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sábado, 23 de agosto de 2014

La canción del Verano


   ¿Se halla, lector mío, la memoria íntima del verano, su latido más hondo y verdadero, en las conocidas vulgarmente como las Canciones del Verano? Diríase que no, que las hechuras repetitivas y facilonas de éstas, poco o nada tienen que ver en principio con el secreto de la estación del esplendor, en la que tantas cosas parecen trenzadas con el mismo material del que están hechos los sueños de sus noches calurosas. Y sin embargo, si nos esforzamos en singularizar alguna de ellas, si buscamos la  mena entre la ganga, puede que esas canciones nos revelen esenciales sustancias del verano, gemas que antes ni sospechábamos que pudiesen llevar envueltas entre su resuelta banalidad.
     
   De forma que, por ejemplo, recordamos todos de sobra (casi todos, claro, oh, Tiempo) que Eva María se fuebuscando el sol en la playa. Nos despista del todo el tono sandunguero de la melodía, pero, ¿de qué nos habla en el fondo esta canción?  De la herida abierta y del dolor sin tasa que causa la pérdida del ser amado. Ella se marchó –dice el chico de la canción, desconsolado tras la chispa de sus trinos gongorinos- y sólo me dejó recuerdos de su ausenciaY sin la menor indulgenciaEva María se fue.  Habla también de que las chicas maduran antes y de que pronto nos ven pequeños y bobos, y de que necesitan entonces ellas conocer y abrirse a nuevos y más amplios horizontes, los que dora a lo lejos el Sol, esa promesa total de libertad.
    
       Por eso cogen su maleta de piel y su bikini de rayas y se van, y la aflicción por el abandono nos hace –entre timoratos y hamletianos infantes- seguir viéndolas aún en la distancia, qué bonita está bañándose en elmar y tostándose en la arena, mientras anida en nosotros sólo la pena de su amor perdido. Es esta canción a un tiempo protesta de amor loco –paso las noches mirando su fotografía-, es angustiada proclama existencialista –qué voy a hacer si Eva María se fue, yo ya no puedo vivir- y es expresión lúcida de una realidad cambiante, de un momento histórico concreto –años 70- en el que está la sociedad evolucionando, en el que las chicas –Eva/María, genéricos nombres por excelencia de la mujer, por tanto no al azar elegidos- empezaban en primera persona a decidir sus vidas. Estamos, pues, –y la festiva canción da cuenta en el fondo de ese trascendental cambio- ante el pleno acto libre de una muy resuelta voluntad afirmándose y ejercitándose en la persona de una joven, sin la menor conciencia además de estar con ello haciendo nada malo: sin la menor indulgencia Eva María se fue. Nos dejó, punto pelota.
      
     Y con el mismo transcurrir de tanto veranos, con el tiempo infinito que los mismos despliegan, la simbólica Eva María de entonces, que se marchó en busca del sol, que se bañó, llena de ilusión, en mil playas y en otras tantas costas de relucientes esmeraldas, se hizo un día realidad, se hizo de carne y hueso, varió un poco su nombre, porque ya no era exactamente la misma, Eva Amaral llamábase ahora, -aunque no deja de maravillarnos el casi idéntico nombre de la Rosa- y ella misma, mujer autónoma y en plenitud realizada, con la caricia única de esa voz tan suya, que tiene vibración de ola rompiente, nos deja otra hermosa y simbólica canción que se titula “Días de verano”, en la que la vemos, un poco  de vuelta de todos los viajes y de todas las cosas, aferrada a la misma maleta simbólica que llevaba Eva María, atravesando pedregales con chumberas desde alguna playa remota, -simbólico escenario de la desolación que ella ahora experimenta, correlato histórico también de la inevitable decepción que le sigue al ejercicio de la libertad, en el que tantas cosas imposibles se soñaron- que vuelve y nos mira un poco triste a los ojos para cantarle a su chico de siempre, lo que son las cosas, cantarle y contarle… que no quedan días de verano para pedirle perdón, para borrar del pasado el daño que ella le causó al dejarle, sin besos de despedida y sin palabras bonitas, que le mira a los ojos y no le sale la voz…
      
   Bueno, Eva Amaral, siempre nos quedará un día de verano para otorgarte la gracia del perdón, a ti, que llena tú eres de la gracia. A la luz de esa mirada tuya, Eva. Y comprendemos entonces, un poco reconfortados también por dentro, que, con todo, algo del espíritu libérrimo del Estío se encierra también dentro de las machaconas canciones del verano.


LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS
(Resumen de la obra en post del 27-1-2013 y 1-2-2013)
154 pgs, formato de 210x150 mm, cubiertas a color brillo, con solapas. Precio del libro: 15 Euros. Gastos de envío por correo certificado incluidos en España. Los interesados en adquirirlo escribidme por favor ajosemp1961@yahoo.es
“No soy nada, no quiero ser nada, pero conmigo van todas las ilusiones del mundo” (Pessoa)



    
    

lunes, 14 de abril de 2014

Amaral, la ratonera, qué mal

     

   Supongo que en la próxima y multitudinaria Marcha de la Dignidad las indignadas muchedumbres que quieren enterrar el Sistema irán en vibrante tropel cantando ese Himno, y seguro que los multimillonarios Amaral (80.000 euros por concierto más un porcentaje de la taquilla se levantan ellos, al parecer) in person encabezarán ya unas listas electorales que de una vez por todas instauren el Bien y la Justicia en España y en el mundo.  Menuda rastrera Ratonera, menuda letra y menudo videoclip extremista y filoviolento que los triunfantes amarales se han marcado. Ni Albert Plá, ni Willy Toledo, ni Manu Chao, ni siquiera los más anónimos cantautores borrokas de la ultraizquierda sé si llegan a tanto tremendismo miserabilista. No se sabe qué sorprende más en la reciente producción amarala, si la aparatosa indigencia intelectual en que sobrenadan estos elitistas productos del Sistema, o el descarado oportunismo con que pretenden subirse a la Ola Indignada.  
      
   Quieren, a la moda brutalmente maniquea, denunciar “a la clase dirigente”. ¿A todos? No; curiosamente, ni Cayo Lara, ni Méndez&Toxo, ni los Bildu, ni por supuesto los ayatolláhs, ni Assad, ni  los Castro, ni Maduro, entre otros, aparecen en la Lista de Crueles Enemigos de la Humanidad que los forrados amarales señalan en su temazo.  La bizarra letra aún supera el abyecto sensacionalismo de las imágenes:
   
   “No sé ni cómo duermes por las noches (no hablan de Maduro, claro, que confiesa dormir como un bebé) estúpido farsante…  si mientes más que hablas, allá por donde pasan los de tu calaña… ya no crece nada (eso es hilar fino) golpes, amenazas, promesas vanas, rey de los ladrones, has tenido suerte hasta ahora (que recuerda a lo del IRA a Thatcher cuando por chiripa se salvó del atentado: necesitará tener suerte cada día de su vida)… puedes intentar que te perdone Dios, no lo haré yo (anótese bien, nada de perdonar, qué justicieros expeditivos les afloran, ¿pena de muerte?) … tú que representas el pasado haces del presente una ratonera… no tendrás futuro ni descanso, esa es tu condena (aromas de bruta justicia maoísta aquí afloran)… ojalá sintieras el miedo que generas, ojalá que lo sintieras (el ojo por ojo, la exacta comunión con los estilemas de la izquierda más extrema, la misma que venera las más mugrosas tiranías del mundo, que son la mayoría).

    Que en términos e imágenes tan incitadoras a un totum revolutum de violencia se produjera un fracasati tendría, aún discutible, un pase. Que así hagan los superinstalados amarales produce un asco difícil de superar. Cuántos artistas sin nombre se pudren sin la más mínima oportunidad para expresar lo suyo. La Ratonera de Amaral suena igual que las recurrentes palinodias de los ganadores del Premio Planeta que aseguran aborrecer desde las vísceras el esclavizador Capitalismo. Al lado de estos heroicos amarales los de la Ceja son unos traidores socialdemócratas que merecerían sin duda ser pasados, sin perdón, por la cruda guillotina. Cuánta amaral dignidad, cuánta. Sin su  himno oportunista el Pueblo es que no es nada.




LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS
(Resumen y análisis de la obra en estos enlaces)
154 pgs, formato de 210x150 mm, cubiertas a color brillo, con solapas. Precio del libro: 15 Euros. Gastos de envío por correo certificado incluidos en España. Los interesados en adquirirlo escribidme por favor a josemp1961@yahoo.es
“No soy nada, no quiero ser nada, pero conmigo van todas las ilusiones del mundo” (Pessoa)



domingo, 21 de julio de 2013

¿Son los blogs para el Verano?




   A veces, lector, ciego de rabia y de fracaso, hubiera deseado vivir en uno de esos países luteranos de las Escandinavias que no ven el sol ni en las  pinturas de Van Gogh. No puede allí nadie casi salir a la calle en todo el año y enciérranse así en sus casas todos como suecos venga a leerse unos a otros los blogs, y cuanto más malditos y anónimos con más ardor leídos en la penumbra de esos cuartos todavía. El blog de Van Gogh le pondría yo al mío, sin llegar como aquél a cortarme la oreja, que mi chaladura mediocre no es ni por asomo la genial del pintor de los girasoles. Mejor cortarle las dos a Bretón.
     
   En los países meridionales del hemisferio Norte, like Spain, durante las cuatro quintas partes del año el astro rey  derrama, providencial maná que otorgara la vida misma, sus rayos hechiceros sobre la ciudadanía, absorbiéndoles por completo el seso. Son ellos súbditos del Sol más que de ningún otro gobernante, y a su reclamo acuden jubilosos, atestando playas y plazas, cuadras y galpones, por muchas quemaduras en el lomo con que aquel como todo premio les pague. La tropa agarra la bicicleta y se larga eufórica a… ¡vivir la vida!, no te jode, total, si son cuatro días los que estamos por el mundo. Sobreviene así il dolce far niente, ese celestial racimo de palabras que designa el tumbotearse bajo alguna sombra para desganadamente tocarse el cimbel.
       
