Caso Lula o la Izquierda ante la Corrupción, Garzón

     

   

   Cuando accedió Lula da Silva al Poder, bueno, pareció que la Igualdad, la Justicia y la Felicidad colectivas al fin tomaban asiento y cuerpo angelicales en las inabarcables extensiones del inmenso Brasil. Gobernó luego, y como todos los gobernantes democráticos, recogió luces y sombras. Revelóse también al fin como un corruto más. Su patética pero medida reacción ante los innumerables casos que a su partido y a su persona afectan una vez más ejemplifica y calca al detalle el paradigma izquierdista ante la propia corrupción:

     "...aunque te pillen a las claras con el carrito de los helados y bien pringado con las manos en toda la masa corrupta, tú ni caso, erre que erre jamás bajes la cabeza, jamás reconozcas nada, achácalo todo al odio y a la venganza de la Derecha explotadora, preséntalo como una causa política, moviliza e implica en ese sentido a tus partidarios contra la acción jurídica,  niégalo siempre, siempre, siempre, jamás agaches la cabeza, tú niega, niega, niega..."

     Que ya remató esa praxis Garzón el Joven (IU), el político más valorado hoy, a decir del CIS, entre los españoles, favorito de la Pedroche además, cuando hace poco solemne y abierto de capa, a la vez torero y garbancero, sentenció: “Un delincuente no puede ser de izquierdas”. Y ya el detalle sambero de hacerle encima Ministro Principal para que la Justicia no pueda sobre él actúar añade a la contumacia negacionista el duro cinismo del descaro. A lo que se atreve cierta izquierda no tiene parangón. ¿Lula, un corruto entonces?  ¡Serás facha! Ni hablar, todo lo más un pobre garzón, Lula, va, tú silba, silba.

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