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“No soy nada, no quiero ser nada, pero conmigo van todas las ilusiones
del mundo” (Pessoa)
Para mí que lleva Artur Mas
cinco años preñado de delirio separatista, embarazado de un falso Oasis que es la semilla del Mal y
que se le sale ya por las costuras de su bancarrota que le sufragamos los
demás. Tres convocatorias electorales en cinco años… para seguir en idéntico y
turbio empantanamiento, esa es su política plusmarca para los Anales Tribales. Tambaleante y disminuido tras cada pescozón
que en las urnas la ciudadanía real le ha asestado, se arranca ahora por
peteneras anunciando elecciones anticipadas… ¡nueve meses antes!, es decir, un parto.
Si maniobra Susana Díaz con
toda la lógica de la política más clásica, delira Artur Mas con toda la irracionalidad del teatrillo más absurdo: Ubú Artur también. Si resultaba ya
inaudito en toda la política comparada que, tras recibir en una convocatoria
por él anticipada el morrocotudo sopapo de los electores -que le hicieron
perder muchos apoyos-, entonces el flamenco Mas no dimitiera, reincide
ahora el President en el mismo numerito de su obsesivo antojo… ¡nueve meses
antes!, con toda impudicia condenando a su Comunidad a la provisionalidad, a la
inacción y a la sobretensión políticas, es decir, a los retortijones y vómitos
–a lo Mesías, no, a lo Messi en todo
caso- que todo proceso electoral acarrea. ¡No se conoce caso igual!
Un lustro lleva ya Mas por la
pulsión tribal inseminado, cada día levantándose con el mismo obtuso raca-raca, desatendiendo las labores de gobierno, tan monotemático en ese tam tam que a su lado, la pesadilla del protagonista de “El día de la marmota” despertándose
siempre en el mismo día, nos parece juego de niños, como si de ese inacabable parto
de los montes lo que a la postre
fuera Mas a parir sea eso: una
marmota. Una marmota rota él también entonces.
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