   ¿Cómo competir con sólo palabras contra el aluvión de imágenes sensacionales que el Sol,con el desenvolverse de las parábolas propias de su Imperio, procura?  En estas condiciones “estructurales” escribir acá es quimera de tronados. Lo dijo Larra mucho antes que yo, escribir en España es llorar. Qué será entonces escribir en un blog, ¿acaso berrear? ¿Y qué entonces, descendamos un peldaño más en la escalera de la locura, escribir en un blog… cuando el Verano, como una Revolución exultante, estalla por todos los rincones y exige inmisericorde a todos su tributo de máxima atención?
      
   Llega el Verano y el blog languidece, mengua, se viene abajo toda esa rabia nutricia suya que el resto del año le afirma, aquejado ahora de invisibles ausencias que le merman, que debilitan su impulso, como un oleaje doblemente bastardo que a nadie siquiera roza. Perfectamente inútil en su vacío. Escribe uno para cuatro, y tres de ellos se han pirado a tomar los baños.
      
      Escribir para uno mismo, me decían ayer los coleguis blogueros. Sí, y es verdad, sólo que está ya uno algo cansado del mismo onanismo del mecanismo, ¿no oyes como rechina hasta su nombre?, fatigado de asomarse uno, como la madrastra de Blancanieves, sólo y solo,  al embustero espejo de la incomparable belleza propia. Quiere uno, orate total, loco de maniatar, rivalizar con el mismo Sol, y alcanzar con el rayo de su prosa hermosa –toma castaña- la piel y hasta el alma del penúltimo bípedo implume –mejor bípeda, claro- que pulule por las postrimerías de la Patagonia.
    
    Y es que detrás de los blogs que se escriben incluso en Verano, bajo el rejón del cruel ferragosto, oh criaturas en verdad desdichadas, se agitan las hormiguitas blogueras, que incluso en este mes despiadado los manuescriben haciéndolos posibles. Puedo verles afanarse, pulsa-que-te-pulsa, dale-que-dale-, teje-que-teje el naif tapiz diario de su anónimo infortunio. ¿Acaso no soy yo uno de ellos?
    
    A pesar del Inmenso Vacío a su alrededor, como niños castigados a quienes la Vida cateó el resto del año, como lastimosos seres esclavizados por una extraña adicción, bloguerheridos, ahí siguen aferrados al banco de su blog, que es sólo el globo amarillo de su espuria fantasía. ¡Cuánta ternura inadvertida en ellos se agolpa!
     
     ¡Blogueros del ferragosto, hermanos ciberesféricos escribientes bajo el inclemente Estío que nos roba incluso el triste público que somos sólo nosotros mismos, juntemos nuestras manos, unamos nuestros afanes, fusionemos nuestras ilusiones achicharradas y abramos, dentro de la universal fraternidad de los blogueros, una nuestra más particular, la que vincule y suelde unos contra otros a los más desesperados entre los desesperados, hagámonos así seguidores todos de todos, hagamos crujir con el estruendo de nuestros vozarrones amplificados los dominios del Internete, sólo por ahuyentar esta cósmica soledad y luego, que salga el sol por Antequera, no te jode! 

viernes, 26 de octubre de 2012

Mi libro será también canción


   
   Tratará al menos que la melodía de las palabras que lo conforman envuelva y acompañe, como murmullo, como caricia, como lluvia suave contra el rostro, a quien a él se acerque. Que siempre a él se pueda volver, como mil veces volvemos a canturrear y a disfrutar las canciones que nos gustan. Sonarán entonces sus notas muy parecido a como suenan las de este discreto blog, -¿qué otra cosa podría yo hacer?- , acaso algo más elaboradas, por disponer de más tiempo para ellas: a veces festivas y vivaces, otras enrabietadas y sardónicas, a menudo desesperanzadas y románticas. Es que esos acordes, esa desigual sinfonía, lector, son los que a mi me trajo el Viento, los mismos que yo recompongo y ahora devuelvo. 
     
   Permite además la distancia temporal que procura el libro desentenderse de la inesquivable actualidad y bucear artísticamente –intentarlo al menos- en la ardiente intimidad de las historias más personales, tratadas literariamente, -nada del tono de unas plomizas memorias- las que a uno le conformaron, a la busca quizás de aclararse primero uno mismo, de hallar así las claves de su confundida sensibilidad, en las que quizás puedas también tú  reconocerte, lector. Nos hablaremos allí entonces más de tú a tú.
    
    Hace posible el libro también el dar rienda suelta del todo a la capacidad de fabulación que en uno puede haber, buscarle resquicios de evasión a la realidad, para engrandecerla, claro, y siempre pasada esa imaginación a través del tamiz de los sentimientos, que es la forma duradera en que al cabo nos impregnan los asuntos y los negocios del mundo. Pero la idea es esa: volcar el alma en esos relatos intimistas para conocerse uno mejor, para mejor conocernos tú y yo, buscando eso, que las palabras, como la música, se adentren y habiten las cámaras interiores de la sensibilidad y queden allí alojadas para siempre. No sé, estoy contento.

(Si todo sale bien, creo que estará listo para primeros de diciembre y su precio rondará los doce euros. Anda, Eva, échame tú también un cable, plis.)



