8´01
horas. Interior mañana. Hospital madrileño. Encajonada sala de espera de
Medicina Nuclear. Luz de fluorescente, que no hay allí ventana alguna. Carteles
con direcciones y flechitas azules. Paredes crudas recubiertas de aglomerado
gris. Suelo vinílico grisáceo. Asientos de plástico pálido. Opresivamente aséptico el
conjunto, claro. Un silencio también nuclear. Cinco pacientes
cabizbajos y enmascarados, esperando, ticket en mano, el piqueteo del marcador que les llame
para empujar la puerta metálica, gris también, y hacerse de una vez la prueba.
Y de repente un estruendo: como a tres mil decibelios lo menos, los sones
machacones de Paquito el Chocolatero. Y venga chocolatero a todo trapo. Un
móvil, claro. El apuro histérico del propietario por apagarlo. El chasquido
desaprobatorio de la mujer que lo acompaña. Una sonrisa sin risa por allí.
Una ceja que se alza un poco más allá. Otro que, como estatua, ni se inmuta. Perdón,
dice el del móvil, algo azorado. La enfermera, que abre la puerta y se ríe con ganas. Y entonces es
como si el sol saliera para todos allí. La vida.
SOY ESCRITOR. 111 ROSAS, EROTISMO, AVENTURAS, DIVERSIÓN, 301 pgs, 10 E, envío incluido. TE
REIRÁS. TE DARÁ QUE PENSAR. TE EMOCIONARÁ. Contáctame.
No hay comentarios:
Publicar un comentario