La buena poesía, el buen poema, es también como un bombón: breve pero muy intenso, uno al día, paladeándolo en la boca sin prisa, llenándotela de su aroma, ese estallido de sabor ahí, pintándote un poco la lengua, anegándotela, comunicándote su delicado sentir, que es un cantar, el dulce suspiro a que te mueve, hmmm, pero qué rico… y a continuar luego ya con lo que queda del día... o de la noche, tan feliz.
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