Post/post: especialísimas gracias hoy a Mateo, a Paco Gacela, a Juante, a Juan Carlos, a Explorador, a Al Neri, a CLAVE, a Winnie0, a El Fugitivo, a Cesar, a Belkys Pulido, a Purificación Fernández Guijosa, a Mónica por sus palabras de ayer, tan emocionantes e inolvidables para mí. Tengo fé en mi libro, que es, a mi manera hecha, una "novela". Me lo pago yo. Tiene y tendrá toda la dignidad de los libros que yo amo. Y eso, que es un trocito vivo de mí. GRACIAS.  Lo iremos viviendo juntos aquí, mon amís.

lunes, 26 de marzo de 2012

Lejos del olvido

    
    De manera que lo que a uno de verdad/de verdad le gustaría es tener el don suficiente para subirse a un escenario a la vera de Eva Amaral y cantarle a ella, bueno, y que ella me cantara a mí, téte a téte, bis a bis, mano a mano, boca a boca, ya de paso cantarles los dos al mundo entero esta canción tan bonita, envolverme en Eva, junto al flanco azul de su voz que es caricia y fermento a la vez, murmullo y acicate, ola y espuma, quedarme un instante eterno ahí, preso en la telaraña de su melodía, que le canta al olvido, a la necesidad y a la fatalidad del Olvido, más presente hoy que nunca ese miedo, pues es el olvido el terrible fantasma que a todos nos acecha hoy, el perder del todo la memoria, la trayectoria y el sentido de lo que somos, en una sociedad expuesta a tal alud de información y de estímulos diarios que nos hace perder la memoria esencial de las cosas, que vivimos ya un poco como los robots que telemanejan este lío, expuestos a una instantaneidad electrónica de flashes que nos alumbran y atontan como a búhos atolondrados por un foco de sensaciones epidérmicas, y por eso de sobra se sabe que tiene internet, esta Galaxia de la Ciberesfera, la memoria de un pez, que nada vale nada porque nadie recuerda luego nada, las redes sociales que nada de verdad atrapan, en un libro hay páginas, capítulos, un proceso en marcha, un ciclo que se abre y se cierra, que se cumple, las pantallas son sólo parpadeo y olvido, y olvido… y así le canta Eva con aparente contención inicial, en tono autoirónico, a la pérdida de la propia identidad (olvido mi nombre, a los que he odiado, a los que he querido, el paso cambiado de las estaciones, mi propio reflejo cayó en el olvido)  solo que, remontar la corriente de ese río del olvido implica paradójicamente el empezar a recordar, literalmente re-cordare, traer de nuevo al corazón, pasarlo por él, y empieza así, puede que sin pretenderlo, a vadearse la propia memoria del dolor verdadero (olvido la madre que nunca he sido, las vidas ajenas que no he vivido, todos los mitos que se me han caído, motivos me sobran para asesinar a algunos fantasmas a golpe de olvido) para darse de bruces al cabo con la fuente misma de la que mana la vida y la que le otorga sentido y la mantiene en pie, ese misterioso, que tanto puede ser la madre, el padre, el amigo, la persona amada, un tú crucial en todo caso, que puede tanto habitar este mundo como no hacerlo ya, por más que se halle ese tú  presentísimo más que cualquier otra cosa, y que en la ya dolorida indagación de Eva comparece insoslayable (pero tú eres lo ÚLTIMO que veo antes de vencerme al sueño –metáfora de la muerte- SIEMPRE estás conmigo en una dimensión, lejos del olvido) y entonces, arrancada y aflorada esta verdad última y trascendental, definitiva, su incalculable tesoro, y con el mismo la necesidad vital de no perderlo jamás, ese riesgo al acecho hoy, sólo le queda al autor, al cantante, a cada uno de nosotros que la cantamos, explotar y vaciarse en ese crucial desgarramiento y clamar, como si se cantara con las entrañas, sólo por conjurar ese terror, que es grito y súplica y llanto y aullido y promesa, todo a la vez, encontrarnos lejos del olvido, lejos del olvido, lejos del olvido, lejos del Olvido, .

miércoles, 24 de agosto de 2011

Eva Amaral vuelve


                             
                        De Eva María a Eva Amaral, mejor
   
      ¿Se halla, lector mío, la memoria íntima del verano, su latido más hondo y verdadero, en las conocidas vulgarmente como las Canciones del Verano? Diríase que no, que las hechuras repetitivas y facilonas de éstas, poco o nada tienen que ver en principio con el secreto de la estación del esplendor, en la que tantas cosas parecen trenzadas con el mismo material del que están hechos los sueños de sus noches calurosas. Y sin embargo, si nos esforzamos en singularizar alguna de ellas, si buscamos la  mena entre la ganga, puede que esas canciones nos revelen esenciales sustancias del verano, gemas que antes ni sospechábamos que pudiesen llevar envueltas entre su resuelta banalidad.
     De forma que, por ejemplo, recordamos todos de sobra (casi todos, claro) que Eva María se fue, buscando el sol en la playa. Nos despista del todo el tono sandunguero de la melodía, pero, ¿de qué nos habla en el fondo esta canción?  De la herida abierta y del dolor sin tasa que causa la pérdida del ser amado. Ella se marchó –dice el chico de la canción, desconsolado tras la chispa de sus trinos gongorinos- y sólo me dejó recuerdos de su ausencia. Y sin la menor indulgencia, Eva María se fue.  Habla también de que las chicas maduran antes y de que pronto nos ven pequeños y bobos, y de que necesitan entonces ellas conocer y abrirse a nuevos y más amplios horizontes, los que dora a lo lejos el Sol, esa promesa total de libertad.
    
