Andaba –es un supuesto-
el Rey muy satisfecho
del televisivo encuentro
que con Hermida había fecho.
De manera que le dijo:
Jesusito de mi vida
eres hombre como yo
pídeme lo que tú quieras
que por ello miraré Yo.
Muchas gracias, mi Señor
Muchas gracias, Majestad
Muchas gracias, su Bondad,
cabeceó tanto el periodista
inclinó tanto la arista
se dobló tan rococó
que de la cerviz a poco se quebró.
Dineros yo no quiero
silabeó el comunicador
Ni premios en mi honor
Títulos tampoco anhelo
…no sé si decir más yo.
Como viérale ahí mudo
incapaz de soltarse el nudo
agradecido a su Barón
incitóle de veras el Borbón:
Lo que quieras te daré
lo que desees obraré
lo que gustes ordenaré,
te lo juro por mi honor.
Y entonces el del flequillo
viendo el portón abierto
el premio más que cierto
no sin pizca de unción
con malicia como de pillo
le reveló su petición.
Verá, mi Señor, su Majestad
no lo toméis Vos a mal,
lo que más ansío en el mundo
por lo que muero de veras
lo que extravía mi rumbo…
es de Corinna su belleza
sus cabellos en trigal
su piel de caramelo
de la boca ese pomelo
la promisión de su cuello
el poder una vez la acompañar.
Ah, bribón, más que bribón
-en arameo juraba el monarca-
así callabas julandrón
atrapándome en tu barca
para asegurarte el galardón.
Ah, tiempos aciagos estos
en que petimetres peripuestos
a la privada misma del soberano
-a la que tiene él exclusiva mano-
se quieren beneficiar…
¡Comprometí mi palabra!
Ah, osados iconoclastas,
así después de holgar…
al infierno os lleve la Parca.
Y a Olite con esa treta
-escenario tan señorial-
a sus edénicas almenas
anónimos y enamoriscados
-antes ya conchabados-
se llegaron encelados
la Princesa y el juglar.
Caía la tarde golosa
como de miel su declinar
dorada plenitud de la vega
contemplada en alminar
Así Hermida se lucía
con palabra susurrada
zalamero le refería
-oh, cadencia demorada-
a encandilada Corinna
las murallas incendiadas
los adarves nemorosos
las mejillas encendidas
la víspera dulcísima del gozo.
Inclinóse con buen tacto
el vate a la Princesa
oh, disimulado contacto
por detrás y sin sorpresa.
La señaló a lo lejos el río
la traspasó su emoción,
el murmullo de las aguas,
el frufrú de las enaguas
tras la alameda aquel brío
con los brazos la enmarcó.
Entonces Princesa Corina
en lucha con su pudor
arrebatada con Hermida
con su verbo y su candor
un momento se abandonó.
Emitió al aire un suspiro…
cual cisne en el esplendor.
Besó y besó aquel cuello
ese pudin esbelto,
-oh, leticio surtidor-
ese cielo entreabierto
con fruición y con primor
perista de ese estraperlo
fina piel más su rubor.
De su lengua, de sus labios,
-vampiro sin agravio-
de su saliva lo embadurnó…
de sí mismo, devoto servidor
aquel bizcocho rebozó.
Ahora entiendo, dijo ella
conmovida, vulnerada
removida en su interior
por qué en la Corte te llaman
el más grande comunicador.
Y hasta aquí este trovador
desea ya enumerar,
lo que entrambos luego pasara
a él le da un poco igual.
Que tras el triunfo del Amor
que es el de la Ilusión
-en Olite el lance
el deleitoso alcance-
el resto… ya es bendición.
LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS (Resumen de la obra en post del 27-1-2013)
154 pgs, formato de 210x150 mm,
cubiertas a color brillo, con solapas. Precio del libro: 15 Euros. Gastos de envío por correo certificado incluidos en
España. Los interesados en adquirirlo escribidme por favor a josemp1961@yahoo.es
“No soy nada, no quiero ser nada, pero conmigo van todas las ilusiones
del mundo” (Pessoa)
4 comentarios:
No, no y no, yo pienso que el juglar se marcho, que te has buscado un juglar tan talludito que esta vez no me lo creo ¡ ea ! ¡pa que veas!...saludos..
¡Qué arte tienes Jose Antonio! Un beso
¡OLE!
¡OLE!
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