Prueba de la verdad verdadera de la Huelga en la capital: a las 00 h de hoy la única cadena que vio interrumpida la programación, que se vio secuestrada para no poder ni lo más mínimo informar y obligada a poner una foto fija en pantalla fue, claro, Telemadrid. Debería ahorrar ya sólo ese hecho cualquier otro comentario sobre los móviles de la Huelga.
En todo caso el escenario de una Huelga General, la violencia fáctica y simbólica que desde su génesis chorrea y rezuma impregnándolo todo, sí muestra a las claras la conculcación por la fuerza bruta del curso cotidiano de la vida, la obscena coacción a la voluntad libre de las personas y a sus cosas, a lo que las personas creen y aprecian como inseparables de sí mismos y como extensión de su propia personalidad, por haberlo conseguido en buena ley, y sobre lo que ahora unos extraños malencarados disponen, obligándoles, avasallándoles, acogotándoles. Los piquetes “convencitivos” son la más patente e incivilizada demostración del arbitrario sometimiento por la fuerza a la libertad de las personas y a sus bienes, y sobre todo a su dignidad y a su estima, a merced de la voluntad de los energúmenos. Es muy difícil describir la humillación, la impotencia y la rabia que se sienten cuando una partida de mamporreros cafres, tan parecidos a los de la kale borroka, te ORDENAN que no trabajes, o que cierres tu comercio, y que para empezar te lo pintarrajean en tu cara.
La Huelga General es el recordatorio y el anticipo bien nítido del retroceso a formas de vida retrógradas y aun bárbaras, depredadoras y de horda, en las que el atropello y el miedo constantes impiden las normas elementales que hacen factible la coexistencia entre personas que se respetan.
De qué sirve oponerle a esa demostración de brutalidad el valor de la palabra y del argumento: cómo es posible que los GRANDES sindicatos se financien opíparamente con los expedientes de regulación de empleo, es decir, con el despido de los trabajadores, cómo es posible que no sepamos el número de liberados sindicales y lo que nos cuestan, cómo es posible el saqueo continuado que de los presupuestos generales del Estado, bajo mil formas y con la anuencia de los gobiernos locales, autonómicos y central, llevan a cabo, cómo es posible que no reconozcan aún que las ideas que les inspiran llevan a la miseria y a la dictadura en todos los países que las pusieron en práctica, cómo es posible que la nomenclatura general de sus cuadros vivan como marqueses, cómo puede ser que las empresas que ellos promueven sean ruinosas, cómo puede ser que los asalariados de las propias centrales tengan condiciones leoninas y precarias como tantos otros, en fin, cómo pueden tensionar de forma impune la normal convivencia de todos hasta extremos tan radicales.
Despotrican, cuando toca, contra los díaz-merchanes y demás grandes empresarios: en realidad es con ellos con quien mejor se entienden. Se necesitan mutuamente. Conforman ambos el establishment del oficial sistema zetapeico –anterior también a ZP, que conste, aunque le haya dado él las últimas e incomparables pinceladas poéticas- que todos los demás, que no somos ni del gran empresariado ni de la gran nomenclatura político-sindical-cejicultural- mantenemos. Son, lo sabemos, y hoy nos lo soban además por los morros, los “liberados”.
2 comentarios:
Lo dice muy bien hoy el periódico El Mundo: "La fuerza es el derecho de las bestias" (Marco Tulio Cicerón).
Saludos.
Los sindicatos han quemado sus naves en esta huelga que se ha vuelto contra ellos.
La opinión pública no va a olvidar la utilización salvaje de piquetes violentos y las coacciones y amenazas que sufrieron ayer los trabajadores que en el ejercicio de su derecho, decidieron ir a trabajar.
Como vengo denunciando en mi blog, la izquierda carpetovetónica, garbancera y montaraz hace tiempo que decidió echarse al monte. Lo acontecido ayer en Barcelona y Madrid donde se incendiaron coches, contenedores, asaltaron bancos y tiendas en el centro de la ciudad, es la muestra de un fenómeno preocupante y que denota la deriva hacia posiciones estalinistas y de guerrilla urbana en la que están instalados sectores muy importantes de la izquierda que han decidido emplear la violencia como modus operandi.
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