En el principio fue el panfleto “¡Indignáos!”. En la misma línea el
siguiente, “¡Comprometéos!”. En su
final testamento ideológico, que ahora se nos vende, no se apeó Stepháne Hessel de los imperativos: “¡No os rindáis!” se llama éste. Pero,
una vez leído el amplio extracto que de este postrer panfleto la editorial
difunde, sobresale en el mismo la morrocotuda sorpresa de observar que fue el
mismo gurú de la Santa Indignación quien
al final abdicó de sus presupuestos anteriores, esa ramplona mezcolanza de
tópicos anticapitalistas servida como soflama incitadora a la asamblearia, es
decir, antidemocrática, rebelión.
Esto que ahora leerás, lector, y que Hessel ha escrito, en nada detendrá el ansia guerrera y
revolucionaria de los Indignados, convencidísimos como andan ellos de su
justiciera vehemencia. Da entonces igual y resulta hasta vergonzoso en un
“pensador”, pero los santones izquierdistas, visto está, bula gastan para todo,
y una vez a base de bien incendiado el bosque, arden en deseos también de posar
como abnegados bomberos. Es lo suyo copar todos los planos del debate, la
Verdad entera siempre.
Dice nada menos Hessel ahora: “Los extremismos nos acechan. Pero la vía de la revolución, de las
ideologías totalitarias, no conduce a
ninguna parte”. ¿Lo han oído bien, señores Indignados? Me temo que no. Esto
no lo van a leer. Y si lo hacen les dará igual. A buenas horas, como para leer
a Hessel estamos ya. Más de Hessel ahora: “Revolución y totalitarismo son palabras que conducen la una a la otra”.
Esto lo pongo yo y es que me crujen los amabilísimos anónimos, vamos. Más: “No creo que el cambio pueda venir de
acciones revolucionarias o violentas que destruyan el orden existente. La
democracia es el objetivo, pero ha de ser también el medio”. Por frases como éstas en el tuiter a
diario casi te empalan. Ahí tenemos a San Hessel,
orando por la no destrucción del orden existente (¡), tras habernos convencido
antes de malvivir más esclavos que nunca antes de la DICTADURA de los mercados.
Y más de Hessel ahora, …
ahora: “Los partidos políticos tradicionales
necesitan una sacudida. Pero siguen siendo un instrumento esencial de la participación política… En Escocia, en
Cataluña, en País Vasco y otros rincones de Europa crece la aspiración a
obtener un Estado propio. Es algo peligroso. Si dejamos que el nacionalismo y
el euroescepticismo se impongan, corremos el riesgo de ser arrastrados de nuevo
a los lados más oscuros de nuestra historia”.
Es decir, una vez invocada y espoleada la genérica y universal Indignación, una vez removido el nido
de serpientes de los sentimientos más extremos al primer plano de la escena
política, el terrible Desastre que esa exacerbación de las pasiones en masa
acarrea siempre, se apresta ahora Hessel
a poner las tiritas de estas finas palabritas. ¡Descanse en paz, señor Hessel!
5 comentarios:
Estupendo post, José Antonio. Debe ser que el tal Hessel no oficia de apañol, ni carpetovetónico, ni gordillero cortés con gañán griñanini. Porque tú hablas de tuiter, pero si yo te contara la cara de pensamiento zetapédico que se le ha puesto al caralibro, es que da miedo. Son sectarios y abyectos estos progres mendaces y más falsos que Judas, hasta decir basta; nunca me cansaré de decirlo.
Me sumo a todos los postulados de tu fantástica entrada y expreso mi asombro ante la indiferencia de los que "luego" se lamentarán amargamente.
Pues, será demasiado tarde.
¡Gracias, valiente!
Asun
Hasta la treintena yo también formé parte del rebaño progre. En esa etapa vital, me independicé y emprendí un negocio por mi cuenta. Fín de la etapa progre, pasé de la poesía a la prosa sin solución de continuidad. De la ideología barata, los mecheros encendidos o los ojos en blanco cantando juntos La Muralla...a "pisar la realidad". Felicidades por la entrada.
Aviso para navegantes...los libertos conversos siempre fueron más crueles que sus antiguos amos.
http://www.youtube.com/watch?v=vIsdEWqq9ZM
http://www.youtube.com/watch?v=2n_qwYC_WGI
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