(Mañana es el Día del Libro. El mío es LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS. Puede ser el tuyo también)
Ayer puse aquí un capítulo entero. ¿Te gustó?
10 euros por correo ordinario. Personalmente dedicado. Pídelo en josemp1961@yahoo.es
Mi voz, en COPE, entrevistado por Cristina López Schlichting, sobre el porqué y el para qué de mi libro, cinco minutos
No puedes entonces tú verte,
claro. Pero yo, satélite adosado a la hoguera clamorosa de tu órbita, tan cerca
de ti entonces, me erijo en notario del culmen de tu hermosura, y es que ocurre,
mujer, que los besos enamorados, a mansalva suave esparcidos por la extensión
toda de tu faz, por las dunas de tus mejillas y sus cuencas, por el cisne de tu
cuello y el trigal de tu frente, por la densa selva de tu pelo, por la
ciruelita de tu barbilla y el níspero azul de tus pómulos, por el cartabón de
tus mandíbulas y las postrimerías de tu nuca, hum, esa pelusilla erizada allí,
angélico cabello, por doquier de tu cabeza la plaga germinal de mis besos
traviesos espolvoreada, oh, el prodigio
que entonces transcurre, mujer, no lo puedes tú ver pero yo sí, que conmocionado
levanto el acta de la explosión de belleza que llevabas guardada muy adentro,
acaso sólo para mí, esa ilusión yo me hago, y qué bien, qué bonita esa traca de
tersura que te estalla por toda la cara entonces, cómo al aire de mis besos
atolondrados, mas verdaderos, se te
engalanan los contornos del rostro, de arcilla reluciente ahora, cómo
increíblemente resplandeces, obra viva del mejor escultor de la Historia ahora,
el delicado rostro de una venus avivada, a centímetros de ti yo, que te observo
atónito bajo la lupa de mis ojos miopes, que es el soplo tan sólo de los besos el
que te esculpe tan preciosa, los que transfiguran, perdóname, tu carita tan
convencional como la mía para el mundo antes, en un tesoro increíble que sólo
para mí destaparas, como si fueran las ínfulas de mis besos la llave única del
mismo, que llevan al quicio ellos la guapura toda que ocultabas bajo un pasable
disfraz, el prodigio de gracia y armonía que es tu cara ahora, una península
abarrotada de amapolas nuevas, páramo tornasolado y reluciente, luna rubicunda
y juguetona que constato estupefacto a un palmo tuyo, que se me desorbitan los
ojos ante el resplandor de tus rasgos manantiales, tan radiante tu cara ahora
que a mí, poetastro en la penumbra, me haces creer un mago, un artífice que
sólo a besos te trocara en muchacha entusiasmada, que fuera sólo el viento de
mis besos algo abarullados los que obraran el milagro, ellos los que te
devolvieran de golpe cada noche al país de tus edades favoritas, el que encofrabas
sólo para mí, tan bonita sólo para mí, que nadie más puede paladear tu íntima
hermosura, ni siquiera tú la puedes ver, que sólo a través de mis ojos dichosos,
y de mis letras torpes, puedes tú ahora mismo leer.
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