
educación represora, esa hipocresía congénita que la misma ocasiona, se nos
dice. Con la sana educación para la progresía es imposible esa impúdica doblez,
por su cuenta nos deducen.
Pues ahí tenemos al excelentísimo Señor Fiscal de la Audiencia Nacional,
tan respetable en su toga y en sus puñetas de fina pasamanería por el día… y
las puñetas que sus tuits borrokas exhalaban
de incógnito por la Ciberesfera, contribuyendo a infectar de radicalidad
extrema la pública opinión de la ciudadanía. “Cuando alguien juega sucio, acaba
convirtiéndose en Torrente”, llegó a declamar con muy edificante énfasis en la
Sala el Fiscal Bautista, que sobre su cargo llevaba los miles de folios de los
casos Faisán y 11-M, a la misma vez que, oculto tras el anonimato, sembraba de
mugre y cizaña las redes sociales.
Seguir esos tuits, su sentido, es seguirle el rastro a los regüeldos de
un hooligan rabioso: la Guardia Civil ha actuado como las SS, el Rey es un vago,
el Fiscal del Estado es un manipulador de videos policiales, el juez Andreu es
un borracho, el juez Guevara, un ambicioso con misteriosas debilidades. “Todos
los pperos son unos falsos”. “Marca España del PP: de nuevo la España de
charanga y pandereta, de cerrado, casino y sacristía”. “Recuperamos el gas
mostaza y lo echamos en la frontera. Eso le gustará al PP”, entre otras majóricas
perlas del Señor Fiscal a escondidas en la Red. Ése era el privado del sr
Fiscal, Tomás.
Constatamos una vez más en este caso del Fiscal emboscado en tuitero borroka, la regresión moral
que las Sociedades de la Telebasura, aliadas a las redes asociales, provoca: la eclosión del homo gañanis, el
prototipo que irrumpe cuando precisamente las élites sociales olvidan su
responsabilidad y adoptan los peores modales del patán cibernético, pasándoles
de largo incluso en lo más bajo. Por supuesto, de haberse tratado de un Fiscal
“facha”, la incansable factoría del Progreso lo hubiera triturado a ritmo de
trending topic y pancarta macarra.
(Se fue ya marzo, lector. Dime: ¿Te gustó la música que desenvolvió mi blog durante este mes? ¿Crees que soy merecedor entonces de que me pidas tú el mío libro? Gracias de corazón a quienes así lo habéis hecho, por, sin conocerme, valorar mi trabajo e impulsar de verdad mi escritura, por quererme un poco. El resto es ruido)
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