       Por eso cogen su maleta de piel y su bikini de rayas y se van, y la aflicción por el abandono nos hace –entre timoratos y hamletianos infantes- seguir viéndolas aún en la distancia, qué bonita está bañándose en el mar y tostándose en la arena, mientras anida en nosotros sólo la pena de su amor perdido. Es esta canción a un tiempo protesta de amor loco –paso las noches mirando su fotografía-, es angustiada proclama existencialista –qué voy a hacer si Eva María se fue, yo ya no puedo vivir- y es expresión lúcida de una realidad cambiante, de un momento histórico concreto –años 70- en el que está la sociedad evolucionando, en el que las chicas –Eva/María, genéricos nombres por excelencia de la mujer, por tanto no al azar elegidos- empezaban en primera persona a decidir sus vidas. Estamos, pues, –y la festiva canción da cuenta en el fondo de ese trascendental cambio- ante el pleno acto libre de una muy resuelta voluntad afirmándose y ejercitándose en la persona de una joven, sin la menor conciencia además de estar con ello haciendo nada malo: sin la menor indulgencia Eva María se fue. Nos dejó, punto pelota.
      
     Y con el mismo transcurrir de tanto veranos, con el tiempo infinito que los mismos despliegan, la simbólica Eva María de entonces, que se marchó en busca del sol, que se bañó, llena de ilusión, en mil playas y en otras tantas costas de relucientes esmeraldas, se hizo un día realidad, se hizo de carne y hueso, varió un poco su nombre, porque ya no era exactamente la misma, Eva Amaral llamábase ahora, -aunque no deja de maravillarnos el casi idéntico nombre de la Rosa- y ella misma, mujer autónoma y en plenitud realizada, con la caricia única de esa voz tan suya, que tiene vibración de ola rompiente, nos deja otra hermosa y simbólica canción que se titula “Días de verano”, en la que la vemos, un poco  de vuelta de todos los viajes y de todas las cosas, aferrada a la misma maleta simbólica que llevaba Eva María, atravesando pedregales con chumberas desde alguna playa remota, -simbólico escenario de la desolación que ella ahora experimenta, correlato histórico también de la inevitable decepción que le sigue al ejercicio de la libertad, en el que tantas cosas imposibles se soñaron- que vuelve y nos mira un poco triste a los ojos para cantarle a su chico de siempre, lo que son las cosas, cantarle y contarle… que no quedan días de verano para pedirle perdón, para borrar del pasado el daño que ella le causó al dejarle, sin besos de despedida y sin palabras bonitas, que le mira a los ojos y no le sale la voz…
      Bueno, Eva Amaral, siempre nos quedará un día de verano para otorgarte la gracia del perdón, a ti, que llena tú eres de la gracia. A la luz de esa mirada tuya, Eva. Y comprendemos entonces, un poco reconfortados también por dentro, que, con todo, algo del espíritu libérrimo del Estío se encierra también dentro de las machaconas canciones del verano.

    
    




lunes, 1 de agosto de 2011

¿Son los blogs para el Verano?

     
      A veces, lector, ciego de rabia y de fracaso, hubiera deseado vivir en uno de esos países luteranos de las Escandinavias que no ven el sol ni en las  pinturas de Van Gogh. No puede allí nadie casi salir a la calle en todo el año y enciérranse así en sus casas todos como suecos venga a leerse unos a otros los blogs, y cuanto más malditos y anónimos con más ardor leídos en la penumbra de esos cuartos todavía. El blog de Van Gogh le pondría yo al mío, sin llegar como aquél a cortarme la oreja, que mi chaladura mediocre no es ni por asomo la genial del pintor de los girasoles. Mejor cortarle las dos al asesino de Oslo.
     En los países meridionales del hemisferio Norte, like Spain, durante las cuatro quintas partes del año el astro rey  derrama, como providencial maná que otorgara la vida misma, sus rayos hechiceros sobre la ciudadanía, absorbiéndoles por completo el seso. Son ellos súbditos del Sol más que de ningún otro gobernante, y a su reclamo acuden jubilosos, atestando playas y plazas, cuadras y galpones, por muchas quemaduras en el lomo con que aquel como todo premio les pague. La tropa agarra la bicicleta y se larga eufórica a… ¡vivir la vida!, no te jode, total, si son cuatro días los que estamos por el mundo. Sobreviene así il dolce far niente, ese celestial racimo de palabras que designa el tumbotearse bajo alguna sombra para desganadamente tocarse el cimbel.
       
   ¿Cómo competir con sólo palabras contra el aluvión de imágenes sensacionales que el Sol, con el desenvolverse de las parábolas propias de su Imperio, procura?  En estas condiciones “estructurales” escribir acá es quimera de tronados. Lo dijo Larra mucho antes que yo, escribir en España es llorar. Qué será entonces escribir en un blog, ¿acaso berrear? ¿Y qué entonces, descendamos un peldaño más en la escalera de la locura, escribir en un blog… cuando el Verano, como una Revolución exultante, estalla por todos los rincones y exige inmisericorde a todos su tributo de máxima atención?
      Llega el Verano y el blog languidece, mengua, se viene abajo toda esa rabia nutricia suya que el resto del año le afirma, aquejado ahora de invisibles ausencias que le merman, que debilitan su impulso, como un oleaje doblemente bastardo que a nadie siquiera roza. Perfectamente inútil en su vacío. Escribe uno para cuatro, y tres de ellos se han pirado a tomar los baños.
      
