Este año el Planeta ha señalado con su extraño Dedazo multimillonario a D. Eduardo Mendoza. Enhorabuenísima, sr Mendoza. Ha triunfado con una novela ambientada… en 1936, para variar. Ojalá merezca la obra en cuestión la pena, aunque bien mirado, a quién importa ya eso. Qué imbécil osa señalar hoy en día que el Planeta es un concurso literario, y que en tanto que tal, debería regirse por unas mismas normas de igualdad para todos los que al mismo concurran. Es extraño: tanto progre de guardarropía, tanto intelectual anticapitalista, prestos además a soltarte a la cara su rebeldía de diseño, venga o no a cuento, tantísimos ellos en número y cada con a cual más dramático golpe de pecho incluido, que, como decía el otro, somos la reserva espiritual de Occidente, y a ninguno le incomoda la estafa colectiva que es el Premio Planeta. Como que buena parte de ellos se encuentra entre la nómina de sus selectos ganadores. Qué cretino reclama hoy justicia para el Planeta.
Pasa con el Planeta algo similar a lo de la Telebasura, “vamos, a mí me ponen cien kilos delante y es que, vamos, firmo lo que sea, no te jode”, porque no en vano una misma glamourosa Mugre homogeneiza y engrasa muy similares engranajes. Han envilecido tanto las conciencias que la gente comulga ya con ruedas enteras de Planeta. Habrá piquetes contra el tendero de la esquina, arrasarán los antisistema por horas las tienduchas de la Ciudad Condal, no lo dudes, lector mío, pero la fastuosa velada anual del Planeta, toda esa buena sociedad literaria de los negocios raros, transcurrirá un año más con insólitos brillos de flamante jade. Cómo era, sí, “…Y un año más, fieles a su cita con los lectores, la tradicional ceremonia que dará a conocer el ganador del concurso de más elevada cuantía de cuantos se celebran…”. Sí, muy edificante todo. Por supuesto, es que Eduardo Mendoza también es “moooi bueno”.
La ganadora del año pasado (Contra el viento), que me la tragué, -una amiga me la pasó gratis et amore- , no era una novela: era una calamidad. Daba risa, sí, pero daba también mucha rabia leer aquello. Con el puñado de buenas obras de caridad que pueden hacerse con CIEN MILLONES de calas, y aliviar así tantas angustias inaplazables en personas de carne y hueso, el soltarle un pastizal tan colosal a una cosa como aquella, sólo puede considerarse, para quien aun tenga de verdad algo de corazón, un crimen de lesa humanidad. Eso sí, por supuesto, la escritora agraciada, el inequívoco mensaje que su laureado libro destilaba, relucían por la tierra, el mar y el aire de todos los “media”, que encantadísimos de sí mismos –premiaban a uno de los suyos- con enormes ditirambos acogieron el “fallo”, como insuperablemente supersolidarios ambos.
No se ha cortado un pelo el mismísimo autor –muy propio también de estos tiempos más que cínicos- en escenificar, calentita aún la tela marinera, la tenebrosa trastienda de la cosa: “Hace muchos años recibí una llamada del señor Lara en la que me animaba a presentarme al Planeta (claro, claro, le animaba, igual que el público a los ciclistas destacados) … le dije, hombre, ahora no tengo nada… posteriormente, cuando ya estaba en Seix Barral, volvió a telefonearme y le dí la misma respuesta. Justo antes de que él muriera, por tercera vez me telefoneó e insistió… (qué bonito, la inminente cercanía de la muerte, la tentación del más vivo, a la tercera que va la vencida, ¿o sería la tercera negación como la de San Pedro in illo témpore) …le respondí que no tenía nada que se pudiera publicar. Él me contestó que lo que yo no tenía era lo que hay que tener para presentarse... (impresionante la testicular apelación, no entre militarotes facciosos, no, sino entre sagrados clérigos de la Cultura esta vez, que a la postre conmovería al renombrado autor, que vean con qué arte remata la peripecia, “creo que he saldado mi deuda con el señor Lara; él siempre me empujó hacia el Premio Planeta”. Bravo, sr Mendoza: la culpa fue del cha-cha-chá. Será difícil que su novela de ahora supere este vibrante tejemaneje de pasión, dinero y muerte.
Y más, en reciente visita a Cádiz declaró Mendoza, tan campante: “los escritores tenemos nuestro tiempo, como los futbolistas (y como las starlettes de la Mugre). Mi temporada ya pasó (visto lo visto, no del todo, Mr Mendoza, qué portentoso dribling de despiste sin árbitro que sancione el fuera de juego, es más, con aplausos y cena de gala y todo). “Literariamente el cuerpo me pide ya poco. La que me pide es la cuenta corriente, que va adelgazando”. Magistral revelación: ¿hay o no, paciente lector mío, materiales para un novelón en verdad planetario?
No deja de sorprenderle a uno la extraordinaria afición que le tienen algunos muy consagrados autores a la acumulación de premios –con lo refractarios que dicen ser a todas las leyes de la competitividad-, de dignidades, en fin, está feo decirlo, también a la de cuantiosos metales viles. Amachambrarán para sí el multimillonario cheque, posarán, fieros de dientes –como la Pantoja y su Cachuli- para la prensa mundial –por ver así de amejorar su caché- y luego, eso sí, dejarán para la posteridad un par de frases redundantes sobre la injustísima distribución de las riquezas en el mundo en que vivimos, en que cada vez los más ricos tienen más y los más pobres bla, bla, blá. ¿Tenía poco reconocimiento acaso D. Eduardo Mendoza? ¿Qué le aporta a su trayectoria el Planeta? Qué preguntas tan estúpidas se me ocurren a mí hoy. Ya puede, eso sí, celebrado el Planeta, empezar un nuevo Gran Hermano, que la Milá, otra que tal, está que lo tira.
