Acabo de terminarme “La señora del perro y otros cuentos” de Chéjov, en el tomito azul de la inolvidable Colección Austral, ¿recuerdas esos libros? Es una obra deliciosa, de las que apenas se escriben y se escribirán ya. Tan delicada, tan poco grosera, tan sutil. Que, por cierto, la “Historia anónima”, el último, me encantó. Más que el de la celebérrima Dama del perrito. “Bromeas de un modo vulgar y estúpido sobre las ideas de bondad y verdad porque no eres capaz de seguirlas… Para esos somos hombres: para domar a la bestia que hay en nosotros”. Ahí lo deja Chéjov, entre otras en verdad delicatessen. Y en un momento dado le leo… “en la puerta esperaba un anciano de sesenta años”. Glups, pensé, sí que la vida ha cambiado, para bien y para mal, en poco más de cien años. Que viva Chéjov, qué carajo, que las buenas lecturas siempre rejuvenecen… por dentro.
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