      Escribir para uno mismo, me decían ayer los coleguis blogueros. Sí, y es verdad, sólo que está ya uno algo cansado del mismo onanismo del mecanismo, ¿no oyes como rechina hasta su nombre?, fatigado de asomarse uno, como la madrastra de Blancanieves, sólo y solo,  al embustero espejo de la incomparable belleza propia. Quiere uno, orate total, loco de maniatar, rivalizar con el mismo Sol, y alcanzar con el rayo de su prosa hermosa –toma castaña- la piel y hasta el alma del penúltimo bípedo implume –mejor bípeda, claro- que pulule por las postrimerías de la Patagonia.
     Y es que detrás de los blogs que se escriben incluso en Verano, bajo el rejón del cruel ferragosto, oh criaturas en verdad desdichadas, se agitan las hormiguitas blogueras, que incluso en este mes despiadado los manuescriben haciéndolos posibles. Puedo verles afanarse, pulsa-que-te-pulsa, dale-que-dale-, teje-que-teje el naif tapiz diario de su anónimo infortunio. ¿Acaso no soy yo uno de ellos?
     A pesar del Inmenso Vacío a su alrededor, como niños castigados a quienes la Vida cateó el resto del año, como lastimosos seres esclavizados por una extraña adicción, bloguerheridos, ahí siguen aferrados al banco de su blog, que es sólo el globo amarillo de su espuria fantasía. ¡Cuánta ternura inadvertida en ellos se agolpa!
     
     ¡Blogueros del ferragosto, hermanos ciberesféricos escribientes bajo el inclemente Estío que nos roba incluso el triste público que somos sólo nosotros mismos, juntemos nuestras manos, unamos nuestros afanes, fusionemos nuestras ilusiones achicharradas y abramos, dentro de la universal fraternidad de los blogueros, una nuestra más particular, la que vincule y suelde unos contra otros a los más desesperados entre los desesperados, hagámonos así seguidores todos de todos, hagamos crujir con el estruendo de nuestros vozarrones amplificados los dominios del Internete, sólo por ahuyentar esta cósmica soledad y luego, que salga el sol por Antequera, no te jode! 

          

sábado, 2 de abril de 2011

Shakira por Libia

    
     No sé si Manu Chao, que tanto gustaba al Zetapé revol-progre de la primera legislatura, estará por la labor de ir a animar a la soldadesca en la cosa humanitaria libia. Si fuera por la Causa Lacandona que abanderaba el sub-comandante Marcos (qué habrá sido de Marcos y su pasamontañas, de Osama Bin y sus barbas, del mulá Omar y su moto, de tantas y thanthas buenas gentes que tanto alegraron nuestras mediocres vidas) es seguro que Chao se apuntaba al bombardeo, pero amigo, actuar a cargo de la OTAN en la Odisea del amanecer libio va a ser demasiado compromiso, y me temo que dirále Manu a Zetapé que nones, que arrivederchi, que chao, vamos.
     Al Hombre del Momento, el Cardenal Faisán, le priva, igual que a mí, -horteras de bolera que somos en esencia el Cardenal y el pajarraco que aquí escribe- Eva Amaral, y  casi sin ella somos nada. En ese tránsito de Manu Chao a Eva Amaral, de la transgresión antisistema y un punto gótica a la romántica balada de toda la vida, en el enorme caudal simbólico que el mismo comporta, en ese aggiornamento, se cifra en síntesis la dimensión de la delicuescencia zetapeica. Te digo mi verdad, caro lector mío, al cóctel que se agita en mi confundida sensibilidad le sería incapaz de soportar la amargura cruel de contemplar a Eva Amaral, esa diosa, poniendo cachondos a los apatrulladores hispanos de los cielos libios. Aparta de nos, pues, taimado Cardenal, -la nada que yo soy os lo suplica- tan amargo cáliz.
    
     ¿Entonces? Si  Zetapé es principal hincha del Barsa, el equipo del Régimen hoy, si Piqué oficia de defensa central de la Barcelonidad y mete, como los mismos F-18, unos muy buenos meneos a los rebeldes que por los campos se le cruzan, si la felina Shakira ha al parecer probado en carne propia y como sarna que no pica los susodichos meneos piquianos, si es Ella inmejorable sexy-símbolo planetario del dale que te pego al waka-waka, si todo así tan bien cuadra al general Bien de la Humanidad, ¿quién mejor que la multinacional cantante de la nación que lleva el nombre de Colón para levantar los ánimos de los nostros aviadores en la humanitaria guerra que no acaba?
     Veamos los precedentes históricos –ese paseo en el que realidad y ficción se meten mano mutuamente con verdadera ansia primaveral- en que se basa nuestra justa demanda de la imposición de la Shakira y del artístico escándalo de sus caderas en orden a poner bien altos los ánimos de nuestros humanitarios bombarderos:
     Uno: en el principio fue, por supuesto, el franquismo, origen y fuente única como sabemos de todos los males que nos asolan. Ahí tenemos a la mítica Rosa Morena en blanco y negro echándole las guindas al pavo y poniendo ella solita garañona a toda una brigada paracaidista de homínidos en celo, que es que están que se la comen. Nunca un blanco y negro tuvo tanto color, tanta pasión, tanta ebullición,  no sé si me explico, pero parecen todos los paracas juntos una especie de global King Kong priápico, presto a devorar de lujuria a la sonriente y ardiente rubia, que se arrima y se arrima a esa montaña de testosterona lista para estallar, entre complacida y aterrorizada, en una secuencia delirante que parece una turbadora pesadilla onírica del Fellini más desbarrado.


