Una Mujer de imagen Monumental me pidió el otro día por redes la amistad. ¡Guau!, casi ladré de veras al ver el suculento avatar y destapar la solicitud. “Lo mismo a Mujer Monumental gustar leer, amar libros y puede Ella "yaque" hacerle justicia y apaño a este escritor sin Nombre, solicitarle su libro, recomendarlo a sus amigas, qué yo sé”. Eso pensé. Así es que allí mismo sin más le brindé yo mi amistad entera. Pero qué me dices ya, cuando al día siguiente, por privado, va Mujer Monumental y me escribe: “HOLA, Jose Antonio, gracias por seguirme, aquí me encontrarás sin ropa”, más el picante enlace acoplado. La tentación vive arriba, Billy Wilder dixit, y puso a Marylin volviéndole loco a un rodriguez. La tentación te escribe por redes ahora, PULSA mi botón y verás, directamente te dicen ya. AQUÍ ME ENCONTRARÁS SIN ROPA, glups, a qué genio/a publicitario se le ocurrirán cosas así. Eso es un escritor/a, leche. Eso es arte, medido, sin rollos palabreros, ideal para disparar al colmo la imaginación, remover los sentires e ir al grano del huerto aquel. Trasládate si no por un instante al cerebro, licántropo a fuer de reptiliano, de un hombre normal, ¿imaginas el violento oleaje desatado en las turbulentas paredes del mismo tras leerse esas cinco palabras? ¿Ocurriría igual de tratarse la cosa y sus palabras de un Hombre Monumental amistándose y escribiendo así a una mujer normal? ¿Es un tema cultural o biológico? ¿Funciona a ese selvático respecto igual el cerebro de una mujer que el de un hombre? No lo sé. En las redes se leen recurrentes quejas de mujeres dolidas, a quienes el prehomínido de turno de primeras dadas por privado le manda santo y seña del cimbel, también qué nivel. El caso es que la invitación, que era una incitación, me la hacían a mí, hombre normalucho al cabo y al fin. Qué hacer. Pensar un instante y… NO PULSAR. Me parece a mí que Mujer Monumental no gustar leer, no gustar mis libros, que de amoríos precisamente tratan, y a esas mujeres, ya tú sabes, es que me niego yo a hacerles el humor. Ea, a los cerros de Parla yo la mandé.
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