10 comentarios:
De Mendoza poco he leído y todo perfectamente olvidable. Lo único bueno de algo tan devaluado como el Planeta es que una buena parte de tan suculento premio se lo llevan los buitres de hacienda.
Si el papi del gordo planetario levantara la cabeza le caían unas cuantas yoyas al nene...
Va en gustos la literatura de Mendoza. Pero a mí me ha gustado que se reconozca a un autor que el nacionalismo catalán ha tildado de extranjero hace todavía poco.
Yo he pasado buenos ratos con Mendoza en quien veo similitudes con Chesterton. Ocurre que es literatura de evasión, sin más pretensiones y sin el trasfondo de éste. Pero cuando quiera un Platón me sirvo unas fabas con almejas..
La verdad, no puedo opinar por falta de información respecto al premiado y al premio. Pero me ha parecido interesante la manera que tienes de escribir.
Gracias Jose Antonio, por tu visita a “pienso luego escribo” y por tu invitación.
Un saludo.
Hacía tiempo que no disfrutaba un texto tan ameno, instructivo y sincero. Además de habérmelo pasado genial, me he identificado (como muchos autores) completamente con cada frase. Hace unas semanas pude almorzar con la la finalista del premio planeta del año pasado. La pobre, cómo la han engañado. No sólo no pensaban concederle el premio, sino que, además, la han vetado en todas las editoriales de "prestigio". Este premio, como tantos otros, es una vergüenza para la rica trayectoria literaria de nuestro país. La buena literatura no interesa, todo es una cuestión de dinero, poder y política.
Ha sido un placer esta visita.
Nos seguimos leyendo.
Los best-sellers, los planetas, y demás premios “ostentorios” siempre me dan algo de yuyu, no dejan de girar en torno al márketing, y cuando hay dinero de por medio, el amiguismo y el chachulleo también andan de por medio. El premio planeta es sospechoso desde hace tiempo, Ernesto Sábato o Miguel Delibes renunciaron porque, según manifestaron, ya se les ofreció previamente. El año pasado sin ir más lejos, ya se conocía la ganadora anticipadamente, salía en la wikipedia varias horas antes de su proclamación oficial. Así pues, con estos antecedentes ya se ven por donde van los tiros.
Ingenioso juego de palabras las que dan título a su entrada, en la que desvela con lucidez y valentía los entresijos de este mercadillo de vanidades y demás actos propios de feriantes, trileros más bien, en la ardua tarea de promocionarse a través de la siempre edificante convocatoria de un concurso público, en el que, sobre el papel, todos podemos participar y optar a tan suculenta dotación económica en igualdad de oportunidades…
El juego está claro, el ganador también, este año un autor al que le dispenso el debido reconocimiento y del que espero una novela propia de su obra y no la apropiada para el premio.
El premio planeta ha hecho mucho, pero que mucho por la mala literatura, esa es mi opinión.
Mi más sincera felicitación por la reflexión.
Reciba un fraternal abrazo.
Don José Antonio, sus fans, camino de la legión, comenzamos a formar en linea, prueba de que la calidad también atrapa. Es de justicia. Con este post enfila camino de la excelencia.
Sobre el fondo, qué quiere que le diga, servidor es más municipal y se ha divertido con Don Eduardo Mendoza. Don Pomponio Flato me parece un hallazgo de personaje.
Más de fondo es el asunto de los premios. Ahí coincidimos.
Saludos
Reinhard:A mi me gustó La ciudad de los prodigios. Gracias por dejarse caer aquí.
Maribel:estoy contigo, porque el nene (el Miguelín de Shangay hecho mayorzote) se pasa de listo
Aitor: no dejas de tener razón en lo que apuntas del nacionalismo rampante
Cesar: lo de Platón (el Banquete), las fabes y las almejas, oiga, insuperable
Jose C: gracias a ti y a tus palabras, me gusta también lo que te he leido
Sol: gracias por tu generosidad,tan decidida y fulminante, tu blog es muy divertido y sí, por favor, vuélquese sobre el mío blog, divúlguelo y encarézcalo y recomiéndelo cuanto pueda a todas sus amistades y conocidos, que no han de ser pocos, le quedaría yo muy agradecido, que uno, vencida ya la curvatura de la edad temprana, vamos, que de patas ya en la edad provecta, sueña con que le escuchen a uno un poco, que le hagan un poco de caso, que se sienta uno vivo en lo que más estima de sí, y mi bló está muy necesitado de impulso, es renacuajo todavía y necesita de manos que lo guíen y lo impulsen, como la suya, tan amable.
Mercedes: muchísimas gracias por sus lineas que me han resultado emocionantes, máxime viniendo de usted, que escribe muy bien. Yo también la sigo. Por supuesto que nos seguimos leyendo.
Jose Alfonso: estoy con usted, que no digan que es un concurso. Un abrazo
Javir:¿legión? somos cuatro gatos y hemos de ir, como los pobres, apoyándonos unos en otros, escaldados de soledad y anonimato. Pero con escribanos colegas como vos, la verdad, javir, se siente uno menos sólo, más agustito, que decía aquel (torero)
Empar: estoy de acuerdo. Gracias por el dato de Sábato y Delibes, que desconocía.
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