Como si de alguna manera quisiera el inconsciente
colectivo revelar su verdad, nada más homenajear
a los Castrones -57 años ya de
Tiranía, que se dicen pronto; le faltó a Obama
hacerse una fotico dándole a Fidelón el yogurcico-, le programaron un tango al Norteamericano Presidente. Querían borrar los cerebros obamitas con la mora de una nueva imagen la mancha anterior, pero su fundido, sólo alcanzó a realzar la precedente, estúpidos. Allá que se lanzó Barack. No pareció
al efecto un pato cojo en absoluto.
Le pusieron de partenaire a una bella
tanguista porteña, pero en realidad –ese lenguaje de la verdad con que a veces
a destiempo habla lo estrambótico, un presi de USA marcándose un tango- con
quien acababa de bailar amarteladito su
penúltimo tango lucía bigotes de mofeta y por nombre llevaba carcelero Raúl Castro. Así lo anunciaba la tremenda imagen de Castro levantándole
el brazo fláccido de la ley a un Obama que
se dejaba, que se dejaba. ¡Qué soltura en el mutuo entrometerse la pierna! No existen presos políticos en Cuba, se
contoneó desafiante el Gran Hermano,
y benévolo le siguió el achuchón el cantor de jazz, qué flash. Tango y tongo de
Obama en La Habana, que si el siglo XX
es un despliegue de maldad insolente, el XXI también promete, ahí tenemos
ya a un Presidente Norteamericano y a un Tirano Cubano revolcaos en un merengue y en el mismo lodo todos manoseados, oh my
God, qué cambalache más apache se han mercao
y se han marcao este par de…
tanguistas.
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