El hitchcockiano Vértigo de los Prohombres de la
socialdemocracia española ante el fantasma a lo Kim Novak de Pablo Iglesias, -de idéntico nombre al
fundador de la Cosa, tiene misterio la cosa- más y más se
acentúa, casi hasta el desvanecimiento preysleriano
ya. Viven ellos sin vivir en sí, de tan alta vida (el cielo, el cielo) que Iglesias al oído cómplice les ronronea.
Algo parecido ocurre, no creas, entre las nobles bases del Pueblo
socialdemócrata español, que sentimentalmente no dejan de simpatizar con la
melodía de tópicos antiliberales que de fondo despliega ante ellos el virtuoso Iglesias.
Así en su videoblog el gran Gabilondo
–el Hombre que susurrábale crispación, crispación al penco Zp- denuncia “el ninguneo y el pitorreo” con los
que “en la sociedad más instalada, en el mundo al que pertenezco, en el que
habitualmente me muevo” se acoge a los Podemos. ¿No resulta entrañable la
confesión del pecado original, el de
ser Casta, progre, lo que quieras, mas Casta, del que Gabilondo parecería ante Iglesias
ahora de rodillas avergonzarse?
No se ve desde luego por ningún lado, entronizados y con el viento a
favor esos Líderes Sumos por todas las televisiones, el menosprecio aludido, debe entonces referirse a sus próximos más próximos, y el caso es que eso a Gabilondo le parece “un error y una injusticia” que,
atención atención, “no tiene mucho sentido”.
¿No parece sugerir así ladinamente Gabilondo
una plausible entente cordiale con
los nobles brutos de Podemos, en el
supuesto de que quizás más tarde los podamos necesitar? Casualidad o no, al día
siguiente, mientras en paralelo Cebrián brindaba
con la Vice-Soraya a mayor gloria de la tremenda Institución que EL PAÍS es, a
todo lujo le publicaban a Monedero el
oportunísimo artículo publicitario sobre Podemos
que aquí glosamos ayer.
Pero a la vez también ese día, en las antípodas del guiño Gabilondo,
expresando sin duda el desatado frenesí que les azota, en presencia de Felipe
González y de Pedro Sánchez, Alfonso
Guerra venía a tildar a los Podemos, tócate los gabilondos, de nazis. “Hay televisiones que incuban el
huevo de la serpiente, porque si alguna vez tuvieran algún poder, cerrarían
esas televisiones siguiendo las enseñanzas de sus maestros”. Palabra de Guerra. De la directa asimilación de Guerra a los Podemos con los nazis,
sólo puede derivarse una completa oposición e incluso un duro enfrentamiento
hacia esas líneas programáticas dictatoriales. Dónde, pues, el pitorreo y el ninguneo de los que habla Gabilondo.
Y de ese frenético vértigo
ante Iglesias, entre hipnotizados y
aterrados, no salen los Jamesstewarts
de la socialdemocracia española, de quienes depende nada menos que la decisiva
orientación que ante la amenaza totalitaria adopte media España.
LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS
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