El alarde impostor y corruto de nuestros Grandes Escritores Iconoclastas, esa Casta tan plasta, es mil y una veces
más repugnante que el de los Grandes
Políticos, pues al menos de algunos de estos últimos a veces con suerte nos
libramos, mientras hemos de soportar de por vida los zarzueleros numeritos de
los inflamados Super Egos de aquellos, eternos rentistas de su abultadísimo
caché. Así la disoluta cagarruta de Juan Goytisolo, recién galardonado bajo
la égida del PP, con el suculento Premio
Cervantes. (Ay, pensar que alguna vez a uno le entusiasmaron sus Señas de identidad, su Juan sin Tierra, su Coto vedado, ay.)
Por supuesto juraba y perjuraba Goytisolo, antes de caerle encima el maná,
que jamás se humillaría Él a recibir el Cervantes.
Cuando se lo dieron a Umbral, otro
que tal, nuestro Juan con rabia escribió:
“Estoy dispuesto a firmarlo ante notario: no pienso aceptar el Cervantes nunca… La decisión del jurado
prueba de modo concluyente la putrefacción de la vida literaria española, el
triunfo del amiguismo pringoso y tribal, la existencia de fratrías, compinches
y alhóndigas, la apoteosis grotesca del esperpento”. ¿Apoteosis del esperpento,
dice Usted? Faltaba lo suyo, Señor.
Amigo mío, le pasaron por las chortas al incorruptible Goytisolo los
laureles del Premio, la bicoca de los ceros del cheque -125.000 euracos-, los
sahumerios de la Fama y de la Posteridad, y eso e inclinar la testuz ante el
sonriente Rey de España para que le
impusiera este el medallón, fueron todo uno. Se debió Valle-Inclán partir el esternón desde la tumba, de poder ver la goytisolada.
Claro, tenía el Señor, para quedar bien con el Pueblo y con la Historia
-psicótica obsesión esta entre los Grandes Escritores-, que borrar las huellas
del crimen. ¿Cómo? Con graciosísimas
declaraciones, más bien burdas excusas para idiotas, mil veces más chuscas que
las de los más chuscos políticos: “No se
puede rechazar el Cervantes, sería como rechazarle a él… Me sorprendió, porque
sabía que no había voluntad de dármelo… El Premio ha sido más fuente de
preocupación que de satisfacción. Me ha gustado la alegría de mis amigos… Me
siento como un polizón en un transatlántico… No nos resignamos a la injusticia,
digamos bien alto que Podemos”.
Ya lo creo que Podemos, señor Goytisolo,
a los 84 tacos podemos batir todos los récords conocidos de la impostura y el
trinque. En el clímax de su delirante ceremonial, para pasmo de todos aseguró,
por en auto-distanciamiento emborronar bien toda la deposición, “sentirse como Bárcenas al llegar al juzgado”. ¿Sería esa la confesión de sus
auténticas señas de identidad? ¡Hombre,
no, señor Goytisolo, hasta ahí
podíamos llegar! Al lado suyo, ¿Bárcenas?
Un pelanas. Usted sí que sabe. ¿Acaso no vio con que reverencia le aplaudía
allí la creme de la creme de la Alta Sociedad?
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2 comentarios:
Muy fino lo ha hilado hoy, Don José, fino y acertado.
A base de Rajoy decir "la economia, la economia, la economia y la economia" he llegado a la definitiva conclusión que Rajoy y su equipo han dado por perdida la batalla de los valores, la del sentido de nación, etc...
Todo ello explica que el premio Cervantes, el mayor de las letras españolas, haya sido concedido a este mendaz personaje.
Sumamos nueva infamia y ¿ van cuantas ?
misael
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