    
      El intríngulis del asunto ha de estribar en que los mandos entienden que con cosas así –y la Historia en distintas formas en parte lo avalaría, para qué hablar de los recientes casos de masivas violaciones a cargo de soldados de la ONU- se hace más llevadero el rigor de la vida campamental, no digamos si se trata de situaciones de guerra. Aquí, los opositores profesionales al franquismo arrimaron esas aguas turbulentas del deseo a su molino en la medida en que, para ellos, el impagable documento de las guindas del pavo (1974) venía a ilustrar la férrea represión que el Régimen aquél establecía sobre los instintos naturales de la población toda y la sojuzgada condición de objeto sobre todo turbador al que relegaba a la condición femenina.
     Dos: claro que, cuando cinco años más tarde, Ford Coppola ilustró de forma harto elocuente, con su bárbara secuencia de las rubias chicas Playboy en su Apocalipsis Now,  la locura y la desesperación extremas que podían desatar en una peripecia crítica como era la de Vietnam aquellos lúdicos divertimentos incluso en el país democrático por excelencia, a todos se nos heló la inicial sonrisa  condescendiente.

   
    Tres: pero más se nos heló aún, y hasta el pasmo, cuando en 1991, durante la Primera Guerra del Golfo, el gobierno socialista de Felipe González, ese filántropo, que había enviado a centenares de soldaditos de reemplazo a la conflagración, se atrevió a llevarles también a la entonces exitosísima Marta Sánchez para que, con sus canciones y sus insinuantes curvas, elevárales a todos la moral, ya te digo. Fue a bordo de la fragata Numancia y era como para pellizcarse. Otra vez una rubia, enfundada en pantaloncitos y botas de cuero ahora, con generoso bamboleo de ancas y de senos, para poner pero que bien prietas las filas de la ardiente soldadesca. Sólo los capitostes socialistas se atreven a hacer cosas así. Parece, es verdad, que hablamos del Pleistoceno: nuestro Cardenal Faisán ya estaba allí.
    
    Pero lo más abracadabrante del caso, el bucle paroxístico del lance diríamos, es que, si se observa el video, toda la berrea sensual que se esfuerza por levantar  con sus mohínes y contorsiones la Sánchez es en vano: los marineritos, escenográficamente bien separados del escenario, en un simulacro bien blindado, que jamás pudiera desparramar, sentaditos, repeinaditos, apenas si aplauden, apenas se agitan –véase el contraste con el rijo de los paracas del 74- como si con antelación, alguien que, en efecto, conociera de memoria Apocalipsis Now, hubiera ordenado la lobotomización de la marinería al completo, la bromurización al menos, las guindas de bromuro que en la sopa ese día les habían echado a todos aquellos pavos que ni se movían.
     Nótese además la estupefaciente canción que allí brindó Marta, Soldados del amor, en zeroliano hallazgo avant-la-lettre, y con un texto que se ajusta como un guante a la permanente y morrocotuda engañifa con la que los socialistas –entonces en Irak,ahora en Libia, mañana donde pete- encaran su intervención en las guerras, que de su mano son, como de memoria sabemos, vastas operaciones humanitarias: “No debemos tratar de explicar/ lo que se va nunca volverá/ Entre nosotros no hay guerra ahora/ vivimos al ritmo de un mismo tambor/ Yo más fuerte/ tú más fuerte/ fuerte fuerte todos juntos/ Únete a mi ritmo/ el ritmo del amor/ Soldados/ somos soldados del amor/ somos soldados del amor/”.   

      
     Y es basándonos en esta pila de antecedentes por la que vengo a proponer que se imponga a Shakira y a su indicadísimo waka waka (Llegó el momento/ caen las murallas/ Va a comenzar la única justa de las batallas/ No duele el golpe/ No existe el miedo/ Quítate el polvo/ ponte de pie y vuelves al ruedo/ porque esto es África/) para el solaz de las salaces tropas españolas en la Odisea del Amanecer libia. Sí, sería también conveniente al caso, ahora que De la Vega no puede bailar con ella, que la Chacón marcárase con la colombiana unos pasitos al menos, ministra de la Defensa y del Honor de España, como Piqué, que al cabo ella es.   
         
