“Te repites demasiado para vender el libro. Regálalo, pronto es Navidad”. Esto me ponía el otro día una buena mujer por redes. No sé, me hizo gracia. ¿Que me repito? Lo sé. Acaso deba entonces repetir de nuevo la explicación de la repetición: como decía Don Quijote cuando lo llevaban enjaulado ¡Sé quién soy! Quiero decir: durante muuuuchos años GRATIS ET AMORE urbi et orbi he puesto –con sumergirse un poco ahí abajo están las pruebas, se pueden disfrutar- un sinfín diario de artículos, reseñas, relatos, crónicas, poemas, pequeños ensayos... Sé que valen. Lo seguiría haciendo así para quienes de verdad me estiman y alientan mis libros. Para quienes de ellos passan, no, la verdad; no me parece ni bien ni razonable el seguir dándolo, haciendo además más Ricos de paso a los Amos de las Redes llenándoselas de buenos contenidos. Esta es mi covacha, es tan sencillo como ignorarme. ¿Vender mi Libro de los Besos? ¿Promocionarlo con arte? ¿Hablar del mismo, que es lo mejor que tengo y que soy? Claro, lo intento, esa es mi ilusión: recuperar los dineros que me costó editarlos, que yo no tengo ni Padrino, ni Contactos, ni Enchufes que me valgan. ¿Que lo regale? Eso sí que no, no-no-no-no… Es mi trabajo, es mi dignidad. Puedo convidarte a un café, cuando quieras, but regalar mi libro, eso sí que no. Feliz Navidad, eso sí que yes.
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