(Ahora que le dan el Premio Nacional y todo, ahora que lleva
tropecientos mil ejemplares vendidos, ahora que, de forma milagrosa para estos
tiempos, un libro/libro se ha
convertido en fenómeno social, que denuesta el cruel terrorismo etarra
además, te pones tú, que acabas de leértelo, a llevar la contraria al mundo
entero. Cómo vas así a llegar a nada, tontolaba.
Como si además tu opinión cambiara algo. ¿Entonces? Ah, conmigo van todas las ilusiones del mundo, que dijo el otro).
No me gusta, claro, sentenciar un tomo de más de 640 pgs en veinte
líneas. Si alguien me convence de lo contrario, por supuesto, variaré mi
opinión, pero a día de hoy la lectura de “Patria” lo que más me ha causado es
decepción. Puede que fuera el
problema de las muchas expectativas. Puede que también el de los antecedentes:
me pareció su libro de relatos, “Los
peces de la amargura”, que aborda un universo temático similar, mucho más
logrado, con mayor densidad simbólica y estilística la escritura de Aramburu allí.
Divide el autor la obra, que es una exhaustiva intrahistoria de dos
familias en un pueblo vasco a las que el etarrismo
destroza y transforma de íntimas amigas en enemigas, hasta una suerte de final
reconciliación, en ¡125 capitulitos!, armados casi todos sobre diálogos corrientes, a
manera de yogurcitos que se nos van despachando, lo que, si mucho
favorece la lectura, quizás impide ahondar en nada. El caso es que, en mi
opinión, a pesar de acumularse uno tras otro muy terribles ingredientes
dramáticos entre personajes tan próximos -que tanto se aman y tanto luego se
odian, y no está contado de manera convincente ese proceso-, ni la historia ni
la escritura consiguen remontar el vuelo a cotas de reverberación artística que
conmuevan o maravillen al lector. Más bien, lo que sorprende, y de forma nada
agradable, es que a pesar de las crudísimas peripecias que los personajes
atraviesan y enfrentan, resulten todos insufribles en su plana y muy realista
estupidez. No sé; se han leído, al albur de cualquier vil atentado etarra, más
inspiradas y emotivas crónicas y radiografías sociales que las que aquí
encontramos.
Ocurre un poco con Patria lo que con El
Jarama de Ferlosio. Buscó
acaso este entonces documentar, casi en su literalidad de magnetofón, -pese a
haber en la historia un ahogamiento por medio- el vacío, la superficialidad y
la tontuna de un grupito de jóvenes madrileños hijos ya del desarrollismo, y la
propia escritura acabó por contagiarse de ello mismo, aburriéndonos de paso
mucho. Algo similar ocurre en Patria: los tremebundos avatares de
amistad, odio y muerte que azotan a estas dos familias, y al pueblo entero que
les rodea, como se nos dan, a mi juicio, de forma desmañada y pedestre, como no se
encarnan más que en personajes mediocres y cargantes, cuyos diálogos y
situaciones nos resultan de una boba inverosimilitud, acaban por irritarnos. Sobre
todo, ya digo, por contraste con el sobresaliente libro de relatos que sobre el
mismo asunto nos pareció Los peces de la amargura.
“VEINTE RELATOS DE AMOR Y UNA POESÍA INESPERADA”. 12
euros, envío incluido. 165 pgs de SENTIMIENTOS,
HUMOR Y AVENTURAS acerca de la condición humana enamorada… y desenamorada,
en muchas de sus vertientes, cimas y simas, con la emocionante recreación de
las más perturbadoras encrucijadas a que nos arrojan los sentimientos
inevitables. Personalmente dedicados. Pídemelos
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