       

jueves, 31 de marzo de 2011

Canción de Luz para Rubalcaba

    
     En reciente justa parlamentaria, a cuenta de una nueva inquisición del popular Gil Lázaro sobre el Faisanesco asunto de las Bermudas etarra,  el heroico Rubalcaba, el hombre que más Poder sobre una sola persona acumula en los últimos treinta años, en medio de las ostentosas risotadas de la parrandera bancada socialista, choteóse de lo lindo del tal Gil, recomendándole y todo en el lance una muy romántica canción de Eva Amaral que, aunque en su boca sonó algo impropia –diríamos a priori que él es más de Víctor y Ana y Sabina y tal-  según confesó es de su agrado – ya veo que comparte uno con el Heroico al menos una misma esencia de hortera de bolera-. Le volvió además a espetar de nuevo a Gil la gadaffiana consigna de las tertulias nocturnas de la EXTREMA DERECHA, en enésima demostración de la asentada doctrina rubalcabiana de que una patraña repetida mil veces, y no digamos si es propalada a través de los altavoces del Poder, conviértese en muy progresista verdad. Repitamos entonces una vez más las generales de la ley rubalcabona: Uno: los filoetarras son la izquierda abertzale.  Dos: Veo Tv, Intereconomía, Popular Tv, Libertad Digital son la extrema derecha. Tres: Rubalcaba es el Héroe que no sabe lo que es mentir. Sí, bwana.
     Convirtió de esta manera el heroico Rubalcaba el acto de control al gobierno en sede parlamentaria por parte de un representante popular y acerca de una crucial querella para la ciudadanía –nada menos que la de dilucidar, al hilo de nuevas pesquisas, si altas instancias gubernamentales colaboraron con los etarras para evitar su detención, que se dice pronto- en personalísima ridiculización del oponente, queriendo acaso salvar así las plumas el Vicetodo de la quema del fondo del cacao. Tampoco es que fuera la treta una histórica novedad, pues tiene Rubalcaba más conchas sobre sí que el archipiélago entero de las Galápagos, pero Gil no pudo ya replicar y quedósele sin duda el rostro algo corrido, cual amaral novicia, por la burla sufrida a lenguas rubalcabas. Sin mí no eres nada, vino a escupirle nuestro Héroe a Gil, sin atender a la razón o no de su demanda.
    
     Yo creo que debieran los mandatarios japoneses, cuésteles lo que les cueste, proponerle a Rubalcaba la Jefatura indiscutible de los ya legendarios Cincuenta de Fukushima, que aun en vilo se afanan por desactivar el tremendo potencial radiactivo de la dichosa central. Pues si continúa siendo altísimo el peligro letal de contaminación radioactiva allí, es bien seguro que ni  plutonio, ni uranio, ni wolframio, ni leche nuclear en polvo alguno, nada, no existe en el mundo sustancia que pueda a nuestro incombustible Héroe salpicar. Así lo prueba de forma irrefutable la legendaria supervivencia política de la Rubalcabidad después de más de treinta años de perenne  exposición a las más espantosas y contaminantes corrupciones e irradaciones imaginables: indemne tanto a la guerra sucia, al saqueo de los fondos reservados, a la gestación de la bomba de la Logse, a la negociación con la ETA, a la compasión por De Juana cuando su huelga, al cerco a las sedes populares, a las redadas de inmigrantes por cupos, todo, lo más corrompido del felipismo y lo más traidor del zetapeísmo pasaron a su través y , oh prodigio fukushimo, ni una sola mácula dejaron esas implosiones en él que no sean encima las de concentrar más y más prerrogativas de poderío sobre su formidable calavera. Es en eso él el Único. Dígaseme otro nombre, plis. Sin duda que es a todos los cianuros resistente el Cardenal Faisán.  
    
    Por eso la otra tarde, si Gil Lázaro fuera algo menos romo y hubiese tenido la chispa necesaria, lejos de ruborizarse, hubiera debido sacarse entonces del escaño un negro pelucón y unos tacones como los de Luz Casal en este video, apearse del escaño y ganar el centro del hemiciclo, e igual que le hace Luz a las sucesivos Rubalcabas que alevosos le salen al paso, allí mismo bien suelto de cuerpo, mirándole a los ojos sin pestañear, haberle bailoteado con ese arte que ella gasta, e imitándole esa voz de almendras  haberle tarareado eso mismo al Héroe… “y no me importa nada/ tú juegas a engañarme/ yo juego a que te creas que te creo/ escucho tus bobadas… acerca del amor y del deseo/ y no me importa nada, nada/ que rías o sueñes/ que digas o que hagas/ por mucho que me empeñe/ estoy jugando y no me importa nada/ tu juegas a tenerme/ yo juego a que te creas que me tienes/ serena y confiada/ invento las palabras que te hieren/ y no me importa nada…/ conozco la jugada/ sé manejarme en las distancias cortas/  para acabar, claro, espoleando a coro a sus propios followers, “vamos, todos a una, tú también MarianoY-NO-ME-IMPORTA-NADA-QUE-DIGAS-O-QUE-HAGAS-Y-NO-ME-IMPORTA-NAAADA-NAAADA”.  
     Hubiera emergido así una contraimagen que oponerle a Rubalcaba, y siempre que en lo sucesivo le viéramos parpadear y amansar el aire con gesto de arbitrista frailuno, hubiera quedado ya para siempre asociado a este canto, y-no-me-importa-naaaada